La cereza es el único fruto de hueso que si se recolecta antes de tiempo no madura fuera del árbol. Por lo tanto, se debe cosechar en el momento oportuno. En concreto, las cerezas maduran desde finales de primavera hasta principios de verano, siendo un periodo muy corto de recolección, en comparación con otros árboles frutales.
Así lo recuerda la Fundación Española de Nutrición (FEN), al mismo tiempo que indica que la cereza es el fruto del cerezo, un árbol de la familia de las rosáceas que alcanza hasta 20 metros de altura. El fruto es una drupa de unos dos centímetros de diámetro, cuyo color oscila desde el rojo claro hasta el morado oscuro.
Sobre su origen geográfico dice que no se conoce con exactitud, pero cree que proviene de los países que circundan el mar Negro y el mar Caspio, desde donde se expandieron hacia Europa y Asia con las migraciones humanas, durante el Imperio romano.
En concreto, precisa que existen muchas variedades de cerezas, cuyos nombres se deben al lugar de origen, tiempo de maduración, tipo de polinización y forma de floración. No obstante, enumera las principales variedades de las que derivan las demás son: 'Cerezas dulces' (Prunus avium); 'cerezas ácidas o guindas' (Prunus cerasus); y la 'Duke', un híbrido de las dulces y ácidas, que combina las mejores propiedades de ambas.
La cereza es rica en hidratos de carbono, principalmente en azúcares simples tales como la fructosa, la glucosa y la sacarosa. Su valor calórico es moderado respecto al de otras frutas. Aporta cantidades considerables de fibra, que mejora el tránsito intestinal, indica la FEN.
Según remarca la iniciativa '5 al día', esta fruta aporta también pequeñas proporciones de diversas vitaminas, pudiéndose considerar solamente como fuente de ácido fólico, y representar un producto interesante para las embarazadas.
También contiene pequeñas cantidades de minerales, entre los cuales únicamente destaca por su aporte de potasio. Por otro lado, sostiene que representa uno de los pocos alimentos que contienen melatonina, fundamental en la regulación de los ciclos de sueño y del ritmo cardíaco.
En su composición la FEN destaca también la presencia de compuestos bioactivos como las 'antocianinas' (localizadas en la porción carnosa de la fruta), que le confieren ese color rojizo o púrpura a la fruta, y que tienen capacidad antioxidante e inhibitoria, por lo que se consideran compuestos protectores de los vasos sanguíneos.
Las cerezas también aportan monoterpenos, concretamente, alcohol perílico, compuesto con actividad antitumoral. "Numerosos estudios experimentales han indicado que dicho compuesto es capaz de prevenir el desarrollo de algunos tipos de cáncer como el de páncreas, mama, próstata, pulmones, hígado y piel. Además, también presenta propiedades antioxidantes, protegiendo a los lípidos, a la sangre y a otros fluidos corporales contra el ataque de los radicales libres, moléculas implicadas en el envejecimiento y en el desarrollo de diversas enfermedades crónico/degenerativas (cardiovasculares, cáncer, osteoporosis, entre otras)", señala.