En los últimos dos años, por la consulta de la psicóloga Iris Pérez-Bonaventura han pasado muchos Eduardos. Muchos chicos y chicas que, como él, un día cualquiera sufrieron una crisis de ansiedad tan fuerte que, solo por el miedo a volver a sufrirla, dejaron de salir de casa, dejaron de ir al colegio o al instituto.
El caso de Eduardo es el tipo de trastorno de ansiedad que más se ha encontrado esta psicóloga clínica infantojuvenil desde que comenzó la pandemia; más bien desde que se empezaron a levantar las restricciones del primer confinamiento.
“Cuando conocí el caso de Eduardo pensé que cómo podía ser que un chico inteligente, con una familia que le quiere, buena persona, con amigos, amable, simpático, agradable, de pronto, por una crisis de ansiedad -que es normal tenerla porque durante mucho tiempo no ha ido a la escuela- deje de ir a la escuela y se quede en casa encerrado. Esto nos lo hemos encontrado muchísimo: el absentismo escolar por ansiedad ha incrementado muchísimo” explica la psicóloga.
Iris Pérez-Bonaventura acaba de publicar su libro Ansiedad, a mí también me pasa (B de Blok, 2022). Un manual práctico para ayudar a jóvenes y adolescentes a entender y gestionar la ansiedad; a distinguir e identificar los diferentes trastornos de ansiedad y, sobre todo, a que comprendan que no están solos. De hecho, la adolescencia, es la etapa del desarrollo más vulnerable para sufrir ansiedad: uno de cada tres jóvenes tiene o tendrá un trastorno de ansiedad, pero solo dos de cada diez recibirá ayuda.
Este libro no pretende sustituir a la terapia, pero sí tiene la vocación de ser una guía, una brújula, un libro de consulta que los chicos y chicas puedan tener en su mesilla de noche y al que puedan acudir cuando lo necesiten. Tal vez alguno de los casos que Iris Pérez-Bonaventura recrea en su libro -como el de Elsa, Lucía, Emma, Paula, Ángel, Gabriel o Daniel- les resuene y les anime a pedir ayuda…
Pregunta: ¿Cuándo viste la necesidad de escribir un libro como este, tan enfocado en la ansiedad en los adolescentes?
Respuesta: Es un libro que escribí en una etapa complicada porque trabajo en el servicio público de salud y era una etapa en el confinamiento y pos confinamiento y veíamos que teníamos muchísimos casos de ansiedad y que no mejoraban. Vimos un incremento exponencial y, los padres, superpreocupados, me preguntaban muchas veces ¿dónde puedo encontrar un libro?, ¿qué puedo decirle? Y los chicos y chicas también miraban por Internet, Youtube, Google. A veces les ayudaba pero, a veces, había tanta información que se estresaban mucho y aún estaban peor porque a veces no sabes filtrar lo que realmente tiene evidencia y lo que no. Entonces pensé: “voy a escribir un libro que les llegue”. Y pensé que iba a escribir un libro que fuera próximo a los adolescentes que les pueda gustar y que puedan leer y puedan entenderse un poco a ellos mismos.
P: ¿Por qué crees que la pandemia incrementó tanto la ansiedad en los adolescentes?
R: Cuando abrimos las restricciones, realmente ningún profesional de la salud mental nos esperábamos lo que ocurrió. Ya antes, el trastorno de ansiedad era el más común en los adolescentes, en los adultos y en los niños, pero ahora, en la pandemia, mucho más. Al abrir las restricciones, lo que nos encontramos fue que eran jóvenes que habían tenido que cambiar en un momento el método de aprendizaje, que fue virtual online, a después otra vez presencial, con mayor exigencia. Porque, en la fase online, algunos colegios mantuvieron el nivel de exigencia, pero otros colegios no tanto. Cuando tuvieron otra vez que ir presencial y además con un nivel de exigencia elevado, cuando durante unos meses no había sido así, en unos años que son muy importantes para el aprendizaje, pues esto les causó mucho estrés. Por tanto hay un estrés académico importante; muchos jóvenes que se quedaron sin los programas internacionales; otros jóvenes no se socializaron. Es verdad que a nivel online sí que mantuvieron algunos niveles de socialización, pero otros no. Y sabemos que el tener amigos, hablar con los amigos, el grupo de iguales es importantísimo en esta edad; aún había restricciones en el ocio y no podían ir en grupo; tampoco podían hacer deporte, y el deporte es superimportante: comer bien dormir bien y hacer deporte es superimportante para los adolescentes; la alteración de las rutinas que hubo, porque las rutinas son muy importantes tanto en niños como en adolescentes y hubo una ruptura de todas las rutinas; la tensión con los convivientes, que decían los padres ¡no podemos más!, ¡estamos aquí 24 horas con nuestro hijo!; Y también problemas económicos… porque hay muchas familias que lo han pasado muy mal y al final todo esto era como una olla a presión que explotó de esta forma.
P: ¿Por qué elegiste el caso de Eduardo para empezar el libro?
