Qué es la prosopagnosia: el problema neurológico que te impide reconocer la cara de los demás
La prosopagnosia, también llamada ceguera facial, es un trastorno neurológico que provoca dificultad para reconocer caras
Algunas personas nacen con prosopagnosia y otras la desarrollan por un daño cerebral: en los casos más graves, no puedes reconocer tu propia cara en el espejo
¿Se puede prevenir la prosopagnosia? Te contamos cinco claves para reducir el riesgo de un daño cerebral
¿Alguna vez se te ha olvidado la cara de un conocido? Imagínate que ese lapsus de memoria se produjese día tras día. Sales a la calle, te encuentras a tu vecino y su rostro no te suena de nada. Lo mismo ocurre al cruzarte con compañeros del trabajo, con antiguos amigos de la universidad, o incluso con personas cercanas. Esta afección neurológica se llama prosopagnosia o ceguera facial.
Síntomas de la prosopagnosia
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La prosopagnosia es un trastorno neurológico que se caracteriza por la dificultad o incapacidad para reconocer rostros de personas conocidas.
Esta alteración puede ser leve –no reconoces a conocidos con los que tienes poco trato, pero tienes una sensación de déjà vu porque te suenan de algo– o tremendamente incapacitante –no te reconoces a ti mismo en fotografías o incluso en el espejo–.
En cualquier caso, muchas personas se preguntan si alguien con prosopagnosia ve un borrón o un vacío en la cara de los demás. Esto es falso. En realidad, su cerebro detecta la información visual y es capaz de procesar perfectamente los detalles de un rostro. Identifica las cejas, ojos, nariz, boca, etc., pero a la hora de asociar este conjunto de rasgos a todos los rostros que tiene almacenados en su memoria, algo falla.
Prosopagnosia congénita o cuando naces sin poder reconocer rostros
La prosopagnosia congénita afecta a todas aquellas personas que tienen una dificultad o incapacidad para reconocer rostros desde el nacimiento o la primera infancia. A mayores, pueden darse dos problemas: que la persona no sepa diferenciar unos rostros de otros, o que la persona logre diferenciarlos, pero no reconocerlos.
Respecto a la causa, hay dos hipótesis.
- Que exista una influencia genética ya que, en algunos casos, hay varias personas con prosopagnosia en la familia.
- Que a edades tempranas se haya producido un daño en las conexiones neuronales entre las zonas del cerebro responsables de almacenar caras familiares, y las zonas responsables de identificar y nombrar a dichas personas.
Es importante tener en cuenta que muchas personas con prosopagnosia congénita no son conscientes de que tienen una alteración neurológica porque no afecta a su vida cotidiana. Sufren algún despiste a la hora de saludar a un conocido por la calle, pero no hay más consecuencias.
Prosopagnosia adquirida o cuando de repente, dejas de reconocer rostros
La prosopagnosia adquirida suele ser más grave, porque va ligada a causas como:
- Un accidente cerebrovascular o ictus.
- Un tumor.
- Una enfermedad neurodegenerativa como el Alzheimer.
- Un traumatismo craneoencefálico.
- Una encefalitis.
En cualquier caso, las áreas del cerebro responsables de reconocer los rostros se encuentran dañadas.
Para paliar los déficits, es necesario utilizar otras claves visuales o contextuales para identificar a las personas –por ejemplo, fijándose en su corte de pelo, su forma de vestir, si tiene alguna marca…, o pensando qué persona es probable que sea teniendo en cuenta el lugar dónde se la ha encontrado–.
Cómo reducir el riesgo de prosopagnosia
Como tal, la prosopagnosia adquirida no puede prevenirse porque es un síntoma de un daño cerebral. Lo que sí podemos hacer, es reducir el riesgo de sufrir dicho daño cerebral:
- Evitando el consumo de alcohol, tabaco y otras drogas.
- Creando una rutina de descanso para tener un sueño reparador cada día.
- Mejorando la alimentación –de una manera flexible, sin dietas restrictivas– para evitar el desarrollo de resistencia a la insulina, problemas de colesterol o hipertensión.
- Practicando algún tipo de ejercicio físico. Por ejemplo, paseando en vez de coger el coche, bajándote una parada antes en el metro o subiendo las escaleras de tu casa.
- Reduciendo los estresores o realizando terapia psicológica si tu salud mental está en riesgo.