"En La Palma nos ha cambiado el carácter, estamos irascibles, enfadados, nerviosos, tristes y esto se nota", cuenta Marina, la tumba de su hijo fallecido quedó sepultada bajo la lava cuando el volcán arrasó el cementerio de Los Llanos de Aridane. Esto se traduce en ansiedad, problemas para conciliar el sueño, depresión o estrés post traumático que son algunas de las patologías que están sufriendo muchos palmeros tras la erupción del volcán de La Palma. "Han perdido su casa, muchos el trabajo y su forma de vida, tienen que empezar de cero y no saben cómo... son muchas cosas, es normal que nos cueste dormir o que suframos algún ataque de ansiedad" cuenta.
En concreto, el Área de Salud de La Palma ha atendido desde febrero a un total de 139 pacientes de psicología clínica. Este servicio, dependiente de la Unidad de Salud Mental de Los Llanos de Aridane, atendió a los pacientes derivados de los especialistas de Medicina Familiar y Comunitaria de los centros de salud de Los Llanos de Aridane, El Paso y Tazacorte, que son las localidades más afectadas por la erupción.
"Yo he perdido ocho kilos, he perdido completamente el apetito, no duermo bien y me asusto con cualquier ruido y eso que yo no he perdido mi casa. Conozco gente que no se puede levantar de la cama, la tristeza les embarga, ven que la situación no se soluciona, siguen durmiendo en los hoteles y está siendo muy difícil luchar contra todo esto. Hay muchas personas que necesitan tratamiento", explica Marina.
"La Palma tiene 85.000 habitantes, 139 casos desde febrero no son datos alarmantes, pero sí debemos tenerlos en cuenta ya que pone de manifiesto la necesidad de actuar", asegura Kilian Sánchez San Juan, director del área de Salud de La Palma. Si bien no se ha registrado un incremento de patologías de Salud Mental, sí ha habido una mayor demanda por asistencias relacionadas con cuadros de ansiedad y depresión por la inestabilidad de la situación que ha generado la erupción volcánica entre la población residente en las zonas más afectadas. "La mayoría de las personas que han acudido padecen trastornos leves relacionados con la pérdida y el desarraigo. Son cuestiones puntuales que ya se están tratando y, de momento, no han derivado en problemas más graves", explica.
"Me levanto sudando por las noches, tengo miedo a salir de casa, me pongo a llorar en cualquier momento, y no paro de pensar cómo vamos a salir de esta", dice otra afectada. La sintomatología principal que presentaban estos pacientes en las entrevistas de evaluación y diagnóstico con los especialistas ha sido ansiedad, depresión, clínica postraumática, como síntomas de intrusión, evitación persistente de estímulos asociados a la erupción volcánica, hiperactivación o alteración del sueño, y síntomas disociativos, fundamentalmente despersonalización o desrealización.
Juan Carlos Ibáñez Salmerón, Psicólogo clínico de la unidad de Salud Mental comunitaria de Los Llanos, asegura que el aumento de la demanda, casi 140 personas, es bastante significativa, por eso cree que era muy necesario crear este programa que está dando una respuesta ágil. "Hemos conseguido dar una primera consulta y ahora estamos pendientes de hacer seguimiento de cada paciente". Es normal lo que cuentan estas afectadas, son reacciones y manifestaciones psicológicas de personas con pérdidas muy significativas, han perdido sus referentes, sus vecinos, sus espacios, su vivienda, sus terrenos, en muchos casos su medio de vida. Estamos viendo que estas personas tienen más factores de riesgo porque son más vulnerables y se asocian a mayor gravedad sintomática".
"La población del valle está muy afectada. Hay que tener en cuenta que han pasado tres meses con un estrés continuo que ha durado mucho, la ceniza, vivir en riesgo real de perderlo todo, incertidumbre, todo eso provoca sensación de ansiedad, miedo y tristeza que afecta a la vida de las personas. Es muy posible que un ruido les haga relacionarlo de inmediato con el volcán y tener la sensación de que vuelve. Afortunadamente se han puesto en marcha recursos y poco a poco se pueden ir recuperando. Pero el proceso es lento, porque no solo depende de ellos, también de las circunstancias que les rodean, de recibir las ayudas, de encontrar una vivienda, otra forma de ganarse la vida. Ha habido gente que decía que podía con todo y con los meses se está viniendo abajo porque ha sido muy duro", dice Ibáñez Salmerón.
Ibáñez Salmerón habla de que los diagnósticos más prevalentes detectados entre estas personas han sido trastorno adaptativo con predominio de alteración de otras emociones (50% de los pacientes), reacción ansioso depresiva, y en menor medida pero de mayor gravedad trastorno mixto ansioso-depresivo y trastorno por estrés postraumático (un 13 %). "Estos necesitarán un tratamiento psicoterapéutico más intensivo a medio y largo plazo", asevera el experto que concluye que ahora hay que seguir trabajando y seguir muy pendientes de la vida de estas personas que ha cambiado radicalmente.
Para los casos más graves como el desplazamiento prolongado de la vivienda, la pérdida de viviendas y tierras de cultivo y la vivencia subjetiva de trauma, el Servicio Canario de la Salud reforzó la asistencia de Salud Mental desde el inicio de la crisis volcánica, con la puesta en marcha de un dispositivo de asistencia de Salud Mental periódica para las personas realojadas en los mismos hoteles y se reforzó a los profesionales de Salud Mental de la isla.
Además, se puso en marcha una consulta de psicología clínica para los tres municipios afectados, en coordinación con los médicos de familia y un servicio de atención domiciliaria en Salud Mental con una trabajadora social y personal de Enfermería de refuerzo. "Hacen un seguimiento de los pacientes en sus casas o en los sitios donde están viviendo. Estamos expectantes ante los posibles cambios en la demanda asistencial que pueda surgir en este sentido para poder dar respuesta adecuada", asevera Sánchez San Juan.
El Senado, el Gobierno de Canarias y el Cabildo Insular han suscrito la 'Declaración de La Palma', un acuerdo por el que la Cámara Alta ha informado de que aportará un millón de euros de fondos propios para mejorar los servicios destinados a la salud mental de las personas afectadas por la erupción del último volcán en la dorsal de Cumbre Vieja.
En este sentido, el Senado ha señalado que el acuerdo contempla la mejora de los servicios y prestaciones destinadas a la salud mental mediante la implementación de un programa específico residencial destinado a quienes “requieren una atención altamente especializada”.
Asimismo, el Cabildo de La Palma se ha comprometido a “adquirir una infraestructura, rehabilitarla, en su caso, y dotarla del equipamiento necesario” para dar respuesta, en coordinación con el Gobierno de Canarias, a las personas beneficiarias de este servicio. El Senado pretende contribuir a que la sociedad palmera “pueda superar los efectos de esta catástrofe”, siguiendo el compromiso que adquirió su presidente, Ander Gil, en su visita a la isla en el mes de febrero. Una visita en la que mantuvo un encuentro con la alcaldesa de Los Llanos y los alcaldes de Tazacorte y El Paso.