El asma es una de las enfermedades respiratorias más comunes en todo el mundo: afectando a alrededor del 5 % de la población, o lo que es lo mismo, a más de 350 millones de personas. Solo en España, en torno a 3 millones de personas sufren esta patología crónica que impide una correcta respiración. Su principal solución, los inhaladores, los cuales son los causantes de una de las mayores dosis de emisión de efecto invernadero. Debido a esto, el Colegio de Médicos del País Vasco, ha pedido que se abandonen, en la medida de lo posible, estos inhaladores tradicionales y que sean sustituidos por otros a base de polvo que contaminan "de veintiocho a treinta veces menos".
El continuado uso de los inhaladores tradicionales, se traduce en la emisión de cerca de 400.000 toneladas de CO2 a la atmósfera solo en España, dónde se venden al rededor de 15 millones de unidades. Este impacto directo sobre la huella de carbono se debe a que estos inhaladores, llamados pMDI, contienen propelentes hidrofluorocarbonados y suponen el 52 por ciento de los utilizados.
Desde la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) ha confirmado que ya se están buscando alternativas a estos propelentes que sean menos contaminantes y que "podrían producir hasta un 90 por ciento menos de huella de carbono". Aún así, este cambio se debe realizas de manera calmada, ya que "el cambio de inhalador por motivos no clínicos en pacientes bien controlados con inhaladores pMDI puede suponer un riesgo de deterioro o baja adhesión terapéutica".
Desde la agencia señalan que se realice una transición progresiva contra inhaladores de polvo seco, los cuales son mucho menos contaminantes. Estos contienen en su interior el medicamento en forma de pastilla, que al chafarlo sería lo que el paciente tendría que aspirar en caso de un ataque de asma. Por otro lado, el uso continuado del ventolín puede ocasionar graves problemas, tanto para el paciente como para el medioambiente.
El término 'vapear' está cada vez más presente en la sociedad, sobre todo entre los más jóvenes. Esta moda se presentó como una alternativa al tabaco, técnicamente más saludable, hecho que se aleja de la realidad. Lejos de ser saludable o de que ayuden a dejar de fumar, los cigarrillos electrónicos y el tabaco calentado son tóxicos y cancerígenos incluso para las personas expuestas al humo pasivamente, y sus efectos respiratorios y cardiovasculares a corto plazo son similares a los del tabaco. Así mismo, este tampoco es bueno con el medioambiente a pesar de que no se tiren al suelo los filtros como es el caso de los cigarrillos convencionales.
Pero el 'vapeo' también está trayendo graves problemas ambientales, ya que fomentan el aumento de plásticos de un solo uso, los cuales son muy contaminantes. A su vez, en muchas ocasiones, si no son recargables estos son tirados cuándo se acaba su contenido o su batería, las cuales generalmente son de iones de litio. Además, los químicos que suelen llevar para dar sabor también son muy tóxicos con el medioambiente.
A parte de ser muy perjudicial contra la biosfera, también causan graves daño en la salud de las personas. Recientemente, el Grupo de Abordaje al Tabaquismo de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) ha realizado un documento interactivo que profundiza en los mitos y la manipulación científica existente en cuanto al vapeo, para hacer creer a la población que este no es dañino para la salud, pero ya se ha cobrado más de una vida, en 2019 un estudio comenzó a asociar la muerte de varios ciudadanos estadounidense con el empleo de este producto.
Un 1,6 % de los ciudadanos españoles consumen cigarrillos electrónicos de forma habitual, y en la franja de edad de 14 a 18 años el nivel de experimentación -consumo en el último año- supera el 30 %. Sobre estos productos "se han extendido afirmaciones con escasa o nula base científica", explica uno de los integrantes de este grupo, Rodrigo Córdoba.
Sin embargo, la prácticamente todos los estudios independientes de la industria exponen en un 95 % que los cigarrillos electrónicos son peligrosos para la salud, ya que el aerosol es tóxico y cancerígeno incluso para las personas expuestas al humo y tienen efectos respiratorios y cardiovasculares a corto plazo similares a los del tabaco. De hecho, una joven tuvo que ser ingresada de urgencias en México por las perforaciones que le dejó este dispositivo.
Según este estudio, en el que este experto ha participado, y que analiza los mitos y realidades sobre el vapeo; en primer lugar, ha afirmado que este no es ayuda para dejar de fumar, sino todo lo contrario, convirtiéndose el 'vapeo' en "una puerta de entrada al tabaco en menores y adultos jóvenes" y su popularización está detrás del "repunte del tabaquismo" en este sector de la población.
Otro de los problemas es que los usuarios de cigarrillos electrónicos suelen hacer un consumo dual: se estima que entre el 60 y el 90 % fuman también tabaco tradicional, lo que multiplica el riesgo que estos suponen para la salud.
"La única forma demostrada con evidencia científica sólida de reducir el daño por tabaco y nicotina es abandonar completa y definitivamente su consumo", sentencia el experto. Córdoba advierte además de que la industria del tabaco apuesta por los cigarrillos electrónicos para "mantener la cuenta de resultados, usando las mismas tácticas que se utilizaban con el cigarrillo tradicional: publicidad en menores, oposición a las regulaciones y manipulación científica”.
Así, "uno de los mantras que promueve la industria del vapeo es la ‘reducción de daños en tabaco’”, una premisa que sostienen también "algunas organizaciones de perfil sanitario, como la plataforma para la reducción del daño por tabaquismo, que tiene el apoyo económico de la Asociación Española de Usuarios de Vaporizadores personales.
Sobre ello, el médico de familia hace un llamamiento a sospechar ante el término "reducción de daños en tabaco" cuando es un concepto "de salud pública y no podemos permitir que la industria lo utilice".