El paso del tiempo hace mella en el cuerpo humano de muy diversas maneras y una muy común es que nos volvemos más frioleros con los años. Esto tiene una explicación relacionada con los cambios que provoca el envejecimiento en cada uno de nosotros.
Por lo tanto, no es de extrañar que en un mismo lugar las personas mayores necesiten más ropa de abrigo que los más jóvenes, quienes probablemente miren extrañados el exceso de prendas.
La primera razón es que la temperatura del cuerpo va descendiendo según se cumplen años. Esta suele oscilar entre los 36 °C y los 37 °C, décima arriba o abajo, y serán las personas más jóvenes las que se acerquen a la segunda cifra. Por el contrario, los mayores tendrán una temperatura menor, lo que se traducirá en que son más propensos a tener frío. Y es que, con la edad, se pierde grasa debajo de la piel. Esto se traduce en que al organismo le cuesta mucho más retener el calor en su interior, de manera que será necesario ayudarse de ropa.
Además de la pérdida de grasa que provoca una menor retención del calor, hay otras razones por las que las personas mayores tienden a ser más frioleras:
Aparte de estos factores relacionados directamente con el envejecimiento del organismo hay otros dos aspectos que hemos de tener presentes:
Una vez expuestas las razones de por qué somos más frioleros conforme envejecemos, es conveniente recordar que las personas mayores han de vigilar la temperatura de sus hogares, pues será clave para que su salud no se resienta. Del mismo modo, también es necesario que cuiden su indumentaria sin importar que los demás no sientan frío. Ya lo dice el refranero: “ande yo caliente, ríase la gente”.