Una fístula dental es una vía anormal de drenaje que el cuerpo crea para liberar el contenido de una infección interna hacia el exterior. Suele tratarse de un pequeño canal que atraviesa el hueso y se abre paso sobre la superficie de las encías o el paladar.
El pasaje actúa como depósito de pus y, a medida que se llena, se forma una pequeña protuberancia en forma de grano cerca de las encías. Cuando dicha protuberancia estalla, el pus drena en la boca. Las infecciones dentales pueden ocurrir en cualquier lugar dentro y fuera de la cavidad oral.
Cuando aparece una fístula dental en la boca, la misma puede acompañarse de dolor. Se trata de una molestia aguda y penetrante en la zona afectada. Otra de las manifestaciones de la fístula dental es la inflamación y el enrojecimiento del tejido donde se localiza. En casos más severos puede observarse sobre la piel del rostro.
Además, es común que el paciente presente un sabor amargo en la boca. Otra sintomatología que puede acompañar a la fístula dental es la sensibilidad o dolor en la pieza dentaria afectada y en otras zonas de la cara, cuello u oído.
También pueden agrandarse los ganglios linfáticos del cuello y la mandíbula (adenomegalia), hincharse la cara y aparecer fiebre. Y en los casos más graves el paciente puede presentar dificultad para hablar, para tragar y para respirar.
Entre las causas de una fístula dental podemos encontrar las siguientes:
El diagnóstico de la fístula dental suele hacerse a través del examen bucal y de las radiografías orales. Durante la inspección se puede observar en la boca un eritema y una hinchazón en la encía. Así como la presencia de un punto del que sale pus. La toma de radiografías permite visualizar el sitio donde se encuentra el absceso dental, su dimensión y las estructuras cercanas que compromete.
Muchas veces, cuando la causa de la infección es dudosa, se puede realizar un examen llamado fistulografía. Este permite averiguar de dónde procede la fístula dental. Consiste en un sondaje, colocando un material radiopaco en el interior del canal hasta que haga tope. Luego se toma una radiografía para observar el lugar hasta el que llega y así definir el origen del problema.
Sin tratamiento, la fístula no se soluciona por sí misma e incrementa el riesgo de que la infección que la origina se extienda sobre los maxilares y otras partes de la boca y el cuerpo. El odontólogo ofrecerá una serie de protocolos terapéuticos para el alivio temporal del dolor, si existiera, y elaborará un plan para curar el problema dental subyacente. Normalmente es necesario prescribir un antibiótico.