La psicóloga Marina Pinilla analiza los factores psicosociales que empeoran el duelo y propone siete recomendaciones para gestionarlo
Desde hace dos años y medio, la familia de Sergio vive un duelo anticipado. Su padre padece un cáncer pulmonar y tanto él como el resto de la familia saben que quedan pocos meses, pero Sergio no logra digerir esta noticia.
“Soy incapaz de aceptar su muerte”, comparte con Yasss el madrileño de 31 años, “y cada día que pasa es peor que el anterior. Estoy enfadado con el mundo y a veces me cabreo con mi madre porque ella ya ha asumido lo que va a pasar. Lo veo como resignarse y me jode, me jode muchísimo. Y luego he entrado en un bucle. No pienso en nada más. Si no estoy con mi familia, me siento culpable porque es como si desaprovechase el tiempo con mi padre, pero estar con él también es muy duro porque no está bien, sobre todo en el último mes. La única persona a la que veo fuera de mi familia es a mi novia. Está siendo también muy duro para ella porque me ve triste, pero no sabe cómo ayudarme. No lo sé ni yo. No sé qué me pasa. Solo sé que no quiero que mi padre se vaya tan pronto”.
El duelo anticipado, asumir una pérdida que todavía no se ha producido
Cuando sabes que una persona a la que quieres va a morir, tu mundo se derrumba. Es como una pesadilla de la que no sabes cuándo despertarás. Soportar ese sufrimiento tiene nombre: duelo anticipado.
El duelo anticipado es común en personas que padecen una enfermedad terminal, pero también en sus familias. A veces, este proceso dura meses o años, como en el caso de Sergio y sus seres queridos. Otras, en cambio, es muy repentino y tenemos que hacernos a la idea en cuestión de semanas. En cualquier caso, hay ciertos factores que pueden dificultar el duelo.
Ver a un familiar sufrir. Cuando hay deterioro psicológico o físico, es mucho más duro lidiar con el duelo.
El aislamiento. Cuando toda tu vida gira alrededor de la persona que va a fallecer, tu estado anímico empeora poco a poco.
La culpabilidad. Como bien explicaba Sergio, es normal sentirte culpable por pasar tiempo con otras personas o simplemente descansando mentalmente, porque es como si desaprovechases los minutos al lado de tu ser querido. Sin embargo, aislarte de forma extrema motivado por la culpa puede ser muy dañino.
La esperanza ilusoria. A menudo, las enfermedades terminales son inciertas porque si bien sabemos que tarde o temprano la persona va a fallecer, no sabemos del todo cuánto tiempo de vida les queda. Es normal aferrarnos a la posibilidad de que se produzca un milagro, pero cuando esta esperanza es ilusoria, el duelo puede ser más complejo y duro.
La incertidumbre. Cuando afrontamos un duelo, aparecen un montón de “y si…”. ¿Y si hubiera ido al médico antes? ¿Y si nos hubiéramos dado cuenta? ¿Y si hubiésemos insistido más para que se hiciese una analítica? Este tipo de pensamientos rumiativos generan más culpa y dolor.
Las emociones y cambios físicos durante el duelo anticipado
Si estás afrontando un duelo anticipado, puedes experimentar algunas de las siguientes reacciones:
Enfado e irritabilidad. Contigo mismo, con los médicos, con otros familiares, con tus amigos, con tu pareja, con la persona que va a fallecer… Te molestan cosas que, al pensarlo fríamente, son irracionales, pero no puedes evitar sentirte cabreado con el mundo.
Tristeza. De vez en cuando sientes oleadas de pena porque asumes la situación. Esta tristeza puede ir acompañada de llanto o puedes vivirla en silencio.
Nerviosismo. Estás inquieto todo el rato, como si estuviesen a punto de darte la mala noticia y quisieses estar preparado. Cada mensaje, cada llamada… Todo te altera.
Dificultad para concentrarte. Toda tu atención está depositada en el duelo, lo que puede afectar a otras relaciones sociales, a tus estudios, a tu trabajo o a tu salud mental.
Culpabilidad. Como ya hemos visto, es normal sentirse egoísta, pero es una emoción irracional. No eres mala persona por autocuidarte ni por distraerte.
Indecisión. Te cuesta tomar decisiones porque ahora mismo, no sabes lo que es mejor para ti ni para los demás.
Síntomas físicos: cansancio, dificultad para dormir, problemas digestivos, dolor de cabeza, presión en el pecho, palpitaciones, debilidad muscular, etc.
Siete recomendaciones para afrontar el duelo anticipado
Permítete sentir. Si necesitas llorar o gritar en tu cuarto, hazlo.
Habla con gente de confianza sobre cómo te sientes. Incluso puedes abrirte con la persona que padece la enfermedad. Compartir tus miedos y tu tristeza puede ayudarte a procesar tus emociones.
A veces, cuesta mucho abrirse con nuestros seres queridos, así que puedes valorar la opción de acudir a un grupo de apoyo mutuo en tu ciudad.
La terapia psicológica es una herramienta muy útil para entender todo lo que estás viviendo.
Si eres una persona religiosa o espiritual, o si simplemente quieres buscar otros recursos, recurre a la fe para encontrar consuelo y lidiar con tus emociones.
Si eres una persona creativa, busca formas de expresar tus pensamientos y emociones a través del arte: escribe, lee, escucha música o dibuja para canalizar el dolor.
Rememora en solitario o acompañado. Contad historias agradables de esa persona, buscad fotos, escuchad canciones que un día fueron importantes para vosotros, releed postales o cartas, etc.