Plaquetas bajas, ¿cuándo debo preocuparme?: síntomas, causas y tratamiento
Las plaquetas forman parte de nuestra sangre y cumplen una función coaguladora, que entra en juego cuando es necesario taponar heridas
Los niveles normales de plaquetas en nuestro organismo se encuentran entre 150.000 y 450.000 unidades por microlitro de sangre
Un nivel bajo de plaquetas nos vuelve susceptibles de sufrir una hemorragia más difícil de controlar, y puede ser síntoma de distintas enfermedades
Nuestra sangre está compuesta por distintos tipos de células y cada una de ellas cumple una función específica. En el caso de las plaquetas, su función tiene que ver con la coagulación: cuando aparece una hemorragia (por ejemplo, una herida), se ponen en funcionamiento, aglutinándose en la zona dañada para taponarla, creando una malla que detiene el flujo de sangre. Sin ellas, la sangre no dejaría de brotar cuando sufrimos un corte. Por tanto, unos niveles de plaquetas bajos pueden resultar peligrosos, y se trata de un factor que debemos controlar. Se trata también de un posible síntoma de distintas enfermedades, incluyendo el cáncer. ¿Cuándo debes preocuparte por un nivel plaquetas bajo?
Plaquetas bajas: cuándo debo preocuparme
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El nivel de plaquetas en sangre es uno de los elementos que se observan cuando nos hacemos una analítica: en condiciones normales, tal y como explica Mapfre Salud, una persona tiene entre 150.000 y 450.000 plaquetas por microlitro de sangre. Cuando estos niveles se encuentran por debajo del límite normal de 150.000 unidades hablamos de trombocitopenia, trombopenia o plaquetopenia. Además, hay que tener en cuenta que las plaquetas se renuevan constantemente: su vida media es de 10 días, y nuestra médula ósea es la encargada de 'reponerlas' para que siempre contemos con un número suficiente de ellas.
Por eso, cuando los niveles de plaquetas bajan es necesario encontrar la causa. Algunos síntomas de plaquetas bajas que pueden ayudarte a identificar que algo no va del todo bien son una tendencia a la formación espontánea de hematomas, la aparición de petequias en la piel (se trata de pequeños hematomas), o bien sufrir hemorragias prolongada en heridas de escasa consideración.
Las personas con plaquetas bajas también pueden sangrar por la nariz con facilidad, o pueden experimentar sangrado de encías, así como presentar sangre en las heces o en la orina. En individuos de sexo femenino, también es posible que las menstruaciones sean más abundantes y prolongadas de lo normal. Sospecha también si te encuentras especialmente cansado, si aparece una coloración amarillenta en tu piel (ictericia) o si aparece un aumento del tamaño del bazo en la cavidad abdominal.
En cuanto a las causas de la trombocitopenia, pueden ser muy variadas e incluso relacionarse con el consumo de determinados medicamentos. También existen causas oncológicas, ya que el cáncer en la médula ósea afecta a la producción de plaquetas.
En general, el origen de esta carencia puede encontrarse en la retención de plaquetas en el bazo, pero también en la disminución de plaquetas en médula ósea (que, a su vez, puede ser indicador de enfermedades como la leucemia, algunos tipos de anemia, hepatitis C, infección por el VIH, efecto de ciertos quimioterápicos o consumo excesivo de alcohol).
Otra posible causa es un aumento de la destrucción de plaquetas: esto se asocia con el embarazo, con el lupus, la artritis reumatoide, púrpura trombocitopénica idiopática, síndrome hemolítico urémico, shock séptico (se trata de una complicación grave de una infección) o consumo de ciertos fármacos (sulfamidas, anticonvulsivos o heparina).
Si sospechas que tu nivel de plaquetas es bajo, deberás programar una analítica de sangre y, una vez confirmado este dato, es posible que se realicen otras pruebas para determinar la causa. El tratamiento de la trombocitopenia dependerá de la causa. Si es leve y puntual, bastará con hacer un seguimiento. Si es grave o persiste en el tiempo, puede que se te receten fármacos trombopénicos, o bien un tratamiento frente a enfermedades autoinmunes mediante el uso de corticoides o inmunomoduladores. Extrpar el bazo (cuando esta sea la causa), recibir transfusiones de sangre o plaquetas, o recambio plasmático, son otros tratamientos para reequilibrar la presencia de plaquetas.