El aborto de una menor de 10 años en Indiana, tras tener que desplazarse desde el estado de Ohio la semana pasada, ha despertado un intenso debate en Estados Unidos. Algunos destacados opositores plantearon que la niña (que fue violada) debía haber dado a luz. No obstante, las doctoras que trabajan en países donde los embarazos son algo común entre las adolescentes, aseguran que, tal vez, quienes insisten en estas conjeturas desconocen el severo daño que causan tanto la gestación como el parto en el cuerpo de una niña.
“Sus cuerpos no están listos para dar a luz y es algo muy traumático", ha explicado, en declaraciones a 'The New York Times', Marie Bass Gomez, jefa de enfermería en el Hospital Infantil y de Maternidad de Bundung, en Gambia. Por otra parte, Ashok Dyalchand, un médico que ha trabajado con adolescentes embarazadas en comunidades de bajos ingresos en la India, afirma en el mismo rotativo que el principal problema es que las niñas presentan una pelvis muy estrecha como para que pueda pasar un feto pequeño.
Según el especialista, "la labor de parto que experimentan" las menores "es prolongada y obstruida" -el feto aplasta la vejiga y la uretra-, por lo que puede aparecer la denominada enfermedad pélvica inflamatoria y la ruptura de tejidos entre la vagina, la vejiga y el recto. Un hecho realmente difícil, en especial para las menores de 15 años, apunta el doctor Dyalchand. Las complicaciones, la morbilidad y la mortalidad son mucho más elevadas en esta franja de edad, comparadas con las de 16 a 19 años.
Sin embargo, la mortalidad de quienes tienen de 16 a 19 años es del doble de la que se da entre las mujeres de 20 años y más, destacan los especialistas. A nivel global, según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las complicaciones derivadas del embarazo y el parto son la principal causa de muerte en adolescentes con edades comprendidas entre los 15 y los 19 años. De hecho, una investigación publicada en 'Journal of Neonatal-Perinatal Medicine' en 2014 asegura que tener hijos a una edad temprana se vincula con un mayor riesgo de anemia materna, infecciones, eclampsia y preeclampsia, partos de emergencia por cesárea y depresión posparto.
Willibald Zeck, especialista en salud materna y ginecología, que ha trabajado en Nepal y Filipinas, facilita otros detalles: los bebés nacidos de niñas casi siempre son prematuros y tienen poco peso al nacer. Además, aunque una niña de 10 años (como en el caso de Ohio) acceda a cuidados prenatales y una cesárea que reduzca las consecuencias de un parto obstruido, la experiencia del embarazo le marcará igual a una joven en la India o en EEUU.
El experto señala que un buen cuidado prenatal puede evitar que "se abra un agujero entre la pared de la vejiga o del recto y la vagina (fístula), que provoca que la orina o el excremento se filtre y provoque dolor, además de otras complicaciones. Sin embargo, ni siquiera un buen cuidado prenatal evita que aparezcan cuadros de hipertensión o infecciones en el tracto urinario, algo muy común entre madres muy jóvenes.
También hay que tener en cuenta que un embarazo temprano frena el desarrollo físico y mental de las niñas. Muchas de ellas dejan los estudios y limitan sus interacciones sociales. Según el doctor, una madre anémica puede tener problemas para llevar el embarazo, mientras el feto se apropia de los nutrientes y sigue creciendo hasta que supera por mucho lo que puede dejar pasar la pelvis de una joven. En muchos casos, según otro especialista, Shershah Syed, el bebé "está muerto".
El experto, con gran experiencia en países de Asia como Pakistán, destaca que en los partos obstruidos donde una joven pueda sufrir una fístula, los médicos pueden atenderles con un tratamiento en clínica. La recuperación es un proceso muy largo. Una fístula de vejiga tarda en sanar, más o menos, cinco semanas, mientras que una fístula de recto tarda de cuatro a cinco meses. "El embarazo no es una situación que esté hecho para ellas", sentencia.