Kiko Rivera se encuentra ingresado en el hospital Virgen del Rocío de Sevilla tras sufrir esta madrugada un grave problema de salud. La noticia llegaba a través de las redes sociales del programa de Telecinco 'Fiesta'.
A la espera de ver su evolución en las próximas horas, parece confirmado que habría sufrido un ictus en la madrugada del viernes 21 de octubre e, inmediatamente, se habría desplazado al hospital sevillano - un centro de referencia que cuenta con su propia unidad de ictus - a donde habría llegado "muy grave" y con claros síntomas de haber sufrido un accidente cerebrovascular.
Aunque en un principio se apuntaba que Kiko estaría muy grave y las próximas horas serían cruciales para ver su evolución.
El ictus, que es una lesión que se produce por la interrupción del flujo sanguíneo en alguna zona del cerebro, se está convirtiendo en la primera causa del daño cerebral adquirido afectando a población cada vez más joven. Sufrir esta lesión cerebral está sujeta a diversas y diferentes causas.
Sin embargo, los expertos apuntan a que la mayoría de casos de pacientes jóvenes que sufren ictus puede estar debido a hábitos inadecuados y a una alimentación poco saludable. En los últimos 20 años ha aumentado en un 25 por ciento el número de casos de ictus entre las personas de 20 a 64 años.
Además, un 5% de los mayores de 65 años de nuestro país han tenido un ictus. Asimismo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima en que los próximos 25 años su incidencia se incrementará un 27%.
Es decir, el término ictus viene a sustituir a todos aquellos términos que han hecho historia en nuestro acervo cultural para referirse a la brusca obstrucción de un vaso sanguíneo cerebral (trombosis, embolia), a su rotura (derrame) o a ambas (apoplejía).
Desde la Sociedad Española de Neurología (SEN) se aboga para que este vocablo sea el único a la hora de referirse a cualquier tipo de patología cerebrovascular aguda. Según que el origen del problema sea la obstrucción de una arteria cerebral o su rotura hablaremos de ictus isquémico (infarto cerebral) o ictus hemorrágico (hemorragia cerebral).
Esta patología representa la segunda causa de muerte en nuestro medio (la primera en la mujer), una de las principales causas de discapacidad permanente en el adulto y la segunda causa de demencia tras la enfermedad de Alzheimer. Traducido a cifras, afecta cada año a unos 120.000 – 130.000 españoles, de los cuales 80.000 fallecerán o quedarán con una discapacidad de por vida.
Los síntomas de alarma de ictus son desconocidos para una gran mayoría de ciudadanos población. Es por ello que tanto Sociedades Científicas como Asociaciones de Pacientes han diseñado campañas para intentar mejorar este aspecto. En ellas se han enfatizado aquellos síntomas (de los muchos por los que puede expresarse un ictus) más comunes, a saber:
En cualquiera de estos supuestos, y aunque los síntomas hayan sido transitorios y pasajeros, es de vital importancia acudir al hospital sin demoras, puesto que algunos tratamientos sólo pueden llevarse a cabo en un corto periodo de tiempo tras el inicio de los síntomas, en concreto en las primeras 4,5 horas.
En caso de sospechar que se está sufriendo un ictus, lo primero que hay que hacer es llamar a los servicios de urgencia (112). Es importante vigilar las constantes vitales del paciente, aflojarle la ropa e intentar que se encuentre lo más cómodo posible, pero sin moverle con brusquedad y sin sujetarla en caso de que sufra convulsiones. Tampoco debemos forzarle a hablar ni ofrecerle comida, bebida o medicamentos.
Si se produce una caída en estado de inconsciencia, hay que colocar al paciente de lado, con el brazo inferior estirado bajo la cabeza. Si dejara de respirar, y siempre que se cuente con los recursos necesarios, pueden realizarse maniobras de reanimación cardiopulmonar.
Además, es importante saber que quienes hayan sufrido un ictus presentan una alta probabilidad de sufrir otro ataque similar en los tres meses siguientes, por lo que es importante permanecer alerta. Menos de un tercio de los pacientes que sufren un ictus tienen los factores de riesgo controlados, a pesar de que la mayoría recibe tratamiento.