¿Mi amistad es sana? La psicóloga Marina Pinilla comparte diez señales para averiguarlo
Cuando la amistad no es sana, hay que actuar: La psicóloga cuenta qué hacer si la relación con un amigo destruye tu autoestima y afecta negativamente a tu salud mental
Aunque el vínculo con los amigos es uno de los más importantes para nuestra salud mental, lo cierto es que no todas las amistades son igual de sanas y constructivas.
Igual que ocurre con las relaciones de pareja o de familia, las dinámicas tóxicas pueden provocar codependencia, deterioro de la autoestima, comparaciones constantes, celos o problemas de apego. Por eso, lo importante no es tener muchos amigos, sino tener buenos amigos.
La teoría es sencilla, lo difícil es identificar las amistades que merecen la pena. Por eso te traigo algunas señales que indican que te pueden ayudar a salir de dudas.
Puedes expresar tus emociones sin que tu amigo las juzgue o las minimice. Sientes que se esfuerza para comprenderte.
Te escucha de verdad. No te interrumpe cuando compartes algo importante ni te deja hablando solo como si estuvieses contando un monólogo.
Podéis expresar el enfado. Si algo te molesta, se lo puedes decir sin miedo a que la amistad se acabe. Empatiza contigo y te pide perdón si te ha hecho daño. Y cuando eres tú quien se equivoca, te lo dice con empatía y respeto.
La amistad cambia a medida que cambiáis vosotros. La relación no es igual que al principio, pero habéis sabido adaptaros.
Respeta que tengas otras prioridades. No te hace sentir culpable por dedicar tiempo a otras relaciones u obligaciones.
Pasáis tiempo de calidad juntos. Aunque tengáis otras relaciones (pareja, familia, otros amigos…), obligaciones (el trabajo o la universidad) o viváis lejos, dedicáis tiempo a cuidar la amistad. Os prestáis atención en WhatsApp, organizáis quedadas de vez en cuando y os esforzáis para saber qué tal está el otro.
Ambos tenéis voz. A veces hacéis planes que le apetecen más a tu amigo y a veces hacéis planes que prefieres tú. Hay simetría en la relación: los dos opináis y sois escuchados a la hora de hablar, de organizar un plan o de tomar una decisión importante.
Respeta tus límites. Respeta que no puedas (o quieras) quedar de vez en cuando o que a veces no puedas (o quieras) hacerle un favor. No te obliga a ser complaciente ni te hace sentir culpable por actuar con asertividad.
Te empodera. Jamás hace comentarios críticos sobre tu cuerpo, tus gustos o tu manera de ser, ni tampoco bromas a tu costa, y mucho menos delante de otras personas. Al contrario: potencia tu autoestima.
Mi amistad no es sana, ¿qué puedo hacer?
Si las señales que acabamos de ver no están presentes en tu relación de amistad, párate a pensar cuál es el fallo. La primera pregunta que debes hacerte es: ¿Eres tú quién no cuida la amistad o es tu amigo?
Si eres tú, es el momento de analizar por qué actúas así. A veces actuamos de manera dañina por costumbre, porque la amistad siempre ha sido tóxica y no sabemos comportarnos de otra forma. Esto no es sano y quizá conviene hablar seriamente con tu amigo, esforzaros por cambiar o alejaros si os hacéis daño mutuamente.
Otras veces, tenemos la autoestima tan hundida, que necesitamos hacer daño a las personas que nos rodean para sentirnos acompañados en la tristeza. Si ese es tu caso, tienes que trabajar tu autoestima en vez de atacar la de los demás. Si no sabes cómo lograrlo, pide orientación a un psicólogo.
En caso de que sea tu amigo quien te daña y deteriora tu salud mental, no toleres más faltas de respeto. Explícale que su comportamiento te hace daño. Si no está dispuesto a cambiar, toma distancia. Dedica tiempo a amistades sanas y maduras, tu salud mental lo agradecerá.