Cuando todavía no hemos superado completamente la pandemia del coronavirus y los estragos que ha provocado, la viruela del mono se consagra como la otra gran emergencia sanitaria del verano. Según un informe reciente publicado por ‘The Lancet’, con participación de tres hospitales españoles, el 40% de pacientes con viruela del mono sufre complicaciones que requieren tratamiento médico, como ha informado este martes la ‘Fundació Lluita contra les Infeccions’ resumiendo las conclusiones del estudio.
Concretamente, este último se ha realizado en Madrid y Barcelona, las dos zonas españolas más afectadas y ha contado con la colaboración del Hospital Universitario 12 de Octubre, el Germans Trias-Fundació Lluita contra les Infeccions y el de Vall d'Hebron, con la participación de la London School for Hygiene and Tropical Medicine.
Precisamente desde la Ciudad Condal, Informativos Telecinco ha entrevistado a un afectado por la viruela del mono que ha expresado, desde su particular experiencia, cómo han sido sus efectos, cómo ha pasado la enfermedad y qué pautas ha recibido.
En su caso, lo primero que sintió es “mucho, mucho sueño”, algo que en un principio atribuyó a la mudanza que estaba realizando. Sin embargo, pese a dormir significativamente después, ese cansancio no desaparecía.
Al cabo de los días, relata, tuvo “un pico de fiebre que no había manera de que bajara”. Fue entonces cuando pensó que se trataba del dichoso covid. Sin embargo, tras efectuarse distintos test de autodiagnóstico comprados en la farmacia, nunca salía positivo. Por eso, pensando que era cosa de los test, decidió acudir al médico para que le realizaran un PCR.
Estuvo cinco días con cansancio y fiebre y le habían salido unas erupciones en la piel, por lo que cuando llegó en busca de ayuda vieron claro que estaba afectado por la viruela del mono.
“Primero me hicieron una PCR para confirmar que era positivo en la viruela del mono”, explica señalando que el protocolo consiste entonces en “encerrarte en casa” e incluso “en tu propia habitación si compartes piso”, como era su caso, y “usar tu propio baño, o si no desinfectarlo” para “esperar a que los granitos que te salen salga la cicatriz y caiga”.
“No hay tratamiento, como mucho paracetamol para bajar la fiebre”, señala, precisando que le dijeron que debía que guardar “21 días de aislamiento desde el primer síntoma, hasta la recuperación completa”.
“Yo estuve encerrado unos 12 días, pero malo estuve 17 o 18, más o menos”, detalla.
En su caso, señala que al principio sintió “mucho picor”: “Pica muchísimo. Antes de que me saliera el grano en la zona yo ya sabía que iba a salir porque me picaba muchísimo”, enfatiza.
No obstante, más allá del cansancio, la fiebre, las erupciones, los granos y el picor, señala que para él lo peor fue sin duda el confinamiento: “Llega un momento en que, a la semana, dejas de tener fiebre, y yo me encontraba bien. Entonces, estar encerrado otra vez, después del confinamiento que tuvimos, para mí ha sido un martirio”, relata.
No obstante, el afectado, –que reclama que no se estigmatice a nadie ni nadie se culpabilice por contagiarse–, explica que, según entiende, “el pus de los granos es muy contagioso”, y por eso es necesario “evitar estar en contacto con la gente”.