El verano es época de descanso, de vacaciones y de pequeños excesos tras meses de duro trabajo. Por eso es habitual que descuidemos un poco nuestra dieta y que entremos en una especie de estado de 'pírdula' que, en realidad, también es necesario para equilibrar la balanza, siempre que nos mantengamos dentro de unos límites. La comidas copiosas y la falta de ejercicio nos pasarán factura a la larga, por lo que debemos intentar dosificar. Además, el riesgo de trastornos digestivos aumenta debido al calor, que puede provocar que determinados alimentos se echen a perder antes de tiempo. Toma nota de cómo prevenir los trastornos digestivos típicos del verano.
Todos sabemos que durante las vacaciones nos dejamos llevar más que nunca por el disfrute y el relax: las comidas se alargan, y las noches de cenas en compañía (con alguna que otra copa de más), también. Como con cualquier otra cosa, de lo que se trata es de encontrar un equilibrio para evitar que la situación se nos vaya de las manos: está bien 'premiarnos' tras el largo invierno con un poco de ocio desmedido, pero pasarnos de la raya puede afectar a nuestra salud.
Afortunadamente, el verano suele ser una etapa en la que consumimos de forma instintiva más alimentos hidratantes y nutritivos: el calor hace que sudemos más y que necesitemos un mayor aporte de agua, y frutas como la sandía o el melón, o el tan cotizado gazpacho, se introducen en nuestra dieta casi como básicos durante estos meses. Este tipo de productos son precisamente los que pueden ayudarte a equilibrar la balanza: intenta compensar cuando comas en exceso o cuando consumas más alcohol de la cuenta, y 'limpia' tu cuerpo con ellos cada día.
Además, llevar una dieta rica en productos de verano te ayudará a sentirte mejor y a descansar en mayor medida. Cuando nos sentimos pesados estamos empleando demasiada energía en tareas que podríamos evitar, como las largas digestiones. Si eliges darle a tu organismo un funcionamiento más ligero, te sentirás mucho mejor.
Más allá de cómo mantener una dieta medianamente saludable durante el verano, también debes tener cuidado con los riesgos 'extra' que aparecen durante estos meses, muchos de ellos relacionados con un único factor: el calor. Son meses en que conviene extremar precauciones en cuanto a la manipulación y limpieza de alimentos.
Así, para evitar intoxicaciones alimentarias, un primer consejo consiste en limpiar muy bien frutas y verduras antes de consumirlas para evitar cualquier posible parásito o sustancia que afecte a tu aparato digestivo. La mayoría de las intoxicaciones se producen en casa, y no en restaurantes: por tanto, el riesgo de indigestión o intoxicación se reducirá drásticamente si tomas algunas medidas preventivas.
Ten en cuenta que las altas temperaturas y la humedad son el caldo de cultivo perfecto de bacterias y gérmenes como la campylobacter o la salmonella: el resultado son síntomas muy desagradables que pueden fastidiarte las vacaciones, como diarrea, vómitos, dolor abdominal y fiebre.
Evítalo manteniendo los alimentos frescos bien refrigerados y comprando poco a poco para que no se acumulen carnes y pescados. Si puedes consumirlos en el mismo día, mucho mejor. Valora también que el pescado debe congelarse siempre antes de consumirse para evitar parásitos como los anisakis. Además, evita consumir agua que no sea embotellada (o bien utiliza filtros que te ofrezcan garantías), y ten mucho cuidado con las salsas y demás alimentos elaborados que puedan contener huevo, leche, etc.
También es recomendable limitar el consumo de fritos (pueden provocar pesadez y dolor abdominal), así como el abuso del alcohol, azúcares y bebidas con gas. Las digestiones pesadas también se consideran un problema de salud para tu aparato digestivo, y no debes normalizarlas. Sustitúyelas por productos frescos, limpios y sanos, y reserva los excesos para momentos puntuales. Si tiendes a padecer estreñimiento, el consumo de alimentos con mucha agua y fibra te será de especial ayuda.