Un nuevo estudio realizado por investigadores de UTHealth Houston (Estados Unidos) ha descubierto que los niños infectados con COVID-19, pero no hospitalizados, pueden seguir experimentando síntomas prolongados de COVID-19 persistente hasta tres meses después de la infección.
En su trabajo, publicado en la revista científica 'The Pediatric Infectious Disease Journal', los investigadores examinaron los datos de voluntarios de todo el estado de Texas con edades comprendidas entre los 5 y los 18 años que se inscribieron en la encuesta Texas CARES, que comenzó en octubre de 2020 con el objetivo de evaluar el estado de los anticuerpos contra la COVID-19 a lo largo del tiempo entre una población de adultos y niños de Texas.
Los datos para este estudio se recopilaron antes y después del lanzamiento de la vacuna y durante las oleadas de las variantes delta y ómicron.
"Nos interesaba saber si los niños afectados por una infección aguda o grave de COVID-19 seguirían teniendo síntomas persistentes, o lo que llamamos COVID largo. Este estudio en particular es único ya que es el primer estudio poblacional en la literatura que informa sobre la prevalencia de COVID-19 persistente en niños que no han sido hospitalizados con COVID-19", ha comentado Sarah Messiah, primera autora del estudio.
Un total de 82 voluntarios pediátricos (el 4,8% del total de 1.813) informaron de que tenían síntomas de COVID-19 persistente: el 1,5 por ciento mostró síntomas que duraban entre cuatro y 12 semanas, incluyendo pérdida del gusto y del olfato, fatiga y tos. Un 3,3 por ciento adicional informó de que síntomas como la pérdida del gusto y el olfato, la tos y la dificultad para respirar persistieron durante más de 12 semanas.
"A partir de esta información queríamos saber: "¿Qué podría poner a un niño en mayor riesgo de padecer COVID-19 persistente y quién es más susceptible de padecerlo? Cuando analizamos los factores de riesgo de los que declararon síntomas más allá de las 12 semanas, descubrimos que los niños que no estaban vacunados y que tenían obesidad tenían más posibilidades de desarrollar COVID-19 persistente. Estos resultados son coherentes con otras publicaciones en las que se constata que los niños y los adultos que tienen afecciones comórbidas y no están vacunados tienen un mayor riesgo de ser hospitalizados por el virus", detalla Messiah.
Además, los investigadores descubrieron que los niños infectados con COVID-19 antes de la aparición de la variante delta tenían más riesgo de desarrollar COVID-19 persistente. "Si tenías COVID-19 antes de la pandemia, tenías más riesgo de tener síntomas más largos. Con delta y ómicron, vimos muchos niños que acabaron hospitalizados, pero sus síntomas eran menos graves, y nuestros resultados muestran que también eran menos propensos a informar de síntomas persistentes", apunta la investigadora.