Consejos para bañarte en pantanos y no correr peligro

  • Algunos factores de riesgo en el caso de los pantanos son la escasa visibilidad, la presencia de fango o los escalones inesperados

  • Las autoridades recuerdan cada año que es importante bañarse únicamente en aguas correctamente señalizadas

  • Bañarse en pantanos entran ciertos peligros, incluyendo la presencia de corrientes

Bañarse en pantanos, lagos, ríos o embalses parece, al menos a simple vista, menos peligroso que hacerlo en pleno océano. La presencia de olas y fuertes corrientes es algo que damos por hecho cuando acudimos a una playa y que nos mantiene alerta en este tipo de espacios, pero el hecho de que las aguas de interior parezcan normalmente más calmadas no significa que no existan peligros cuando nos bañamos en ellas, incluyendo la presencia de corrientes. Para evitar cualquier peligro, toma nota de estos consejos para bañarte en pantanos de forma segura.

Consejos para bañarte en pantanos y no correr peligro

Cualquier zona de baño, sea de interior o de exterior, puede suponer algún tipo de peligro si no tomamos ciertas precauciones. Lo principal es informarse antes de meter un pie en el agua especialmente si es la primera vez que la visitamos, así como permanecer atento a posibles señalizaciones, atendiendo a su contenido antes de lanzarnos al agua. Si es posible, pregunta a los responsables de seguridad o socorrismo, o bien a otros bañistas locales que puedan orientarte. Recuerda que cada año siguen produciéndose muerte por ahogamiento en este tipo de lugares, por lo que es importante conocer los riesgos de bañarse en pantanos, lagos y embalses.

El riesgo del fango o los escalones inesperados

Algunos factores de riesgo en el caso de los pantanos son la escasa visibilidad, la presencia de fango o los escalones inesperados. También las corrientes submarinas, que pueden pasar inadvertidas debido a que este tipo de aguas suelen tener un aspecto calmado en la superficie, o bien lo engañoso de las distancias: puede que nuestra percepción nos juegue una mala pasada y que pensemos que la orilla contraria se encuentra más cerca de lo que realmente está. No hay que olvidar que, a veces, los peligros son silenciosos.

Este sentido, las autoridades recuerdan cada año que es importante bañarse únicamente en aguas correctamente señalizadas, permitidas y preparadas para el baño y, siempre que sea posible, en las que veamos bien el fondo. Esto es especialmente aplicable al caso del agua dulce, ya que su apariencia tranquila puede resultar engañosa y ocultar cambios de profundidad importantes. Sobe todo cuando se trata de niños que aún no saben nadar, tener esto en cuenta es muy importante para evitar sustos.

Otro peligro asociado a estas zonas de baño es lanzarse al agua sin tener en cuenta la profundidad de la zona. Cada año se producen nuevos casos de traumatismos craneales graves o lesiones medulares asociadas a golpes por lanzarse de cabeza al agua. Ni que decir tiene que bañarse después de haber bebido alcohol, de noche, o tirarse al agua desde una altura elevada, son prácticas que hay que evitar a toda costa.

Por otro lado, siempre será mejor bañarse acompañado o con alguien cercano que pueda avisar a un profesional en caso de que sea necesario. La cautela debe ser aún mayor cuando acudamos a un pantano o lago en familia: es importante que los niños lleven algún tipo de protección, como chalecos o flotadores.

Estos son los principales riesgos asociados a las aguas de interior:

  • Ten en cuenta la climatología. En verano es frecuente la posibilidad de tormenta: en estos casos, no es nada recomendable bañarse en ríos, lagos o embalses, y mucho menos hacerlo cerca de zonas con árboles. Además, las fuertes lluvias pueden provocar desbordamientos en muy poco tiempo.
  • La profundidad y las corrientes son clave. Este punto es muy importante, ya que existen muchos elementos naturales que pueden dificultar el baño. Presencia de rocas, ramas, corrientes, zonas con mayor o menor profundidad… juegan un papel clave a la hora de elegir dónde bañarnos.
  • Evita nadar en zonas profundas. No subestimes el poder de las corrientes y evita las zonas de profundidad. Los contrastes entre aguas frías y cálidas pueden provocar corrientes que nos hundan, lo que resulta especialmente peligroso en el caso de los niños.
  • No olvides el estado de salud del agua. Aunque no se trata, en principio, de un riesgo de vida o muerte, conocer la salud del agua es importante para evitar un baño rodeado de tóxicos o suciedad. No siempre está permitido el baño en las zonas como ríos, lagos y pantanos, y a veces esto se debe a la falta de calidad del agua.
  • Cuidado con la flora y la fauna. No se trata solo de que puedan jugarnos una mala pasada, sino de que debemos ser muy respetuosos con las especies que habitan en la zona de baño a la que acudamos. Ten mucho cuidado y no arrojes residuos, no hagas fuegos, y respeta las normas de seguridad para lograr preservar estas zonas tal y como se encuentran.