Una ola de calor está achicharrando a gran parte de España. Una llamarada de aire del sur, procedente de África, está trayendo temperaturas superiores a los 40 ºC en Sevilla, Zaragoza, Madrid, Toledo, Badajoz… Y se espera que puedan extenderse a más provincias. Seguramente ya habrás escuchado algunos consejos para llevar mejor los sofocones, pero no todos son verdad. Estos son los mitos y verdades para combatir el calor.
Lo primero que apetece hacer nada más llegar a casa tras exponernos al ambiente abrasador de la calle es meternos en la ducha y poner el agua lo más fría que sea posible. Puede que nuestra cabeza nos diga que así regularemos la temperatura corporal más rápidamente, pero lo cierto es que a nuestro cuerpo no le sienta bien tanto contraste.
Cuando nos duchamos con agua fría tras exponernos al calor nuestra piel manda un mensaje al cerebro, y este se pone a producir calor para compensar el desajuste. Cuando salimos de la ducha, nos sentimos más acalorados y sudamos más. Por ello, es preferible ducharse con agua tibia, a una temperatura moderada, además así evitaremos la sequedad en la piel.
De igual manera, no te duches con agua ardiente en invierno cuando hace mucho frío.
Error. Basta con echar un ojo a los hombres del desierto, que cubren su cuerpo lo máximo posible para evitar quemaduras del sol, las molestias de la arena y, aunque parezca increíble, también la deshidratación. Con los tejidos indicados, la ropa puede ayudar a enfriar la piel.
Beber líquidos congelados para enfriarnos no funciona. Nuestro cuerpo reaccionará bajando la temperatura repentinamente, lo cual lo obligará a gastar más energía posteriormente para recuperar su temperatura normal, unos 37 ºC. Es decir, en vez de ayudar a enfriarnos nos dará más calor.
Paradójicamente, las bebidas calientes favorecen la sudoración, lo que contribuye a refrescar el cuerpo. Aunque lo más recomendable es tomar bebidas a temperatura ambiente.
Los helados son los grandes triunfadores del verano. Están fresquitos y saben bien, por lo que es un alimento bastante consumido por pequeños y mayores. Pero el helado no sacia la sed, como podríamos pensar.
Los helados tienen bastante azúcar, que va directo a nuestro torrente sanguíneo, por lo que nuestro cuerpo manda agua hacia la sangre para ayudar a diluir ese azúcar. Esto hace que sintamos más sed.
El alcohol, en general, es estimulante y deshidratante, por lo que lo que hace es contribuir a calentar más el cuerpo y favorecer los golpes de calor. Los expertos aconsejan consumir la mínima cantidad de alcohol posible durante los episodios de altas temperaturas.
Se suele aconsejar el uso de prendas en tonos claros, puesto que “el negro atrapa el calor”, pero esto no está demostrado. El cuerpo también es una fuente de calor, por lo que la ropa blanca no atrapa el calor, sino que lo refleja. Pero también hace esto con el calor que emana de nuestro cuerpo.
De hecho, en las imágenes de los hombres del desierto muchas veces los vemos con prendas en tonos negros y azul oscuro. Un estudio publicado en la revista Nature analizó el motivo detrás de la vestimenta de los beduinos en los desiertos de Oriente Medio, y encontró que el calor afecta de igual manera ya se use una túnica negra o una blanca.
Las comidas pesadas e hidratantes son las mejores aliadas en verano. Algunas frutas y verduras como las peras, melón, sandía, el pepino, tomate y las espinacas tienen un alto contenido en agua y son ligeras y fáciles de digerir, por lo que suponen un esfuerzo a nuestro cuerpo para digerir.
Tendemos a pensar que las comidas picantes nos dan calor, pero lo cierto es que ayudan a regular la temperatura corporal. El picante estimula la sudoración, y el sudor ayuda a enfriar la piel.
Aplicar frío en las muñecas, detrás de las rodillas o en el cuello es una manera efectiva y rápida de enfriarnos, puesto que en estas zonas hay muchas venas y arterias cerca de la piel. Así, conseguimos que la temperatura de la circulación sanguínea disminuya y regulamos la temperatura corporal.