Superbollete, o Rubén, ha pasado por siete operaciones, 30 sesiones de radioterapia, una traqueostomía y cuatro ciclos de quimioterapia. Con solo 20 meses este niño valenciano padece un cáncer cerebral del que para sorpresa de todos, hasta de los médicos, se recupera siempre mejor de lo previsto. La historia de Superbollete llega a la Cámara Alta de la mano de Carles Mulet, senador de Compromís.
“¿Qué medidas piensa adoptar para conseguir tomar en serio la investigación de estos tumores menos conocidos, pero muy agresivos y destinar recursos a la investigación?”. Es la pregunta que el senador Carles Mulet ha registrado.
Superbollete, así es como le llaman sus padres cariñosamente, tiene un ependimoma, un tumor en el cerebro. Se lo diagnosticaron el pasado febrero, en el Hospital de la Fe, donde Rubén llegó después de meses de visitas al centro de salud, donde toco los achacaban a virus, y al Hospital de Requena.
Los vómitos, la cabeza ladeada y la pérdida de equilibrio se debían al cáncer en la zona de la nuca. "A un ependimoma del tamaño de una naranja. La suerte que tuvimos es que mi hijo no tenía aún los huesos del cráneo soldados, si no le habría matado", recuerda Marian en una entrevista en El Levante.
Esta madre reclama más investigación e inversión en el diagnóstico del cáncer infantil. "Si se hubiese diagnosticado antes de que le afectara a toda la zona de boca y la tráquea posiblemente las perspectivas de recuperación serían mejores", se lamenta. "Este movimiento para pedir más inversiones ya no lo hago por mi hijo, sino por los que vendrán".
El cáncer al pequeño Rubén de 20 meses le ha afectado a la visión y la audición del lado izquierdo. Además se le ha quedado media cuerda vocal y media membrana paralizada. También ha tenido que someterse a una traqueotomía y una PEG (un tubo flexible de alimentación a través de la pared abdominal hasta el estómago) y en la cabeza lleva insertado un catéter para drenar el líquido cefalorraquídeo.
Superbollete ha pasado por siete operaciones, una de ellas para extirparle el tumor de 15 horas. Se recuperó, dice su madre, mucho antes de lo previsto. “Llegó a casa como un vegetal” y a los dos meses y medio "volvió a sonreír y ya miraba, cuando los doctores nos dieron cuatro para que su cerebro reconectara”.
Los padres de Rubén están convencidos de que si el diagnóstico de su hijo hubiera llegado antes el tumor no le habría provocado tantas secuelas.