El primer jueves de cada mes de noviembre tiene lugar el Día Internacional contra la Violencia y el Acoso Escolar, una jornada que sirve para reflexionar acerca de este problema histórico que, en las últimas décadas, lejos de reducirse, gana en capacidad de daño y se traslada a plataformas como las redes sociales. Se trata de un tipo de violencia que afecta a la población infantil en todo el mundo, y cuyas consecuencias para las víctimas resultan especialmente nocivas desde el punto de vista psicológico y, a veces, también físico. Es frecuente que también el rendimiento escolar se vea afectado, lo que puede ser un primer indicador de la existencia de este tipo de problema. Toma nota de cómo saber si tus hijos son víctimas de bullying.
¿Cómo saber si nuestros hijos son víctimas de bullying?
El primer paso para identificar el bullying o acoso escolar es conocer su significado concreto: el bullying se define como un tipo de comportamiento violento e intimidatorio que se ejerce de manera verbal, física o psicológica entre niños y adolescentes durante la etapa escolar. Sus consecuencias para quien lo sufre son muchas y las secuelas psicológicas que produce este comportamiento suelen ser las más difíciles de curar. Es frecuente que la víctima se sienta desalentada, ansiosa, deprimida, triste... y que su autoestima se vea mermada.
Hay que tener en cuenta que este tipo de acoso puede producirse de forma individual o colectiva y, sobre todo, que puede llegar a ser muy sutil, especialmente cuando hablamos de bullying psicológico, uno de los tipos de bullying más complejos y dañinos. Además, cada vez es más frecuente que el acoso se traslade al ámbito de las redes sociales, amplificándose su daño potencial, por lo que es importante permanecer alerta en caso de que nuestros hijos o su entorno hagan uso de ellas. El foco principal suele darse en la escuela y, fuera de ella, en las zonas de ocio frecuentadas por niños y adolescentes.
Ten en cuenta también que es frecuente que quienes sufren bullying tengan un perfil sumiso, ciertas dificultades para defenderse, baja autoestima o diferenciarse de sus compañeros por algún motivo. En este contexto, sufrir abuso por parte de otros niños o adolescentes puede agravar estos problemas. En el caso concreto del bullying sexual, cuestiones relacionadas con la definición de género, con la orientación sexual o, simplemente, el hecho de ser mujer o de desarrollar ciertos atributos físicos, son elementos que pueden provocar todo tipo de casos de acoso escolar intenso.
Estos son algunos signos del bullying que pueden enseñarte cómo identificar si tu hijo sufre acoso escolar:
Cambio de carácter. Es frecuente que los niños víctimas de bullying experimenten cambios en su carácter, a veces en forma de tristeza, otras en forma de rabia o comportamientos más agresivos o impulsivos. La ansiedad va muy asociada a este tipo de problema, así como conductas de aislamiento, cambios de humor... Si tu hijo se vuelve más introvertido o evitativo, si pone excusas para esquivar acudir al colegio o a actividades con otros niños... te encuentras ante una señal clara de que algo no va bien.
Problemas de sueño. Al igual que nos ocurre en la edad adulta, las preocupaciones de cualquier tipo suelen afectar de forma directa a la calidad de nuestro descanso. Si tu hijo duerme peor, se despierta con frecuencia, le cuesta conciliar el sueño o tiene pesadillas, es posible que ello se deba a un caso de bullying. En cualquier caso, si se descarta este motivo, intenta averiguar qué otra preocupación le está quitando el sueño.
Pérdida de apetito. Si tu hijo está preocupado por su situación en el colegio, lo normal será que ello afecte también a su apetito. Aunque no se trata de una señal inequívoca de que nos encontramos ante un caso de acoso escolar, sí será un signo claro de que algo no va bien.
Síntomas físicos que somatizan el malestar psicológico. Pueden aparecer síntomas psicosomáticos, que son aquellos síntomas físicos que tienen su origen en el malestar psicológico, o que se agravan debido a este malestar mental. Por ejemplo, dolor de cabeza, dolor de estómago, vómitos, nerviosismo, contracturas musculares, tics nerviosos... Son frecuentes los síntomas asociados a la ansiedad: palpitaciones, taquicardia, temblores, sensación de asfixia... Aunque algunos de ellos pueden tener que ver con alguna enfermedad 'física', la combinación de varios de estos signos se relaciona con causas que parten de lo psicológico. Si se agravan el domingo y se atenúan cuando comienza el fin de semana, es hora de tomar medidas.
Disminución del rendimiento escolar. Cualquier situación de estrés psicológico influye negativamente en nuestro rendimiento, y esto se aplica también a los niños. Las calificaciones pueden empeorar por muchos motivos, pero el acoso escolar es sin duda uno de ellos. Es frecuente que la capacidad de prestar atención se vea mermada, así como tener dificultades para memorizar y comportarse de forma más dispersa y ausente.
Deterioro o pérdida de objetos personales. Un posible signo muy claro de acoso escolar es la supuesta pérdida de juguetes, libros, ropa... o bien su deterioro. Puede que alguien esté robándole sus cosas o destruyéndolas para causarle daño. Lo mismo se aplica al dinero: si notas que tu hijo te pide una cantidad mayor puede deberse a que alguien está quitándoselo.
Deterioro físico. Lógicamente, la aparición de moretones, arañazos... debe ponernos alerta, pero también el simple descuido físico. Puede que tu hijo busque pasar desapercibido o que su pérdida de autoestima desemboque en un menor cuidado personal.