A veces no queda más remedio que hacer uso de los baños públicos, especialmente en la temporada de verano, cuando pasamos más tiempo fuera y hacemos uso de más instalaciones al aire libre o comunitarias. En la playa, en la piscina, en conciertos y festivales, en aeropuertos y estaciones de tren, en restaurantes y bares, en áreas de visitantes...
Por eso es importante tener en cuenta una serie de consejos que pueden ahorrarte más de un susto: la higiene de estos espacios no siempre es la adecuada y normalmente se trata de áreas de mucho tránsito, por lo que la probabilidad de sufrir una infección o de contagiarnos con alguna enfermedad se multiplican. ¿Cuál es el riesgo de usar los baños públicos? ¿Cómo usar un baño público de forma segura?
A casi nadie le gusta hacer uso de un baño público, y no es para menos: el riesgo de sufrir una infección o de contraer ciertas enfermedades aumenta en este tipo de espacios por los que pasan decenas o centenares de personas cada día. De ahí que una de las lecciones sanitarias más importantes que aprendemos desde pequeños sea precisamente cómo hacer uso de los baños públicos minimizando riesgos.
La buena noticia es que, si somos precavidos, no tiene por qué ocurrirnos nada malo. Nuestra propia piel es una importante barrera protectora cuando se trata de evitar la entrada de gérmenes, aunque debemos mantenerla limpia para evitar contagios por contacto.
Es importante saber que los gérmenes y bacterias suelen acumularse en mayor medida en las zonas que debemos tocar necesariamente, como grifos, encimeras, pulsador de la cisterna, tapa del inodoro... También debes tener en cuenta que la entrada de patógenos externos es mucho más probable a través de nariz, boca u ojos, y no tanto por contacto directo con el tracto urinario, digestivo o genital. La situación cambia si tenemos alguna herida, ya que la entrada de agentes externos resulta más sencilla.
En general, se recomienda tocar lo menos posible cualquier objeto en estos espacios, así como limpiar con un poco de papel higiénico (y sin tocarla) la taza del inodoro. Otro truco básico consiste en tirar de la cisterna con la tapa bajada, ya que la caída de agua puede provocar el movimiento de bacterias y su propagación a través de pequeñas partículas. Siempre será mejor no sentarse sobre la taza o hacerlo usando algún tipo de protección, como papel higiénico. Si te cuesta mantener el equilibrio, es preferible que priorices pasar el menor tiempo posible en el baño: cuanto más tardes, mayor será la probabilidad de contagio.
Una vez hayas terminado, lávate muy bien las manos usando jabón o gel hidroalcohólico, y sécalas completamente, ya sea usando papel o un aparato de aire. Lo habitual es que el jabón se encuentre en dispensadores, lo que resulta mucho más higiénico que usar una pastilla. Ante la duda, si un aseo tiene mal aspecto o se encuentra especialmente sucio, evita usarlo. Intenta llevar también toallas o pañuelos para que, en caso deo que no quede, no te veas en un apuro: evitar la humedad en la zona genital es básico para evitar cistitis.