Intolerancia al frío: ¿cuáles son sus síntomas y las posibles causas que la generan?
La intolerancia al frío existe, y consiste en una sensibilidad anormal a un ambiente frío o a las temperaturas frías
Esta intolerancia afecta en mayor medida a las personas muy delgadas, por contar con muy poca grasa corporal
¿Por qué nos resfriamos con mayor facilidad cuando hace más frío?
A la mayoría de nosotros no nos gusta demasiado la sensación de frío... y lo cierto es que nuestro cuerpo no suele responder con demasiada alegría a las temperaturas bajas. Sin embargo, en el caso de algunas personas, la situación va más allá de una simple preferencia: la intolerancia al frío existe, y consiste en una sensibilidad anormal a un ambiente frío o a las temperaturas frías. ¿Cuáles son sus síntomas y cómo descubrir si padeces este tipo de intolerancia?
Intolerancia al frío: síntomas y posibles causas
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La intolerancia al frío se manifiesta de distintas formas pero, en general, podemos decir que consiste en una sensibilidad extrema a las bajas temperaturas. No todo el mundo do responde igual ante situaciones de frío mas o menos extremo y, en general, las personas delgadas o extremadamente delgadas tienden a pasarlo peor en este tipo de contexto.
La razón es muy sencilla: al contar con menos grasa corporal, su protección ante las inclemencias meteorológicas es menor que la de las personas con más reservas en forma de grasas. No hay que olvidar que la grasa es un importante aislante térmico y fuente de energía en situaciones extremas.
Es posible que una persona con intolerancia al frío experimente principios de congelación de determinadas zonas de su cuerpo mucho antes que los demás (por ejemplo, en sus dedos, especialmente si no están lo suficientemente abrigados). También que su temperatura corporal descienda más rápidamente de lo normal y que esto se traduzca en un malestar especialmente incómodo.
Lógicamente, si nuestra temperatura corporal desciende demasiado, existen toda una serie de riesgos asociados, tanto a corto como a medio y largo plazo: hipotermia, debilidad muscular, tiritonas, cansancio, pérdida de coordinación, confusión, cólicos, aumento de la frecuencia cardiaca, desarrollo de enfermedades crónicas, reumatismo y problemas pulmonares, problemas musculoesqueléticos... son algunos de ellos.
Además, la intolerancia al frío puede ser un síntoma de un problema del metabolismo, tal y como explica Medline Plus. En general, algunas posibles causas son el hipotiroidismo, la anemia, la enfermedad arterial periférica... Estas son algunas de ellas (y de su detección dependerá el tratamiento):
- Anemia. La falta de hierro en sangre puede derivar en carencias de oxígeno en los tejidos corporales, lo que puede influir en la sensación de frío.
- Anorexia nerviosa. Tal y como adelantábamos, la delgadez extrema puede provocar una menor resistencia al frío. La anorexia nerviosa suele desembocar en casos de extrema delgadez.
- Enfermedad arterial periférica. La enfermedad arterial periférica tiene lugar cuando se acumula placa en las arterias que transportan sangre al resto del cuerpo. El resultado es una circulación más difícil y, al disminuir el flujo sanguíneo hacia las extremidades, la sensación de frío puede aumentar.
- Hipotiroidismo. Si la tiroides no produce la suficiente cantidad de hormona tiroidea, el frío será uno de los síntomas en aparecer.
- Problemas en el hipotálamo. Esta región del encéfalo actúa como termostato interno, por lo que cualquier problema en este área puede determinar nuestra temperatura corporal y alterarla.
Si tiendes a experimentar síntomas relacionados con el frío extremo antes de lo normal, puede ser buena idea consultar a un médico para determinar la causa y dar con el tratamiento más adecuado: podría tratarse de una señal de que algo no va bien.