Cada vez que Ana discute con su pareja, rápidamente escribe a su mejor amiga para contarle todo el drama. Si hace falta, le manda hasta pantallazos. Su mejor amiga tiene muchísimas virtudes, pero la parcialidad no es una de ellas. Da igual el motivo de la discusión, siempre se posiciona del lado de Ana. Esto no ayuda mucho a Ana, porque se calienta cada vez más y en vez de ver las cosas de otra forma, acaba obsesionada con que siempre tiene razón. La bronca se acaba alargando y si hace falta, utiliza la carta de su mejor amiga: “Es que ella cree que tengo razón, que esto es culpa tuya”, le llega a decir a su pareja. Al final, el conflicto no se resuelve del todo bien, pero Ana se queda a gusto porque una persona ajena a la relación se ha posicionado de su lado.
Lo que acabo de describir es una historia completamente ficticia, pero muchísimo más habitual de lo que pensamos. Se llama triangulación, una forma de manipulación que puede perjudicar tus relaciones.
¿Tu pareja te compara una y otra vez con su ex? Si la respuesta es sí, esa persona está aplicando la triangulación. Lo mismo ocurre cuando tus padres te comparan constantemente con el hijo de la vecina que siempre sacaba buenas notas, aprobó una oposición y ahora tiene un trabajo exitoso. También cuando un “amigo” habla mal de ti para alejarte del grupo, o cuando tus compañeros de trabajo meten mierda sobre alguien para aislarle, o cuando tus padres te ponen en contra de un tío porque es “muy mala gente”.
Todos estos ejemplos tienen algo en común: se utiliza a una tercera persona para atacar a alguien. A veces esa tercera persona serás tú, pero otras veces serás la víctima. Por eso es importante activar nuestro sexto sentido cuando se está criticando a alguien; puede parecer un gesto inocente o incluso una crítica justa, pero muchas veces es una estrategia de manipulación.
Como decía, a veces la triangulación se realiza con intenciones honorables –por ejemplo, avisarte de que una persona es mala malísima para que no te acerques a ella y sufras–. Lo mismo ocurre cuando discutimos con la pareja y se lo contamos a nuestros padres o a nuestro mejor amigo; evidentemente quieren lo mejor para ti, y quizá por eso son un poquito imparciales. Este es precisamente el problema de la triangulación: es asimétrica, alguien sale perdiendo.
Para poder evitar caer en esta dinámica tan tóxica, debemos diferenciar a los tres protagonistas de la triangulación:
Desgraciadamente, es muy difícil darnos cuenta de que somos parte de la ecuación de la triangulación. Todos en algún momento hemos sido la persona manipuladora, la tercera persona o la víctima, y en todos los casos hay sufrimiento detrás.
La persona manipuladora puede desarrollar un estilo de comunicación pasivoagresivo, la tercera persona puede sentirse utilizada y la víctima puede acabar con graves inseguridades.
Para evitar caer en este tipo de manipulación, lo ideal es identificar sus estrategias:
Si detectas alguna de estas dinámicas, para, piensa y actúa. No tienes que posicionarte en un conflicto, tienes derecho a escuchar a ambas partes y a apoyar a quién tú creas.
Tampoco tienes que pasar por alto que tu pareja, tus padres o tu jefe te compare constantemente con otra persona para hacerte de menos. Si tú quieres mejorar, compárate con una versión de ti que te guste, pero no con una persona desconocida que tiene una manera de ser, un contexto social y unas oportunidades diferentes a las tuyas.
Y, sobre todo, no tienes que culpabilizarte por haber sido partícipe de la triangulación en el pasado, pero sí tienes que responsabilizarte para no volver a serlo en el futuro.