No hay nada más frecuente (ni más nocivo) en lo que a hábitos de descanso se refiere que posponer varias veces la alarma del despertador. De hecho, muchos de nosotros fijamos la hora a la que debe sonar 'descontando' el tiempo que tardaremos en levantarnos, que puede llegar a sobrepasar la media hora o incluso una hora. ¿El resultado? Un tiempo extra de supuesto descanso que no sirve para demasiado y que, en realidad, resulta incluso contraproducente. Por eso los expertos lo desaconsejan: toma nota de los efectos que tiene para tu salud retrasar el despertador cada mañana.
¿Por qué los expertos desaconsejan retrasar la alarma del despertador?
Probablemente no haya una sola persona en el Planeta que no haya retrasado el despertador al menos una vez en su vida. Para muchos, se trata de la norma, y no de la excepción. Pensamos que esos minutos extra nos preparan para salir del estado de sueño poco a poco, aunque en realidad este constante retraso puede convertirse en una verdadera tortura.
Y es que cada vez que paramos la alarma y volvemos a dormirnos, nos llevamos un nuevo susto cuando vuelve a sonar y, en realidad, es probable que no hayamos descansado en absoluto durante ese tiempo. Como muestra y dato curioso, un estudio confirma que las mujeres tienen un 50 por ciento más de probabilidades que los hombres de utilizar el botón de 'Posponer alarma'.
El mismo documento asegura que "el verdadero problema es necesitar una alarma porque no dormimos lo suficiente". Además, despertarse con una alarma perturba nuestro ciclo de sueño natural, y esto puede provocar que nos sintamos más cansados y menos capaces de cumplir con nuestras tareas de forma correcta a lo largo del día. En un mundo ideal, nos despertaríamos sin necesidad de recurrir a aparato alguno, pero para eso deberíamos acostarnos a tiempo, disfrutar de un descanso de calidad y acostumbrar a nuestro reloj biológico a activarnos a la hora necesaria.
Es un hecho que utilizar despertador cada mañana interrumpe de forma abrupta el sueño, por lo que no es lo más recomendable. Si, además, hacemos uso del despertador varias veces en la misma jornada, estaremos empeorando la situación, ya que interrumpiremos cada nuevo ciclo de sueño justo después de iniciarse.
Para evitarlo, nada mejor que seguir una serie de pautas que, en realidad, son muy sencillas:
Diseña rutinas saludables. Todos funcionamos mejor cuando llevamos una rutina definida y no es necesario que seamos demasiado estrictos. Basta con no 'marear' a nuestro organismo y acostumbrarlo a ciertos horarios a la hora de alimentarnos, de hacer deporte, de trabajar... y de irnos a la cama. Estos pequeños gestos que te harán sentir que tu vida se encuentra en orden, ayudándote también a que tu cuerpo tenga claro cuál es el momento de parar y descansar. Dentro de estas rutinas pueden introduciré elementos que favorezcan el descanso: apagar la tele a partir de cierta hora, reducir la luminosidad de tu hogar, evitar el uso del móvil en las horas previas a irte a la cama... Tampoco está de más conocer cuál es la postura correcta para dormir.
Haz deporte. El ejercicio es la respuesta universal a casi cualquier mal, y esto también se aplica al descanso. Está demostrado que el deporte reduce el estrés y te permite segregar las sustancias que tu cuerpo necesita para encontrarse más vital... y también más listo para el descanso llegado el momento. Conseguirás llevar tu mente a otro lugar y sentirte mejor contigo mismo, dedicándote unos valiosos minutos y reforzando tu autocuidado y tu autoestima. Eso sí, es mejor evitar el ejercicio extremo durante las horas previas a irte a la cama, ya que el deporte intenso también puede alterarte. Si vas a hacer ejercicio a última hora, elige opciones suaves, como yoga o pilates...
Cuida tu alimentación. Existen ciertas sustancias que no favorecen el descanso, y también todo lo contrario: el café, el te, los azúcares, el alcohol... deben salir de tu dieta. Evita también las cenas copiosas y los alimentos pesados, ya que este tipo de digestiones no solo pueden evitar que duermas bien, sin que podrían provocarte más de un mal sueño. Si quieres descansar mejor, elige alimentos ligeros, especialmente por la noche: cremas de verduras, huevo, fruta, carnes blancas o pescado... Las infusiones relajantes pueden ser tus grandes aliadas, así como intenta cenar temprano para hacer la digestión antes de meterte en la cama. Con este sencillo gesto conseguirás también controlar tu peso.
Crea un ambiente de descanso. Es importante preparar a tu organismo para el descanso, y ello pasa por evitar actividades intensas, utilizar luces relajantes y suaves, escuchar música relajante... También debes evitar las pantallas (incluyendo la de tu móvil) en la medida de lo posible. Esto también se aplica al televisor, que debe quedar siempre fuera de tu dormitorio. Siempre será mucho mejor irte a la cama con un buen libro que quedarte dormido mientras te impactan las imágenes de una serie o una película.