¿La ansiedad engorda? Esto es lo que dice la ciencia
La ansiedad engorda porque se genera un mayor volumen de la “hormona del estrés”
La ciencia explica por qué un trastorno de ansiedad abre el apetito
Taquicardia, respiración acelerada, temblor, hormigueo... Señales que advierten de un ataque de ansiedad
Son muchas las personas que en algún periodo de su vida han sufrido algún trastorno de ansiedad. Estos episodios vienen acompañados de síntomas asociados como pueden ser la pérdida o ganancia de peso. Pero ¿realmente la ansiedad engorda? Y si es así, ¿a qué se debe?
Antes de constatar si la ansiedad engorda o no, hay que tener en cuenta que el principal problema no es ganar unos kilos, sino el propio trastorno. Este hecho no conviene perderlo de vista, pues la ganancia de peso podría incluso provocar un empeoramiento de la situación.
MÁS
Dicho esto, lo que dice la ciencia es que la ansiedad (y el estrés) puede hacer que las personas que la padecen engorden. La razón la encontramos en que estamos ante un trastorno que provoca la generación de altos niveles de cortisol, la hormona que será causante del aumento de peso.
¿El cortisol engorda?
Cuando el cuerpo se ve sometido a un trastorno de ansiedad, necesita generar defensas que le permitan enfrentarse a esta situación de peligro. Desde las glándulas suprarrenales se genera el cortisol, que se unirá a la adrenalina para proporcionar al organismo la energía necesaria.
Por esa razón, al cortisol se le conoce como la “hormona del estrés”, ya que tendemos a aumentar su producción en los momentos en que el cuerpo considera que la requiere para superar una crisis. Como acabamos de comprobar, eso mismo ocurre con la ansiedad. Sin embargo, no es el aumento del cortisol lo que engorda. De hecho, cuando el cortisol está alto es el causante de otras consecuencias desfavorables como interferencias en los procesos de memoria y aprendizaje, o un descenso de nuestra capacidad inmunológica.
La ansiedad engorda cuando el cuerpo se relaja
En el momento en el que el cortisol se libera, también aumenta la glucosa en la sangre. Pero una vez que se supera esa crisis, el cuerpo “se relaja” y es el momento de recuperar la energía que se ha empleado.
Y el modo más sencillo de lograrlo es ingerir alimentos muy azucarados, que a su vez tienden a “alojarse” en la zona abdominal en forma de grasa. Por lo tanto, cuando se sufre ansiedad hay que tratar de controlar la alimentación, ya que de ese modo no solo se evitará ganar algunos kilos, sino que el organismo funcionará mucho mejor y estará más preparado para superar nuevamente este trastorno.
Hábitos alimenticios poco saludables
Cuando llegamos a la conclusión de que la ansiedad engorda, en realidad estamos relacionando este trastorno con una alimentación poco saludable que a su vez es consecuencia del proceso descrito. Un buen ejemplo de ello es comer alimentos que en otras condiciones no incluiríamos con asiduidad en la dieta. Es el caso de los ultraprocesados o los ricos en azúcares, muy habituales en la comida rápida.
Esta alimentación impulsiva, unida a los síntomas propios de la ansiedad, afecta a la calidad del sueño, lo que a su vez redunda en un metabolismo más lento. El resultado es que el cuerpo está más cansado y se produce un aumento de peso. Finalmente, el cansancio y el estado mental son importantes efectos disuasorios ante la recomendación de hacer ejercicio. Y claro está, el sedentarismo es una causa directa de que engordemos.
Puede afectar a lo hábitos alimenticios y al sueño
La ansiedad puede tener también un efecto indirecto sobre el peso corporal de una persona. Cuando una persona experimenta ansiedad, puede afectar sus hábitos alimentarios y sus patrones de sueño. Algunas personas pueden recurrir a la comida como una forma de consuelo o para manejar el estrés, lo que puede resultar en un aumento de peso si no se controla. Además, la ansiedad puede interrumpir el sueño, lo que a su vez puede afectar el metabolismo y hacer que sea más difícil controlar el peso.
Por lo tanto, aunque la ansiedad en sí misma no causa un aumento de peso directamente, puede tener un efecto indirecto sobre los hábitos alimentarios y el sueño de una persona, lo que puede llevar a un aumento de peso si no se maneja adecuadamente. Es importante que las personas que experimentan ansiedad busquen apoyo para aprender a manejar su ansiedad y sus efectos sobre sus hábitos alimentarios y su sueño.
Cuando tenemos ansiedad, es importante elegir alimentos saludables que puedan ayudar a equilibrar los niveles de azúcar en la sangre y reducir la inflamación en el cuerpo. Aquí hay algunas opciones de alimentos que pueden ser beneficiosos para comer cuando se tiene ansiedad:
- Alimentos ricos en magnesio: el magnesio es un mineral importante que ayuda a regular los niveles de ansiedad y estrés. Los alimentos ricos en magnesio incluyen nueces, semillas, legumbres, espinacas, aguacate y plátanos.
- Frutas y verduras: consumir una dieta rica en frutas y verduras puede ayudar a reducir la inflamación en el cuerpo, lo que puede contribuir a la ansiedad. Además, las frutas y verduras son ricas en antioxidantes, vitaminas y minerales, lo que las convierte en una excelente opción para una alimentación saludable.
- Proteína magra: comer proteína magra puede ayudar a mantener estables los niveles de azúcar en la sangre y evitar picos y caídas bruscas que pueden contribuir a la ansiedad. Las opciones saludables de proteína magra incluyen pollo, pescado, tofu, lentejas y garbanzos.
- Alimentos ricos en ácidos grasos omega-3: los ácidos grasos omega-3 son grasas saludables que se encuentran en alimentos como el salmón, las nueces, las semillas de lino y el aceite de oliva. Se ha demostrado que estos ácidos grasos pueden ayudar a reducir la ansiedad y mejorar el estado de ánimo.
- Evitar alimentos procesados y azúcares refinados: estos alimentos pueden contribuir a la inflamación en el cuerpo y aumentar la ansiedad y el estrés.
Es importante tener en cuenta que no hay una dieta mágica para curar la ansiedad, pero elegir alimentos saludables y variados puede ayudar a reducir los síntomas de ansiedad y mejorar la salud general. Además de una alimentación saludable, también es importante mantenerse hidratado, hacer ejercicio regularmente y dormir lo suficiente. Si la ansiedad persiste, es importante buscar la ayuda de un profesional de la salud mental.