Hace unos meses conocimos a Pablo, un niño de dos años de Burgos con una importante afección respiratoria que necesitaba atención urgente en el Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid. Un equipo de profesionales recorrió 800 kilómetros desde Málaga para acompañarle hasta el centro médico la capital con una tecnología muy específica. El operativo para salvar la vida del pequeño se improvisó por WhatsApp y fue todo un éxito. Ahora, ya recuperado, ha visitado a sus salvadores junto a sus padres.
Pablo ha ido corriendo, nada más verle, a los brazos del 'tío José', como conocen en la familia al médico que lidera el equipo del Hospital Materno-Infantil de Málaga que ayudó al niño desde la localidad de Castilla y León. "Fue un regalo, que vengan y tener ese momento de ver a Pablo que estaba tan bien...", cuenta el doctor José sobre esos momentos que han compartido.
Sus padres han hecho el camino inverso al que recorrieron los médicos malagueños hace tres meses: 800 kilómetros para conectar al pequeño a una ECMO, un soporte artificial para que sus pulmones se pudieran recuperar, y trasladarle a Madrid. "Yo les debo la vida de mi hijo a ellos", señala Cristina Dúcar, la madre de Pablo, que está muy agradecida por la ayuda: "El hecho de que pudieran ofrecerme una oportunidad para mi hijo para mí ya fue algo muy grande".
Y Pablo aprovechó esa oportunidad. El día del alta se fotografió con la 'tía Silvia', la doctora intensivista que desde el Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid coordina para toda España estos traslados. Todos los médicos participan de forma voluntaria, organizando sus turnos y su vida personal para salvar a niños como Pablo.
Pero no quieren ser héroes. "Debería ser algo que hicieramos más de forma rutinaria, eso sería lo ideal, que todos los niños pudieran disponer de esta terapia", sentencian desde el equipo del Hospital Materno-Infantil de Málaga. Quieren que se establezca un protocolo similar al de los trasplantes.