Arancha tiene 25 años y una relación estable con su pareja. Tras cuatro años juntos, él se enfrenta a un problema que no reconoce y ella no puede más: la adicción a las drogas. “Fuma porros todos los días, tiene problemas de ansiedad, a veces se pone agresivo y lo que más me duele es que no reconoce que tiene un problema. Todo eso está acabando con la relación”, confiesa ella.
Durante estos meses, Arancha lo ha intentado todo: “He estado encima para que lo dejase, he pasado de él para que lo superase solo, he tenido que mediar con amigos suyos que estaban preocupados, he preguntado a psicólogos… Y ya ha llegado un punto en el que la que ha necesitado ir terapia soy yo”, explica. Pero, ¿qué podemos hacer cuando nuestra pareja tiene una drogadicción y no se deja ayudar?
Todos tenemos una imagen de la drogadicción extrema, distorsionada y estigmatizada. En consecuencia, minimizamos conductas problemáticas con argumentos como “no es para tanto”, “solo consumo de fiesta” o “si quiero, lo dejo”. Lo cierto es que todas estas frases nos hacen pensar que tenemos el control, pero la primera cosa que debemos saber sobre la drogadicción es que no depende exclusivamente de nuestra fuerza de voluntad o de nuestra capacidad de raciocinio.
Cuando consumes drogas, tu cerebro cambia. Algunos cambios son muy breves y desaparecen cuando nuestro cuerpo degrada y expulsa la sustancia a través de la orina. Esto es lo que ocurre cuando, por ejemplo, bebes alcohol en una situación muy específica. Si son las fiestas de tu pueblo y te tomas un par de copas, el alcohol afectará a tu corteza frontal cerebral provocando desinhibición, al cerebelo provocando descoordinación motora o al diencéfalo provocando lapsos de memoria. Al día siguiente, tendrás una resaca importante, pero tu cuerpo expulsará el alcohol y volverás a tu estado normal.
Pero, ¿qué pasa cuando consumimos una droga en exceso? Que hay ciertos cambios que no van a desaparecer aunque hayamos degradado del todo la droga.
¡Ojo! Consumir en exceso no significa drogarte todos los días. También es problemático tener ‘atracones’ de la droga de forma esporádica. En ambos casos, pueden producirse daños estructurales (es decir, se lesionan áreas concretas de tu cerebro y otros órganos) y funcionales (no hay lesiones anatómicas, pero sí problemas en el funcionamiento).
A nivel cerebral, el gran problema de funcionamiento tiene lugar en los neurotransmisores, sustancias que regulan todo (y cuando digo todo, es todo: el estado de ánimo, el sueño, la agresividad, el hambre, la motivación, la memoria, etc.). Estos neurotransmisores, sobre todo la dopamina, regulan el circuito de recompensa, que es el área de nuestro cerebro que se engancha a la droga (a veces con un único consumo) y que nos hace querer más. Da igual que tu último consumo fuese hace una semana y no queden restos de la sustancia en el cuerpo: tu cerebro sigue enganchado.
Lo que te acabo de contar puede parecer teoría irrelevante, pero es importante saber esa información para entender por qué tu pareja no reconoce que tiene un problema y, sobre todo, porque le cuesta buscar ayuda.
Ten en cuenta que superar una adicción es un proceso lento en el que influyen muchos más factores que la ‘fuerza de voluntad’. En otras palabras, es muy fácil decirle a alguien “si quieres, puedes”, pero estos mensajes ignoran todos los factores biológicos, psicológicos y sociales que influyen en la adicción. Por eso es importante pedir ayuda profesional.
Adicionalmente, ¿qué puedes hacer para ayudar a tu pareja si tiene una drogadicción?