Cómo afrontar las primeras Navidades tras la muerte de un ser querido
Las primeras Navidades tras la muerte de un ser querido son muy duras por la presión social y porque la ausencia se hace todavía más palpable
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Parece que estamos obligados a ser felices en Navidad, pero para muchas personas, estas fiestas son de todo menos alegres. Este sentimiento de tristeza e incomprensión se acentúa cuando has perdido a un ser querido y tienes que enfrentarte a la primera Navidad sin él o ella.
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El duelo es el proceso de adaptación tras la muerte de un ser querido. Es decir, es todo aquello que pasa desde que una persona fallece hasta que aceptas la pérdida y sigues adelante con tu vida.
En Navidad, la ausencia se hace palpable y el dolor aparece con mucha fuerza, más aún cuando no estás del todo preparado psicológicamente porque es la primera vez que te enfrentas a estas fiestas tras la muerte de esa persona. Esto ocurre, por ejemplo, cuando la muerte es reciente o cuando las anteriores Navidades no pudiste pasarlas con tu familia –porque estabas aislado con Covid, porque estabas en otro país, etc.–. Ahora, toca volver a la realidad y esto puede generar mucha ansiedad y tristeza anticipatoria.
Como psicóloga, quiero recalcar que es normal que lo pases mal. Lo que no es normal ni tampoco sano es reprimir el dolor para encajar en el clima “pseudofeliz” de estas fiestas. No eres un adorno del árbol y no estás en la cena para hacer bonito; si sufres, te mereces expresarte y recibir apoyo.
Hay muchas formas de afrontar el duelo en Navidad, pero no todas son sanas
- Aceptar no es olvidar. El objetivo del duelo es seguir adelante, pero nunca vas a olvidar a una persona a la que has querido. Lo que sí puedes lograr es recordarla con amor y no con una tristeza insoportable.
- Es muy común sentir culpabilidad. Por un lado, echas de menos a esa persona, pero también deseas pasar página. Esa necesidad de ser feliz y cuidar tu salud mental puede provocar culpabilidad porque sientes que estás siendo egoísta. Déjame decirte que no es verdad. Tu familiar, amigo o pareja querría verte feliz y no atrapado en el dolor del duelo.
- Algunas fechas del calendario reavivan el dolor. Todas las “primeras veces” son duras: cumpleaños, aniversarios, cenas de Nochebuena y Nochevieja… Se suman los recuerdos felices del pasado y la presión social del presente que nos obliga a estar bien. Spoiler: no es lo mismo estar bien que fingir estar bien.
- La represión emocional entorpece el duelo. Habrás notado que hay familiares que durante todo el año no hablan de la pérdida, pero en Navidad explotan. Esto se debe a que cuando más callamos, más podemos llegar a sufrir en esas “primeras veces” de las que antes hablaba.
- El apoyo social de calidad es tu mejor aliado. Necesitamos que nos escuchen, que nos den palabras de amor y/o que nos abracen. A veces, podemos encontrar este apoyo en las personas que también viven su duelo –por ejemplo, en tu hermano cuando habéis perdido a un padre–. Pero, ¿y si las personas con las que comparto el duelo no quieren hablar del tema? ¿Y si actúan como si no hubiera pasado nada? ¿Y si invalidan mis emociones? Si eso ocurre, no te fuerces a pasar el duelo en soledad y busca apoyo en otras personas: tus amigos, tu pareja o incluso asistiendo a un grupo de apoyo.
- El duelo reprimido es el duelo prolongado. Hay personas que se niegan a celebrar estas fiestas. Otras personas se obligan a hacer algo diferente –por ejemplo, viajar o celebrar las Navidades con otras personas–. También es muy común actuar como si nada hubiera pasado. Esto son estrategias de afrontamiento del duelo y no son buenas o malas por sí mismas. El problema surge cuando reprimimos el dolor porque, tarde o temprano, esas emociones ocultas van a aparecer.
- La importancia de aceptar sin forzar. Algunas personas van a reprimir el dolor porque no están preparadas para las primeras Navidades post-duelo. No las fuerces a celebrar estas fiestas y disfrutar. Estate ahí, evita que se aísle, permítele expresar su dolor, hablad (tanto de la persona fallecida como de asuntos triviales) y ten paciencia. Si eres tú quien opta por reprimir el dolor y no celebrar la Navidad, intenta expresar tus emociones con alguien de confianza.
- Recordar desde el cariño y no desde el sufrimiento. A la hora de reuniros y recordar a esa persona, intentad hablad de los buenos momentos y no del sufrimiento final. Muchas veces, nos quedamos con los momentos dolorosos –por ejemplo, una persona enferma en sus últimos meses o en la demencia de alguien mayor– y los reproducimos una y otra vez. Compartid anécdotas divertidas y entrañables para poder recordar desde la nostalgia y el cariño y no desde la rabia y el sufrimiento.
- Materializar los recuerdos. En otras palabras, añadid recordatorios que os recuerden a esa persona como fotografías, un peluche, un colgante… Al exponeros en grupo a estos recordatorios puede surgir cierta añoranza y tristeza, pero afrontarla en común puede ser muy beneficioso para vuestra salud mental.
- Las emociones no son buenas ni malas, aunque a veces sean desagradables. Durante el duelo pueden aparecer emociones muy intensas y desagradables. Tristeza, ansiedad, culpabilidad, ira, celos…, todas ellas son normales y no debes machacarte por sentirlas. Compártelas con alguien de confianza y permítete descansar cuando te sientas sobrepasado por ellas.