Con máximas por encima de los 40º y unas noches agobiantes, los españoles nos hemos enfrentado durante la última semana a una de las olas de calor más duras de los últimos años. Aunque está empezando a remitir, lo cierto es que las altas temperaturas nos acompañarán durante lo que queda de verano, y si bien el clima puede parecer algo completamente ajeno a la salud mental, la ciencia ha demostrado que tiene un gran impacto psicológico.
Estudios científicos han encontrado un aumento de la irritabilidad y de la agresividad asociado a las altas temperaturas. Esto es lo que le ocurre a Andrea, granadina de 25 años: “Estoy de mala leche, como premenstrual”, comparte entre bromas, pero preocupada porque esta irritabilidad está afectando a su relación de pareja. “No quiero que mi novio me toque. Me abraza y me pongo tensa. Pobre, qué paciencia tiene, pero es que estoy cabreada por el calor y salto a la mínima”.
La razón es que el calor genera una sensación de incomodidad inevitable. Si tienes frío en invierno, basta con ponerte más capas de ropa. Además, en esas condiciones, el contacto físico es agradable para entrar en calor. En cambio, en verano, todo “nos sobra”. La ropa, la sábana de la cama y hasta una caricia de nuestra pareja pueden generar esa sensación de agobio tan desagradable que se traduce en irritabilidad, mal humor e incluso episodios de agresividad verbal o física.
Como decía, son muchas las investigaciones que han analizado la relación entre el calor y el enfado a lo largo de la historia. Ya en 1997 se encontró que durante las temporadas con altas temperaturas, aumentaban los crímenes, especialmente en escuelas y universidades, prisiones o en el entorno de trabajo. Han pasado veinticinco años desde este estudio y las temperaturas se han elevado progresivamente, por lo que el contexto no es demasiado optimista para los hallazgos científicos.
Otro de los grandes efectos de la ola de calor en nuestra salud mental es el deterioro del rendimiento, sobre todo por una peor capacidad de atención sostenida o, en otras palabras, es imposible concentrarnos sin un ventilador a un metro de distancia.
“Soy incapaz de concentrarme más de 30 minutos seguidos”, explica Miguel Ángel, un joven de Cáceres de 29 años que teletrabaja como periodista. “Tengo que escribir y no puedo. Tengo la mente en blanco. Es muy frustrante porque no aguanto sentado. Me levanto porque tengo calor, pierdo el hilo, y estoy tardando el triple en cosas que antes hacía en quince minutos. Es como si se me derritiese el cerebro”.
No se trata de una sensación aislada, ya que son muchas las personas que están experimentando problemas cognitivos durante la ola de calor: problemas para concentrarse, menos motivación, deterioro de la memoria, velocidad de pensamiento más lenta, dificultad para expresarse, peor comprensión de tareas complejas y problemas perceptivos. Esto ocurre en personas jóvenes y sanas, lo cual resulta muy frustrante ya que su rendimiento laboral se ve totalmente perjudicado durante episodios de ola de calor.
¿Te has sentido más cansado o cansada de lo habitual durante estas semanas? ¿Te tumbas en el sofá y te cuesta levantarte? ¿Sientes que tu energía está bajo mínimos? Es normal durante el verano, especialmente cuando el calor es extremo.
“Duermo fatal por la noche”, comparte Alba, madrileña de 21 años, “y me paso el resto del día sin energía. Es una sensación física y mental. Como que tengo los músculos dormidos, pero la cabeza también la tengo cansada”.
Lo que la joven ha descrito es algo generalizado. Se trata de una fatiga física y psicológica derivada de las altas temperaturas. La razón es, en primer lugar, que durante una ola de calor dormimos peor: tardamos mucho más en conciliar el sueño, y cuando lo logramos el sueño es muy superficial y con despertares frecuentes. Esto significa que el cerebro no descansa por la noche y si la situación se mantiene durante días, cada vez nos vamos agotando más y más, y también aumentan la irritabilidad y los problemas cognitivos que hemos descrito antes.
Por otro lado, incluso cuando una persona duerme como un bebé durante la noche (porque es afortunada y tiene aire acondicionado, o porque es capaz de conciliar el sueño incluso durante un apocalipsis climático), puede sentirse más cansada durante el día. Esto se debe a que el calor exige a nuestro cuerpo un gran aporte de energía. Salir a pasear o incluso limpiar la casa son actividades agotadoras durante una ola de calor.
Además de las secuelas descritas, hay otros efectos psicológicos importantes de la ola de calor:
Algunas recomendaciones médicas y psicológicas para afrontar la ola de calor son: