¿Por qué en la era de la ciencia siguen triunfando las páginas de horóscopos en los periódicos?, ¿Por qué la gente sigue creyendo en la información sobre su futuro o sobre su personalidad que se extrae de algo tan arbitrario como una tirada de cartas?
La historiadora Ame Rodríguez asegura que una vez conoció a la persona encargada de hacer los horóscopos de una revista que tenían fama de ser muy precisos, tanto que la gente les escribía felicitándolos por su astrólogo. Resulta, relata Rodríguez “que esta persona era un periodista común y corriente, sin ninguna formación en el área de astrología ni nada parecido, que escribía lo que se le ocurría en el momento”.
La realidad es que a pesar de que la psicología cuenta con herramientas psicométricas que pueden ayudarnos a conocernos mejor, la gente sigue creyendo en horóscopos y estos test de personalidad sin evidencias sólida y sigue sintiendo que lo que dicen de ellos es acertado: por eso sigue leyendo, consumiendo este tipo de productos y peor aún, diseñando sus vidas en función de esta información y tomando decisiones tan drásticas como divorciarse, mudarse de país o cambiar de trabajo ¿A qué se debe esto? La psicología tiene una explicación para este fenómeno; el conocido efecto Forer o falacia de la validación personal.
El término deriva de un experimento llevado a cabo en el año 1948 por el psicólogo y profesor estadounidense Bertram R.Forer, en el que suministró un test de personalidad a sus alumnos. Después de que completaran el test, el profesor entregó a cada uno de los alumnos una ficha con los resultados del análisis de personalidad. Les dio tiempo para que leyeran atentamente los resultados y les pidió que puntuasen del 0 al 5 la exactitud con la que creían que el análisis de personalidad los retrataba, siendo 0 “muy pobre” y 5 “excelente”. La media de las puntuaciones fue 4,26.
La sorpresa vino cuando Forer reveló a los estudiantes que la hoja de resultados era la misma para todos, de hecho, Forer había creado el texto recopilando frases al azar del horóscopo de una revista. Esto es lo que decía la hoja de resultados:
“Tienes la necesidad de que otras personas te aprecien y admiren, y sin embargo eres crítico contigo mismo. Aunque tu personalidad tiene algunas debilidades, generalmente eres capaz de compensarlas. Tienes una considerable capacidad sin usar que no has aprovechado. Aunque disciplinado y con autocontrol hacia el exterior, tiendes a aprensivo e inseguro por dentro. A veces tienes serias dudas sobre si has obrado bien o tomado las decisiones correctas. Prefieres una cierta cantidad de cambios y variedad y te sientes defraudado cuando te ves rodeado de restricciones y limitaciones. También estás orgulloso de ser un pensador independiente; y de no aceptar las afirmaciones de los otros sin pruebas suficientes. Pero encuentras poco sabio el ser muy franco en revelarte a los otros. A veces eres extrovertido, afable, y sociable, mientras que otras veces eres introvertido, precavido y reservado. Algunas de tus aspiraciones tienden a ser bastante irrealistas”.
El experimento de Forer se ha replicado muchas más veces y siempre se han obtenido resultados muy parecidos: las personas evaluadas no acostumbran a puntuar con menos de un 4 sobre 5 la precisión del análisis.
Gracias a estos estudios, entre la comunidad científica se ha tomado como verdadera la hipótesis de que las personas tienden a aceptar como propias generalizaciones que en realidad pueden ser válidas para cualquier persona. Esta sería la definición del efecto Forer.
En cualquier caso, el efecto Forer es únicamente la explicación científica a un comportamiento: que la gente siga creyendo en el horóscopo. Ahora bien; ¿qué explica la existencia de este efecto Forer?, ¿por qué las personas tienden a aceptar como propias generalizaciones que pueden ser válidas para cualquier persona? Hay diferentes interpretaciones, todas ellas compatibles.
Algunos expertos aseguran que el 'efecto Forer' se produce debido a nuestra falta de tolerancia a la incertidumbre. Los relatos sobre nosotros mismos y nuestro futuro que nos revelan estos horóscopos y test de personalidad nos dan una falsa sensación de control sobre el entorno, lo cual proporciona calma a nuestro cerebro, porque realmente se trata de afirmaciones lo suficientemente vagas como para ajustarse prácticamente a cualquier ser humano.
Pero es que, aunque no fueran afirmaciones tan generalizadas y vagas, desde una perspectiva neurocientífica, tenderíamos a creérnoslas por un simple tema de ahorro energético del cerebro. La neurocoach Adelina Ruano explica en el curso Neurodescodificación al cual asistí, que el cerebro prefiere certezas -por poco sentido que estas tengan- a la incertidumbre. Esto tiene que ver con que el interés prioritario de nuestro cerebro es nuestra supervivencia. Por eso tiene esa necesidad de no desperdiciar energía y guardarla por si en algún momento aparece una situación que ponga en peligro nuestra existencia y necesita hace uso de ella. Para nuestro cerebro, una manera de ahorrar energía es no tener que estar todo el tiempo dando sentido a los millones de bits de información que le llegan del entorno, ya que eso sería un gasto inasumible. Por eso, el cerebro crea mapas o patrones. Los patrones y mapas son interpretados como certezas que hacen al cerebro sentirse más seguro, ¡que es lo único que le importa! Cuando llega un nuevo dato, la prioridad va a ser siempre que ese dato (por descabellado que sea) encaje en un patrón o mapa conocido porque eso le da al cerebro mucha tranquilidad. Por eso, una persona evaluada en un horóscopo, por ejemplo, tenderá a dotar de sentido a la información y las explicaciones, aunque estas sean poco precisas.
Aquí entraría en juego también el famoso heurístico, atajo mental o sesgo cognitivo de confirmación, que se refiere a que las personas aceptamos con facilidad la información que encaja bien con nuestras expectativas (mapas y patrones) mientras que negamos o ignoramos la información que las contradicen.
Las investigaciones sobre el 'efecto Forer' han revelado que hay algunos factores que contribuyen a que este efecto se produzca de manera más acentuada. Por ejemplo, cuando más personalizado parezca el análisis o cuanta más autoridad otorguemos al evaluador, más tenderemos a creérnoslo.
Lo mismo ocurre cuando el análisis muestra especialmente aspectos positivos de la persona evaluada. Eso ocurre porque tendemos a dar mayor credibilidad a explicaciones satisfactorias de la realidad frente a otras que no nos satisfacen tanto
En el año 1982, el psicólogo Graham Tyson realizó un estudio que mostró que las personas consultan los horóscopos en respuesta a situaciones difíciles de la vida asociadas con un cambio social o personal como una ruptura en la relación de pareja. Es decir, lo que revela este estudio es que las personas tienden a recurrir a los horóscopos más en momentos de estrés, angustia y sufrimiento emocional, lo cual es, para los psicólogos y profesionales de la salud mental, inquietante.
Como decía al principio de este artículo, la psicología tiene instrumentos psicométricos con fiabilidad y validez científica que arrojan luz sobre nuestra personalidad y pueden ayudarnos a entender nuestras conductas y comportamientos. Además, las terapias cognitivo-conductuales, por ejemplo, cuentan con un amplio respaldo científico -sobre todo para el tratamiento de fobias, depresión y ansiedad- y, a día de hoy, siguen siendo las más usadas por los psicoterapeutas. Leer el horóscopo para “echarte unas risas con tus amigos”, está bien y puede ser divertido, ¿quién no lo ha hecho alguna vez? Para nuestra salud mental y/o bienestar psicológico y emocional, siempre es mejor ponerse en manos de un profesional.