R: Porque en ese momento, yo me encontré mucho con absentismo escolar. Por eso, el primer caso quise que fuera Eduardo (…) Esto nos lo hemos encontrado muchísimo: el absentismo escolar por ansiedad ha incrementado muchísimo.
P: ¿Por qué la adolescencia es tan vulnerable a la ansiedad?
R: Es verdad que los niños tienen ansiedad, los adultos tienen ansiedad, pero cuando se colapsó el sistema de salud mental en la pandemia, que se habla mucho de la ola de salud mental, fue con los adolescentes. Y lo que vimos, es que claro, la adolescencia es una etapa en la que surgen muchos acontecimientos por primera vez, son acontecimientos que evidentemente después, en la vida, se van complicando porque los padres dicen: ¡bua, es que esto que me está contando es una tontería! Ya sea un conflicto con un amigo, o un conflicto en la escuela, o encontrar que no es justa una nota que te han puesto y tú crees que no y empezar a luchar por ello…son todas cosas que, después, en la vida, cada vez se van complicando más y tu personalidad se va a conformar según tú lo afrontes. Y los padres me decían: "Iris, es que esto son tonterías". Y yo les decía: "no, no son tonterías, porque tú lo has vivido cien veces, pero para ellos es la primera vez que lo viven". Es la primera vez que encuentran el primer amor -algo típico en la adolescencia- es la primera vez que empiezan a buscar trabajo, la primera vez que tienen que decidir realmente qué quieren estudiar, qué ciclo, o si quieren estudiar bachillerato o si quieren estudiar carrera o si quieren ponerse a trabajar. Es la primera vez también que tienen que negociar con sus padres…es la primera vez de muchas cosas: salida nocturna con los amigos…es la primera vez que van decidiendo realmente hacia dónde quieren ir, todo con muchas dudas, porque hay mucha inseguridad en esta etapa y, al final, es muy importante acompañarlos y entender que ellos están viviendo todas estas cosas por primera vez.
P: En tu libro, ya desde el principio, dejas claro que la ansiedad existe; que no la podemos exterminar; que forma parte de la vida y que nuestra responsabilidad es aprender a gestionarla…
R: Al final, eso lo puse en el segundo capítulo expresamente porque muchos adolescentes y los padres, también dicen: “venimos aquí para que elimines la ansiedad, para que extermines la ansiedad”…No, es que el objetivo no es exterminar las emociones desagradables porque van a suceder en la vida, y porque hay que diferenciar cuando la ansiedad es adaptativa y cuando es desadaptativa. Cuando es adaptativa nos va muy bien, porque nos permite estar alerta por si hay alguna amenaza o peligro y nos permite anticipar: si mañana sé que tengo un examen, si tengo ansiedad, hoy voy a estudiar…y no solo hoy, ayer también estudiaría, o hace tres días, también estudiaría. O si tengo un partido de fútbol que es muy importante, esto me permitirá entrenar… si no, no haré ni caso, en el entrenamiento no estaré ni en alerta... porque al final, la ansiedad nos da alerta, nos da foco, nos da atención y esto es superimportante. También si tenemos un poco de ansiedad en la escuela y estamos escuchando al profesor y pensamos ¡uf esto igual puede entrar en el examen! Entonces, estaremos más atentos. Siempre les digo a los adolescentes: “seguro que conocéis a alguien que no tiene ansiedad. Y me dicen sí, tal persona. Y digo: “vale, ¿cómo es tal persona?...y resulta que es un adolescente pasota, que le dan igual las notas, que le da igual el rendimiento, que le da igual todo…y les digo: “para vosotros, ¿este es el objetivo?” No, el objetivo es que tal y como estáis, tengáis un nivel de ansiedad optimo: ni mucha ansiedad que os bloquea, ni poca ansiedad que no os hace ser quienes sois. Tiene que ser la ansiedad justa, óptima, la que os impulse para ser la mejor versión de vosotros mismos.
P: Tenemos una sociedad que nos bombardea con mensajes Mr. Wonderful del tipo “todo está bien, tienes que ser feliz”. Un adolescente que tiene ansiedad sentirá que es defectuoso, que algo no funciona bien en él. Y esto no es así porque, como dices, la ansiedad forma parte de la vida…
R: Al final es que todos esos mensajes son emociones positivas, la positividad, ¡vamos a ser felices!, ¡vamos a estar siempre felices!...y claro, esto lo puse en el libro expresamente porque me vienen los chicos y las chicas y me dicen: “es que no soy feliz”…Bueno, hoy igual no eres feliz, pero mañana igual sí. Al final, son momentos, la vida son momentos, hay momentos de felicidad, momentos de infelicidad, de tristeza, de alegría, de ansiedad…y tienen que aprender a tolerar las emociones negativas. Y este es el gran problema con los jóvenes hoy en día: que les cuesta mucho tolerar la frustración, les cuesta mucho entender que, a veces, las cosas no suceden como ellos quieren o como ellos esperan. Por otra parte, reciben muchos mensajes de “todo va a salir bien, la vida es positiva, sonríe a la vida, todos somos felices”. Y claro tienen ahí una gran contradicción. Yo siempre les digo: optimismo sí, pero optimismo realista.
