La llamada Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) es una enfermedad progresiva que afecta al sistema nervioso y, concretamente, a las células del cerebro y de la médula espinal, provocando pérdida de control muscular. Según la Sociedad Española de Neurología (SEN), se estima que la ELA tiene una incidencia en España de 1 a 2 nuevos casos por cada 100.000 habitantes al año, lo que significa que alrededor de 700 personas comenzarán a desarrollar, en ese periodo, los primeros síntomas de esta dolencia. ¿En qué consiste esta enfermedad? ¿Cuándo aparecen los primeros síntomas de la ELA y cómo puedes identificarlos?
Cada 21 de junio se conmemora el Día Mundial de lucha contra la ELA, una jornada que ayuda a dar a conocer esta enfermedad y a fomentar nuevas líneas de investigación acerca de sus causas, tratamientos y posible cura. Esta enfermedad neuromuscular y neurodegenerativa, para la que actualmente no existe tratamiento curativo, afecta a las neuronas motoras, produciendo una atrofia progresiva de los músculos y afectando al movimiento, al habla, la capacidad de deglución o la respiración, pero no al intelecto ni a los sentidos.
Tal y como explica Clínica Universidad de Navarra (CUN), la esclerosis lateral amiotrófica o ELA pertenece a un grupo de dolencias llamado enfermedades de las neuronas motoras. Provoca que las neuronas motoras degeneren o mueran, dejando de enviar mensajes a los músculos. Al encontrarse imposibilitados para funcionar, los músculos se debilitan poco a poco, apareciendo la atrofia, así como su contracción (fasciculaciones). Esta atrofia progresiva afecta a todos los músculos excepto al corazón y a la musculatura que controla la motilidad de ojos y esfínteres (vesical y anal), y no produce alteraciones de la sensibilidad. En cuanto a la causa de esta degeneración, por ahora es desconocida, si bien "existen formas familiares de enfermedad en aproximadamente un 5 a 10 por ciento de los casos".
En cuanto a cuáles son los primeros síntomas de la ELA, normalmente la pérdida de fuerza muscular o los primeros signos de atrofia se manifiestan en una mano o pierna, extendiéndose posteriormente al resto de extremidades. Pueden aparecer pequeñas contracciones de su musculatura (las llamadas fasciculaciones) y también calambres dolorosos al mover los músculos afectados. También es frecuente la dificultad para tragar (disfagia) o para pronunciar determinadas palabras (disartria) e incluso para respirar con normalidad (disnea).
Es importante saber que la ELA no suele progresar de forma regular, sino asimétrica. Esto significa que el avance en cada parte del cuerpo puede ser desigual y, del mismo modo, la progresión puede ser lenta durante determinados periodos y acelerarse durante otros. En cualquier caso, las facultades intelectuales permanecen intactas en los pacientes de ELA, y lo mismo se aplica a sus sentidos: oído, vista, gusto y olfato. Tampoco se ven afectados los esfínteres ni la función sexual.
En ningún momento se afectan las facultades intelectuales, ni los órganos de los sentidos (oído, vista, gusto u olfato) ni hay afectación de los esfínteres ni de la función sexual. Tampoco es frecuente el dolor, más allá de la presencia de calambres y el malestar que, lógicamente, provoca en el paciente la progresiva pérdida de movilidad. De hecho, las reacciones relacionadas con alteraciones de la afectividad son frecuentes: respuestas emocionales desproporcionadas, llanto o tristeza, risa inapropiada...
Si presentas cualquiera de estos síntomas, es importante consultar a un profesional para que realice un diagnóstico, ya que existen otras enfermedades cuyos sintomas son similares a los de la ELA y, en estos otros casos, muchas veces es posible el tratamiento. En el caso de la ELA, no se conoce tratamiento que haga remitir esta dolencia. Otras posibles causas de estos síntomas son la artrosis cervical o hernias cervicales, la intoxicación por metales pesados (como el plomo), o determinadas enfermedades infecciosas (como la borreliosis y sífilis), tumores, hipertiroidismo...