Como psicóloga, estas semanas me enfrento a una situación recurrente: personas que en consulta me confiesan estar preocupadas por la llegada de la Navidad.
Si tienes el espíritu de Santa Claus muy interiorizado, cuesta entender su ansiedad, pero intenta ponerte en situación: llegas a una casa que es la tuya, pero que no sientes como tuya. Tu familia empieza a bombardearte a preguntas sobre tu vida y tú no sabes ni qué ropa interior te vas a poner mañana. Te cuestionan, te critican y cuando te enfadas, te dicen que “tienes la piel muy fina” y que “no se te puede decir nada”.
En un intento de desconectar, quedas con tus amigos de toda la vida. Se han alineado los astros y están en la ciudad. Empiezan a compartir sus logros y éxitos: algunos tienen pareja estable, pero tú vas de cita en cita con personajes sacados de Tinder con la empatía de un pepino. Otros se han comprado una casa, mientras que tú pagas 600 euros de alquiler por un zulo sin luz. Y luego están los afortunados que tienen un contrato indefinido o que han aprobado una oposición, y te alegras de verdad, pero también te frustras porque encadenas contratos temporales y ni siquiera te entusiasma tu trabajo. Las comparaciones hacen mella en tu autoestima.
Como todos sufrimos en menor o mayor medida este malestar navideño, podemos hacer una cosa muy sencilla para facilitarnos la vida los unos a los otros (o por lo menos, para cuidar la salud mental del prójimo): evitar los siguientes siete comentarios.
O cualquier comentario relacionado con el peso o la alimentación. En serio, no son piropos ni tampoco bromas.
Molesta que te digan que ahora que estás delgado o delgada, estás guapo, porque parece que insinúan que antes no. Molesta que te pregunten si has engordado, aunque lo hagan con un chiste. Molesta que te juzguen por comer mucho o por comer poco. Molesta que se rían si la ropa te queda más apretada que el año pasado. Y no es que tu amigo o familiar sea exagerado, sensible o tenga la piel muy fina y no se le pueda decir nada, es que tú estás pasándote siete pueblos haciendo comentarios ofensivos que promueven Trastornos de la Conducta Alimentaria y problemas de autoestima.
El amor no es algo que se pueda forzar. Si tu amigo o familiar no ha encontrado a una persona con la que mantener una relación, no pasa nada. Quizá no tiene tiempo, quizá no ha conectado con nadie a ese nivel o quizá no busca una relación.
No necesitamos una media naranja para ser felices, de verdad, así que deja de asociar el éxito a tener novio o novia.
En primer lugar, hay muchas parejas que no quieren tener hijos y eso no dice nada del amor que sienten el uno por el otro o de lo satisfactoria que puede ser su vida. Tener hijos te hace feliz (a veces), pero no tenerlos y cultivar otras ambiciones también.
En segundo lugar, no conoces la situación de tu amigo o familiar como para presionarle con esta pregunta. Puede que uno de los miembros de la pareja quiera hijos y el otro no, y esa frase inocente ocasione un conflicto innecesario en plena Navidad. Puede que hayan intentado tener hijos, pero sufran problemas de fertilidad. Puede que no tengan tiempo ahora mismo por su situación laboral o que no tengan los recursos económicos para tener hijos, y la presión del comentario les haga sentir culpables. Hay muchas posibilidades, así que evita a tus seres queridos un sufrimiento innecesario mordiéndote la lengua.
Todos necesitamos un trabajo estable, pero los contratos indefinidos y las plazas fijas de oposición no caen del cielo.
La situación laboral ahora mismo es muy complicada y los jóvenes luchamos contra la precariedad. A todos nos gustaría tener un buen sueldo, un horario flexible y un contrato indefinido, pero es difícil conseguir esas condiciones. Esto genera mucho estrés y en una cena navideña, nadie quiere dar vueltas a las preocupaciones del día a día.
Tu primo no va a tener ningún déficit nutricional por no comer carne y tú no eres el más sano de la familia por comerte un chuletón viernes sí, viernes también. Si te gusta la carne, genial, pero no juzgues al que por principios o por salud no la come.
Además, los seres humanos no somos carnívoros. En todo caso, omnívoros, y con ciertas nociones sobre nutrición se puede mantener una dieta vegana o vegetariana completamente saludable.
Si tienes que añadir un “pero”, es que igual si eres racista. O machista. U homófobo. O tránsfobo. En realidad, todos lo somos porque hemos crecido en una sociedad en la que los derechos humanos se pisotean a diario, y está bien reconocer nuestros estereotipos, aprender y mejorar. Lo que no está bien es soltar chistes o comentarios discriminatorios, y justificarnos con la frase de “no iba en serio, es que me has entendido mal”.
Quizá todos se ríen, pero hay personas que se pueden sentir ofendidas (y con razón), pero no saben como pararte los pies. Estas navidades, deja la discriminación de lado.
Como decía, muchas personas sufren en Navidad. La ansiedad, la depresión, las ideaciones suicidas, los trastornos de la conducta alimentaria, el duelo por la muerte de un ser querido…, todas estas cuestiones afectan a nuestros seres queridos.
A veces con la mejor intención del mundo, intentamos quitar importancia al sufrimiento psicológico, pero frases como “venga, anímate” o “tienes que estar feliz” son como decirle a alguien con cáncer “venga, cúrate” o “tienes que estar sano”. La salud mental no depende solo de la actitud.
¿Quieres apoyar a tu amigo o familiar? Escúchale sin interrumpirle ni juzgarle. A veces con eso basta.