P: A pesar de toda la educación emocional que se suponen que reciben los niños ahora en los colegios, todavía sigo oyendo mucho esto de “no te enfades”, “no llores”...
R: Yo también, sí. Además, cuando hacía la nota de la autora me salía mucho la palabra ‘controlar’ las emociones y cada vez que lo ponía lo borraba y ponía ‘manejar’ o ‘gestionar’ las emociones porque estoy completamente de acuerdo contigo en que estamos en la sociedad que parece que lo tenemos que controlar todo, también las emociones. Estoy de acuerdo, sí. Y también estoy de acuerdo en que tenemos mucha educación emocional, sabemos poner nombre a las emociones, y esto es así: estás triste, estás enfadado, estás enamorado…El monstruo de los colores, y estos libros que son maravillosos…pero al final lo que hacen es identificar las emociones. Pero ¿y el manejo de las emociones? Y al final es lo que nos encontramos cuando estamos en salud mental. En la pública vemos muchas urgencias. Y ellos identifican, pero a la hora de manejarlas, es que se sienten completamente sobrepasados, y es cuando hay crisis de ansiedad, cuando hay preocupaciones que desbordan, cuando hay autolesiones…Entonces, es muy importante identificar qué es lo que sientes, qué es lo que piensas y, por otra parte, manejarlo, aprender a manejar y afrontar desde esa situación. Y lo que decías de reprimir: “no estés triste, no te enfades”…Por eso puse estas frases al principio: el “no te preocupes, que no es para tanto”, no funciona con la ansiedad y lo puse expresamente en la nota de la autora porque pensé que así quedaría clarísimo.
P: Ese es un mensaje también para los padres de estos chicos y chicas con ansiedad, porque tendemos a decirles justo estas frase de “no te preocupes, eso no es importante”, que, como dices, no ayudan nada…
R: El gran problema es invalidar. Al final lo que estás haciendo es invalidando las emociones de tu hijo o hija y no le estas dejando expresar. Por mucho que tú le digas: “anda, eso es una tontería, anda que no te van a dejar novios a lo largo de tu vida”…el malestar no se va por eso, sigue ahí. El malestar, la única manera de que mejore es comunicándolo, sacándolo, expresándolo y lo tienen que hacer con personas en quien confíen. Si tú, como padre, les validas y les escuchas, van a confiar en ti. Es que muchas veces los padres dicen eso de que solo hablan con sus amigos...bueno, es que a lo mejor, sus amigos sí les validan y les escuchan (…) Es muy importante mostrar interés hacia el otro, hacia la persona que tú quieres. Con lo cual, cuando te digan algo, lo primero es validar y estar ahí. Validar quiere decir escuchar, pero escuchar de forma atenta, de manera positiva…una escucha activa, que sienta que estás ahí y lo escuches y que sienta que a ti te importa. Y esto es fundamental. El primer paso siempre es validar, entender, escuchar lo que le pasa. Igual no le comprendes, pero tienes que escucharlo. Y después, el siguiente paso, si él te pide opinión, pues tú se la das, pero solo si él te la pide. A veces, el adolescente, lo único que quiere es que estés a su lado…simplemente eso.
P: Los que tenemos un adolescente en casa sabemos que a veces son muy dramáticos…es difícil distinguir lo que realmente es importante de lo que están exagerando…
R: Los adolescentes, y esto lo digo con cariño, tienden a ser muy dramáticos y a exagerar un poco las cosas…por eso primero hay que escuchar. Antes de tú opinar, antes de que tu perspectiva se funda en medio de la conversación, lo primero es escuchar. Y luego ya tú, si te preguntan, les puedes decir: “pues mira, yo creo que a pesar de que te ha pasado esto, vas a salir adelante”…y decírselo en positivo: “porque yo confío mucho en ti”. Y ahí ya sí puedes dar tu opinión o intentar acotar el tema o la preocupación para que vea que igual la preocupación es poco realista. Pero este es el segundo paso.
P: Lo peor de todo es que muchas veces lo hacemos mal pero creyendo que lo estamos haciendo bien. Y esto es porque no sabemos, porque somos analfabetos emocionales
R: Al final encontramos muchos padres que quieren mucho a sus hijos, pero hacen mucha negligencia emocional y es que no están por ellos en el ámbito emocional… y tan importante es que coman o procurar que tengan su ropa y sus libros, como estar ahí y escucharlos en su día a día. Tú, como adulto, lo miras desde tu perspectiva y, desde tu perspectiva, te habrán pasado mil cosas en el ámbito del trabajo, amoroso, en conflictos con amigos…te habrán pasado mil cosas pero, para él, es su primera vez y, si le niegas su primera vez, es que después, lo que va a hacer es reprimir. Y al final lo que nos encontramos es que la ansiedad es como un iceberg: solo ves la puntita de arriba, lo que sale del agua, pero dentro hay mucho más, y este ‘mucho más’ tiene que salir: tienen que expresar todo lo que sienten y todo lo que piensan.