El impacto psicológico del síndrome de ovario poliquístico o SOP: “Me acomplejan mi peso, el vello corporal y los granos”

Elena tenía 23 años cuando le diagnosticaron síndrome de ovario poliquístico (SOP). Llevaba seis meses sin menstruación, pero su médico no le daba importancia, lo achacaba al estrés. Poco después, volvió a bajarle la regla de una forma muy abundante y dolorosa. Se asustó, fue a urgencias y tras varias consultas con el especialista de ginecología averiguaron lo que ocurría: un desequilibrio hormonal había provocado varios quistes en sus ovarios. Fue entonces cuando comenzó el tratamiento y cuando el cuerpo de Elena comenzó a cambiar. Ahora, dos años después, la joven de Guadalajara ha dejado atrás la mayoría de complicaciones físicas, pero lidia a diario con las secuelas psicológicas del síndrome de ovario poliquístico.

“He engordado más de veinte kilos en dos años, imagínate mirarte al espejo y no reconocerte”, comparte con Yasss, “es una batalla diaria”. Al cambio en su peso se suma el acné, el aumento del vello corporal o hitrusismo y la acantosis nigricans, un problema en la piel que provoca una pigmentación más oscura. “Mentalmente es durísimo, sobre todo en verano. El año pasado no pisé ni la piscina ni la playa con la excusa del Covid, pero era por los complejos. Este año tampoco me veo capaz. No me gusta lo que veo en el espejo y me niego a que otras personas lo vean”, relata. A mayores, estas inseguridades han afectado a su vida amorosa y sexual: “mi ex y yo lo dejamos poco antes de que me diagnosticasen SOP y desde entonces solo he estado con tres chicos. Lo paso muy mal, no me siento cómoda”.

Ansiedad, episodios de depresión y ansiedad social son algunas de las dificultades psicológicas que Elena trata en terapia psicológica, pero como ella, miles de mujeres lidian con el síndrome de ovario poliquístico sin ser informadas sobre el impacto psicológico que conlleva.

Qué es el síndrome de ovario poliquístico y cuáles son sus síntomas físicos y psicológicos

El síndrome de ovario poliquístico o SOP es un problema médico provocado por un desequilibrio hormonal de origen desconocido. Lo que sí se sabe es que muchas mujeres con SOP tienen unos niveles de andrógenos anormalmente altos y quistes pequeños en los ovarios. Desgraciadamente, pueden tardar meses antes de encontrar estos indicadores ya que el SOP es un trastorno infradiagnosticado.

Algunos síntomas que pueden alertar de la presencia del síndrome de ovario poliquístico son:

  • Ciclos menstruales muy irregulares. Habitualmente pueden pasar más de 35 días entre periodos (esto se conoce como oligomenorrea), pero hay mujeres que se pasan meses sin la regla (esto se conoce como amenorrea). También es habitual que cuando tienes la menstruación, el sangrado sea muy abundante (esto se conoce como menorragia).
  • Cuando te baja la regla, experimentas un dolor muy intenso en la zona pélvica o de los riñones.
  • Hitrusismo: tienes mucho vello corporal tanto en zonas donde suele crecer, como en otras zonas donde no es tan habitual como el rostro, los muslos, el pecho, la tripa o la espalda. 
  • Acantosis nigricans: tienes zonas de tu piel con pequeños parches oscuros, como si la piel se te hubiese puesto morena solo en esa área. Además, es un poco más gruesa o áspera.
  • Acné abundante y a veces con granos dolorosos.
  • Tendencia a ganar peso y mucha dificultad para adelgazar.
  • Piel y cabello muy grasos.
  • Cabello muy fino y con tendencia a la caída, pudiendo tener pequeños parches o calvas.
  • Pequeños bultos o papilomas cutáneos en la zona de las axilas o del cuello.
  • Dificultad para quedarte embarazada y, en algunos casos, infertilidad.
  • Labilidad emocional. El desequilibrio hormonal puede afectar a tu estado de ánimo provocando episodios de irritabilidad, tristeza, mucha inseguridad repentina, y de repente vuelves a sentirte tranquila y feliz.
  • Predisposición a la ansiedad.
  • Predisposición a la depresión.

Tratamiento del SOP: recomendaciones para lidiar con los síntomas psicológicos

El tratamiento del síndrome de ovario poliquístico depende mucho de la persona, sus síntomas y la causa, ya que puede haber una influencia hormonal (que se confirma a través de una analítica), una influencia genética (si tienes antecedentes de SOP en tu familia), una influencia de la insulina (que se produce cuando el cuerpo tiene dificultad para procesar el azúcar que comemos) y una influencia ambiental que se está estudiando a día de hoy (se ha relacionado el SOP con ciertos compuestos, con el tabaco o incluso con la contaminación).

No podemos negar que la mayoría de personas con síndrome de ovario poliquístico reciben el mismo tratamiento: píldoras anticonceptivas. Si bien en algunos casos son útiles, también conllevan ciertos efectos psicológicos y físicos y siempre deben combinarse con pautas psicológicas:

  1. Técnicas de relajación muscular y de respiración. Se ha demostrado que estas técnicas psicológicas pueden ayudar a lidiar con la ansiedad y con el dolor asociado a la menstruación.
  2. Ejercicio físico de intensidad leve o moderada, dependiendo de tus gustos y capacidad. Si te gusta el crossfit o la musculación, genial, pero también puedes pasear, hacer una pequeña ruta de senderismo el fin de semana, nadar en la piscina, bailar de vez en cuando, etc.
  3. Cambios alimenticios. Además de mejorar la ansiedad y la depresión, una alimentación saludable puede ayudar a reequilibrar tus hormonas. Pero, ¿qué es saludable? Comer alimentos que te nutran, permitirte disfrutar de la comida de vez en cuando, dejar de lado las dietas restrictivas para adelgazar y pedir ayuda profesional si sufres atracones.
  4. Actividades reforzantes. En otras palabras, hacer cosas que te gustan tanto a solas como con personas de tu entorno. Por ejemplo, dibujar, cuidar tus plantas, ir al cine, hacer una escapada de fin de semana, etc. Estas actividades te ayudarán a lidiar con la ansiedad y con la tristeza.
  5. Trabajar tu comunicación y tu asertividad, sobre todo para hacer frente a los cambios de tu estado de ánimo. Es importante aprender a decir las cosas a tiempo, sin callarte lo que te preocupa o lo que te ha sentado mal, pero expresándote de una forma empática y asertiva. Es decir, sin hacerte pequeñita por vergüenza y sin hablar de forma agresiva.