Qué es la triangulación, la técnica de manipulación que te convierte en el villano de la película
¿Tu pareja te compara con su ex? ¿Un antiguo amigo puso a todo el grupo en tu contra? Detrás de estas anécdotas tan desagradables, hay una estrategia de manipulación
La psicóloga Marina Pinilla analiza a fondo la triangulación, una técnica de manipulación que puede acabar con tus relaciones y con tu autoestima
¿Cómo sé que me están manipulando? Te contamos cinco dinámicas que debes evitar para no caer en la triangulación
Cada vez que Ana discute con su pareja, rápidamente escribe a su mejor amiga para contarle todo el drama. Si hace falta, le manda hasta pantallazos. Su mejor amiga tiene muchísimas virtudes, pero la parcialidad no es una de ellas. Da igual el motivo de la discusión, siempre se posiciona del lado de Ana. Esto no ayuda mucho a Ana, porque se calienta cada vez más y en vez de ver las cosas de otra forma, acaba obsesionada con que siempre tiene razón. La bronca se acaba alargando y si hace falta, utiliza la carta de su mejor amiga: “Es que ella cree que tengo razón, que esto es culpa tuya”, le llega a decir a su pareja. Al final, el conflicto no se resuelve del todo bien, pero Ana se queda a gusto porque una persona ajena a la relación se ha posicionado de su lado.
Lo que acabo de describir es una historia completamente ficticia, pero muchísimo más habitual de lo que pensamos. Se llama triangulación, una forma de manipulación que puede perjudicar tus relaciones.
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Qué es la triangulación y cómo afecta a tus relaciones
¿Tu pareja te compara una y otra vez con su ex? Si la respuesta es sí, esa persona está aplicando la triangulación. Lo mismo ocurre cuando tus padres te comparan constantemente con el hijo de la vecina que siempre sacaba buenas notas, aprobó una oposición y ahora tiene un trabajo exitoso. También cuando un “amigo” habla mal de ti para alejarte del grupo, o cuando tus compañeros de trabajo meten mierda sobre alguien para aislarle, o cuando tus padres te ponen en contra de un tío porque es “muy mala gente”.
Todos estos ejemplos tienen algo en común: se utiliza a una tercera persona para atacar a alguien. A veces esa tercera persona serás tú, pero otras veces serás la víctima. Por eso es importante activar nuestro sexto sentido cuando se está criticando a alguien; puede parecer un gesto inocente o incluso una crítica justa, pero muchas veces es una estrategia de manipulación.
Como decía, a veces la triangulación se realiza con intenciones honorables –por ejemplo, avisarte de que una persona es mala malísima para que no te acerques a ella y sufras–. Lo mismo ocurre cuando discutimos con la pareja y se lo contamos a nuestros padres o a nuestro mejor amigo; evidentemente quieren lo mejor para ti, y quizá por eso son un poquito imparciales. Este es precisamente el problema de la triangulación: es asimétrica, alguien sale perdiendo.
Cómo sé que me están manipulando
Para poder evitar caer en esta dinámica tan tóxica, debemos diferenciar a los tres protagonistas de la triangulación:
- La persona manipuladora. Puede hacerlo sin darse cuenta o sin mala intención, pero su intención es atacar a la víctima y generar conflicto. Normalmente, este ataque es muy sutil y la víctima no se da ni cuenta.
- La tercera persona. Siguiendo los ejemplos que he utilizado antes, es la ex de tu pareja o el hijo de la vecina. Es decir, es una persona que se utiliza como arma para que la víctima se sienta insegura y aislada. A veces, esta persona ni siquiera existe (la persona manipuladora se lo inventa todo), y en este caso la triangulación no es inconsciente, sino completamente intencional para hacer daño. En ocasiones, la tercera persona puedes ser tú: la persona manipuladora te mete en un conflicto que ni te va ni te viene con alguien que, según ella, es “lo peor de lo peor”.
- La víctima. Es la persona que sufre, la que acaba aislada, la que tiene la autoestima por los suelos por culpa de la triangulación. Por ejemplo, tú cuando tu pareja te compara con su ex o tus padres te comparan con alguien exitoso.
Desgraciadamente, es muy difícil darnos cuenta de que somos parte de la ecuación de la triangulación. Todos en algún momento hemos sido la persona manipuladora, la tercera persona o la víctima, y en todos los casos hay sufrimiento detrás.
La persona manipuladora puede desarrollar un estilo de comunicación pasivoagresivo, la tercera persona puede sentirse utilizada y la víctima puede acabar con graves inseguridades.
Cómo evitar la triangulación
Para evitar caer en este tipo de manipulación, lo ideal es identificar sus estrategias:
- Inducir celos. Es una de las formas de triangular más habitual, ya que se utiliza a una tercera persona para hacer sentir a la víctima insegura.
- Ayuda incondicional. La persona manipuladora te hace creer que está haciéndote un favor al alejarte de la víctima, cuando en realidad está utilizándote.
- Críticas. La persona manipuladora realiza críticas constantes sobre la víctima. A veces serán sutiles (bromas, pequeños rumores, enfatizar errores del pasado, etc.) y otras veces más explícitas (insultos, humillaciones, aislar a la víctima, etc.). No caigamos en el error de normalizar las críticas sutiles, porque son igual de dañinas.
- Amenazas. O estás con la persona manipuladora, o estás en su contra. Te exige posicionarte en el conflicto y por miedo, acabas dejando de lado a la víctima.
- Sensación de unidad. La persona manipuladora te hace creer que sois muchos más los que estáis de su lado y que la víctima está sola por algo, es decir, porque se lo ha buscado.
Si detectas alguna de estas dinámicas, para, piensa y actúa. No tienes que posicionarte en un conflicto, tienes derecho a escuchar a ambas partes y a apoyar a quién tú creas.
Tampoco tienes que pasar por alto que tu pareja, tus padres o tu jefe te compare constantemente con otra persona para hacerte de menos. Si tú quieres mejorar, compárate con una versión de ti que te guste, pero no con una persona desconocida que tiene una manera de ser, un contexto social y unas oportunidades diferentes a las tuyas.
Y, sobre todo, no tienes que culpabilizarte por haber sido partícipe de la triangulación en el pasado, pero sí tienes que responsabilizarte para no volver a serlo en el futuro.