No existe una regla universal que defina cuáles son los alimentos que deben darnos asco y cuáles no. Por eso en España es común comer oreja, hígado, caracoles o intestinos, y sin embargo nos produce cierta repulsión la idea de comernos una larva de gusano. Sin embargo, lo cierto es que los insectos son, en general, ricos en proteínas, lípidos, vitaminas y minerales, así como en ácidos grasos o quitina. La propia Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) asegura que deberíamos empezar a interesarnos por los insectos comestibles. Si piensas que todavía no es una posibilidad comer insectos en España, te equivocas: ya existen hasta cuatro alimentos de este tipo aprobados en nuestro país (en realidad, en toda Europa). ¿Qué insectos tienen autorizado su consumo en España?
El uso de insectos como parte de nuestra alimentación gana cada vez más peso, sin que necesariamente tengamos que enfrentarnos a su imagen en el plato: por ejemplo, pueden usarse para alimentar a los animales que vayamos a ingerir (en forma de piensos para granjas o piscifactorías), o también transformarse en nutritivas harinas. Uno de los principales motivos por los que elegir este tipo de producto es su escasa huella de carbono, pero también su gran aporte nutricional.
Lo cierto es que ya es posible consumir alimentos basados en insectos en España. Desde el 1 de enero de 2018 es de aplicación en todos los Estados miembros de la Unión Europea el Reglamento sobre los nuevos alimentos y en esta normativa los insectos están incluidos en la definición de 'nuevo alimento', en la categoría de alimento que consista en animales o sus partes, o aislado de estos o producido a partir de estos.
Eso sí, este tipo de alimento debe pasar por una serie de controles previos antes de aprobarse su consumo en Europa. En este sentido, el Reglamento prevé dos tipos de procedimientos que serían aplicables a los insectos:
En consecuencia, cualquier operador que quiera comercializar insectos para alimentación humana en la Unión Europea deberá presentar una solicitud de autorización o de notificación basándose en uno de los dos procedimientos. Una vez que la Comisión Europea lo incluya en la lista de la Unión, tal y como prevé el Reglamento, se podrá iniciar su comercialización.
En este marco, el pasado 2 de junio de 2021 se publicó en el Diario Oficial de la Unión Europea la primera autorización para la comercialización en Europa de un insecto, la larva de Tenebrio Molitor (gusano de la harina).
Actualmente son ya cuatro las especies de insectos autorizadas bajo el Reglamento: las larvas del gusano de la harina (Tenebrio molitor), la langosta migratoria (locusta migratoria), el grillo doméstico (Acheta domesticus) y las larvas del escarabajo del estiércol (Alphitobius diaperinus).
En concreto, el gusano de harina puede venderse congelado, desecado y en polvo, y lo mismo se aplica a la langosta migratoria. En cuanto al grillo doméstico, también puede comercializarse en forma de polvo parcialmente desgrasado. La larva de escarabajo del estiércol puede venderse congelada, en pasta, desecada y en polvo.
Para comprobar si un producto determinado contiene alguno de estos alimentos a base de insectos, deberás estar atento al etiquetado. Por ejemplo, los productos que contengan gusano de la harina en forma desecada deberán mostrar entre sus ingredientes la definición "larvas de Tenebrio molitor (gusano de la harina) desecadas". Además, el etiquetado de los productos alimenticios que contengan estas larvas desecadas deberá incluir la declaración de que este ingrediente "puede provocar reacciones alérgicas a los consumidores con alergias conocidas a los crustáceos y sus productos, y a los ácaros del polvo." Esta declaración figurará junto a la lista de ingredientes.
Tal y como asegura la FAO, los insectos comestibles tienen "un importante valor nutricional y pueden ser un elemento saludable para incorporar a nuestra dieta.", ya que ofrecen "energía, grasa, proteínas y fibra y, según el insecto, pueden ser una buena fuente de micronutrientes, como zinc, calcio y hierro." Los insectos también pueden ofrecer una fuente alternativa de proteína respecto de las carnes convencionales. Por ejemplo, una comparación entre la carne de vacuno y los gusanos de la harina muestra que, mientras que el contenido de aminoácidos y materias grasas de la carne es mayor que el de los gusanos de la harina, estos últimos contienen valores comparables de minerales, y el contenido vitamínico suele ser más elevado.
Además, los insectos comestibles tienen múltiples ventajas para el medio ambiente. Por ejemplo, la cría de insectos emite considerablemente menos gases de efecto invernadero que la mayoría de las demás fuentes de proteína animal y requiere sustancialmente menos agua que la cría de ganado. Además, la cantidad de tierra necesaria para criar insectos es significativamente menor que en el caso de la producción animal, y los insectos son muy eficientes a la hora de convertir piensos en proteínas.
Por ultimo, dado que la cría de insectos requiere un espacio mínimo, se puede realizar en zonas tanto rurales como urbanas, por lo que "resulta ventajosa en lugares en los que otras actividades agrícolas no lo son." Los insectos comestibles también se transportan fácilmente y suelen ser fáciles de criar sin una capacitación especializada. Por lo tanto, la cría de insectos ofrece oportunidades económicas a quienes tienen un acceso mínimo a la tierra, la formación y otros recursos.