Estamos terminando el otoño y empieza el invierno el próximo día 21 de diciembre. Aunque le ha costado, el frío ha llegado, y un aspecto que desconoce mucha gente es que afecta a nuestra salud, y más de lo que pensamos, especialmente a una serie de colectivos, fundamentalmente a los bebés y a los ancianos.
Así, la internista del Hospital de La Princesa de Madrid, la doctora Berta Moyano, explica a Infosalus que las temperaturas del ambiente extremas, tanto de frío como de calor, influyen en nuestro estado de salud, y en este artículo desgrana cuáles son los principales efectos del frío en nuestro organismo.
Recuerda eso sí, primeramente, que la temperatura normal de nuestro cuerpo puede cambiar de unas personas a otras, y en ella influyen distintas variables como la comida, la bebida, la hora del día en la que nos encontremos (a primera hora es más baja y a partir de las 16 horas es más alta), nuestro estado de nutrición, nuestro porcentaje de grasa y de masa magra, el padecer enfermedades crónicas, así como la temperatura ambiente del exterior, el porcentaje de humedad y la actividad física que estemos haciendo.
"Pero también es cierto que la temperatura corporal se mueve en unos parámetros concretos, por lo que podemos decir que la temperatura normal en humanos está entre los 36,5 y los 37,5 ºC. Esa es la temperatura a la que nuestro centro termorregulador intenta mantener nuestro cuerpo. Sin embargo, se considera que hay riesgo de hipotermia cuando la temperatura cae por debajo de 36ºC y de hipertermia cuando sube por encima de 37,8 ºC", precisa.
En cuanto al frío ambiental se refiere, la doctora Moyano indica que provoca una bajada de nuestra temperatura, que es percibida por el hipotálamo (la parte del cerebro que se encarga de la termorregulación), y en consecuencia este pone en marcha una serie de mecanismos para subir nuestra temperatura corporal.
"El primero de estos mecanismos es la vasoconstricción. Se constriñen los vasos sanguíneos de la piel y de las zonas más acras, como la nariz o los dedos de las manos y de los pies, para evitar perder calor y poder mantener la temperatura de los órganos vitales", subraya.
Si el frío se mantiene o si la persona padece alguna enfermedad arterial, como la arteriosclerosis (más frecuente en personas que fuman, diabéticas, o que tienen el colesterol elevado, o son obesas o sedentarias), esta doctora señala que puede producirse una vasoconstricción de los vasos que irrigan el corazón y provocar una angina de pecho o un infarto, o de las arterias del cerebro y producir un ictus.
La doctora Moyano subraya, además, que el frío puede favorecer los procesos de formación de coágulos, que también aumentan el riesgo de padecer infartos. Pero no todo queda ahí, según resalta esta especialista del Hospital Universitario La Princesa, porque el frío también puede influir en nuestro estado de ánimo y favorecer los estados depresivos o agravarlos.
A su vez, mantiene que el frío produce un aumento de la presión arterial y de la frecuencia cardiaca. De hecho, sostiene que durante la hipotermia aumenta el riesgo de arritmias cardiacas y de edema pulmonar. "El frío aumenta el trabajo que hace nuestro corazón y esto en determinadas personas puede producir enfermedades", avisa.
Por otro lado, destaca que el frío puede disminuir los mecanismos que tiene nuestro sistema respiratorio para defendernos de los virus y de las bacterias, permitiendo su llegada a la faringe, a la tráquea, a los bronquios, y a los pulmones, y favoreciendo en consecuencia las infecciones respiratorias que son mucho más frecuentes en los meses fríos.
Precisa que el frío no exactamente inhibe la respuesta inmunitaria, sino que altera al sistema inmunológico pudiendo aumentar el riesgo de enfermedades infecciosas: "Nos hace más vulnerables a padecer algunas infecciones porque el frío puede alterar nuestras barreras inmunológicas a nivel de las vías respiratorias y la piel. Esto, junto el hecho de que algunos virus se fortalecen con el frío y se propagan con mayor facilidad en esta época, explica el porqué en invierno hay con mayor frecuencia infecciones por determinados patógenos".
A su vez, resalta que el frío puede provocar dolores articulares en las personas que padecen trastornos reumatológicos, al tiempo que también puede afectar a las córneas y a la visión.
"Puede cuartear y erosionar la piel favoreciendo la puerta de entrada a gérmenes de la piel facilitando infecciones de piel y tejido celular subcutáneo. El frío provoca disconfort térmico, altera el rendimiento manual, y deteriora la capacidad física por el enfriamiento corporal y muscular", prosigue la doctora Moyano.
Después, está súper extendida la creencia de que si hace frío y no vamos lo suficientemente abrigados podemos enfriarnos. Preguntamos por ello a esta doctora, sobre si es una creencia o un mito, y señala que la forma que tenemos las personas de protegernos del frío es abrigarnos, dado que la ropa de abrigo nos ayuda a mantener la temperatura corporal y evita las consecuencias de la bajada de la temperatura de nuestro cuerpo antes citadas.
"Si no nos abrigamos nuestro termorregulador va a poner en marcha los mecanismos necesarios para mantener la temperatura estable y, como consecuencia, se producirán los efectos de los que hemos hablado anteriormente", subraya.
Es por ello por lo que resalta que las personas que por su trabajo o por ocio van a pasar mucho tiempo expuestos al frío deben llevar ropa de abrigo adecuada, camisetas y medias térmicas, gorros, orejeras y guantes de buena calidad, para evitar perder calor por esas zonas.
También es idóneo en estos casos el intentar comer cada 3 horas alimentos calóricos y beber, a ser posible, bebidas calientes, llevando termos que mantengan su temperatura, según prosigue la doctora.
De hecho, la internista subraya que es cierto que en las temporadas de mayor frío es necesario no solo ir abrigado sino mantener la piel bien hidratada para evitar que se erosione, a la vez que alimentarse con alimentos calóricos ricos en grasas monoinsaturadas y polinsaturadas, como pescados azules y blancos, frutos secos (nueces, avellanas, almendras, cacahuetes, pipas, etc), aceitunas, aceite de oliva, o aguacate; así como tomar alimentos calientes de vez en cuando.
"En caso de temperaturas extremas si se ve a personas vulnerables, como mendigos, alcohólicos, drogadictos o chicos tumbados por las calles o en los parques avisar a las autoridades ya sea al Samur social o a la policía para llevarles a centros u hospitales y evitar los terribles daños por la hipotermia antes de que sea demasiado tarde.
En última instancia, la doctora Moyano resalta que los colectivos más vulnerables frente al frío son: las personas de edades extremas, como los ancianos o los bebes; las personas dependientes por enfermedades neurológicas, ya sea por accidentes cerebrovasculares, traumatismos o patologías degenerativas; las personas con discapacidad intelectual, que no pueden manifestar su disconfort de la misma manera que las personas sin estas patologías; las situaciones de desnutrición; las personas con enfermedades endocrinas como diabetes mellitus, hipotiroidismo, insuficiencia suprarrenal o panhipopituitarismo, que no estén controladas de manera adecuada; y también las personas que están tratadas con determinados medicamentos como barbitúricos, antidepresivos, opiodes o antipsicóticos.