La llegada del buen tiempo nos saca a la calle y nos anima a hacer más planes en plena naturaleza, algo sin duda positivo para nuestra salud. Sin embargo, conviene no perder de vista los posibles peligros asociados a determinadas picaduras que, en casos como el de la garrapata, pueden desembocar en infecciones tan graves como la que provoca la enfermedad de Lyme. Conocida también comoborreliosis de Lyme, esta enfermedad infecciosa es provocada por algunas de las bacterias del género Borrelia. Puede afectar a la piel, al sistema nervioso, al corazón y a las articulaciones y músculos, si bien los daños dependerán de la especie de Borrelia causante. ¿Cuáles son los signos y síntomas de la enfermedad de Lyme?
La llamada enfermedad de Lyme consiste en una zoonosis, lo que significa que se transmite de forma natural al ser humano a partir de los animales infectados. Se trata de la enfermedad transmitida por garrapatas más prevalente, y es endémica en varios estados del este y el suroeste de Estados Unidos, así como en algunos países de Europa. La enfermedad es causada por tres especies de espiroquetas del género Borrelia; B. burgdorferi, Borrelia afzelii y Borrelia garinii.
Si bien cualquiera puede sufrir la picadura de una garrapata, los campistas, excursionistas y personas que trabajan en un ambiente de vegetación al aire libre corren mayor riesgo. Además, en caso de picadura es importante actuar cuanto antes, sobre todo teniendo en cuenta que, para que la enfermedad de Lyme se transmita, la garrapata necesita alimentarse del huésped entre 24 y 48 horas. Ten en cuenta también que las picaduras de garrapata son más frecuentes durante los meses de verano.
En cuanto a los signos y síntomas de la enfermedad de Lyme, el más frecuente y representativo es la aparición de una eflorescencia en la piel en forma de diana, conocida como eritema migrans, que nace en el lugar en que se produjo la picadura de la garrapata. Este síntoma tarda en aparecer varios días, alrededor de una semana después del momento de la picadura. Sin embargo, no suele asociarse con picazón o dolor, por lo que para algunas personas puede pasar desapercibido. Otros síntomas frecuentes son la fiebre, el dolor de cabeza y la fatiga, así como el dolor muscular y de articulaciones, escalofríos o ganglios linfáticos inflamados.
Existe tratamiento para esta enfermedad, en forma de antibióticos, y la recuperación suele ser total si seguimos los consejos de nuestro médico, pero la rapidez es clave: si no actuamos pronto, la infección puede evolucionar hasta causar parálisis facial, dolores en las articulaciones, dolores de cabeza severos con rigidez en el cuello o palpitaciones del corazón, entre otros.
Los síntomas de la fase avanzada pueden presentarse semanas o meses después de la picadura, incluyendo irregularidades del ritmo cardíaco, artritis (casi siempre en forma de dolor e inflamación de las grandes articulaciones, especialmente las rodillas) y anomalías en el sistema nervioso. En el peor escenario posible, pueden aparecer daños permanentes en las articulaciones o en el sistema nervioso y muy pocas veces esta infección será mortal.
La enfermedad de Lyme es transmitida principalmente por garrapatas que funcionan como vectores de transmisión, parasitando a ciervos, aves, roedores, animales domésticos y humanos.
Si te ha picado una garrapata, intenta mantener la calma: existen métodos para eliminarlas de forma segura y, en caso de duda, un profesional de la salud sabrá qué hacer para evitar cualquier tipo de riesgo para tu salud. Eso sí, no es algo que debas tomar a la ligera: este tipo de artrópodo pueden transmitir (aunque no tiene por qué ocurrir así necesariamente) bacterias y otros organismos que pueden causar, a su vez, enfermedades como la Fiebre por garrapatas de Colorado, Fiebre maculosa de las Montañas Rocosas o Tularem... o la enfermedad de Lyme.
Lo mejor es prevenir: si vas a moverte por zonas en las que puedan poblar garrapatas (suelen adherirse a arbustos, plantas y pasto), lleva ropa que cubra bien tus piernas y brazos, utiliza calzado cerrado, evita el contacto con la vegetación, usa repelentes para la ropa y la piel, y revisa tu cuerpo y tu ropa al finalizar tu paseo o excursión. Ojo también con tus mascotas: pueden ser portadoras de garrapatas. Si una de ellas te adhiere a tu piel, lo más importante es que no cunda el pánico. Ten en cuenta que en la mayoría de ocasiones su picadura es inofensiva y que solo estarás en peligro si resulta transmisora de alguna enfermedad. Aun así, tendrás cierto margen de maniobra.
Su modus operandi consiste en desplazarse hasta lugares calientes y húmedos, como las axilas, la ingle o el cabello. Al llegar, se pegarán con fuerza a tu piel y comenzarán a chupar sangre. Las garrapatas pueden ser muy grandes, pero también minúsculas, y que existen distintos tipos: ante la duda, acude a un médico de urgencia. En cualquier caso, es importante eliminarla cuanto antes: el riesgo de infección aumenta entre las 24 y las 48 horas posteriores a que la garrapata se adhiera a la piel.
Utiliza unas pinzas para agarrar la garrapata firmemente por la cabeza o la boca, cerca de la piel, y tira con firmeza y de forma ininterrumpida de la garrapata hasta que se desprenda de la piel. No la retuerzas ni le des la vuelta y, si permanece pegada a la piel, no te preocupes porque es probable que más tarde se desprenda sola. Luego, guárdala en un bote, una bolsa o en cualquier cosa que tengas a mano para sacarla de circulación y, en su caso, poder mostrársela a un profesional. También es muy importante lavarte las manos y el lugar de la picadura con agua y jabón, así como limpiar con alcohol la zona de la picadura.
Por último, no dejes de acudir al médico: es posible que te receten una dosis preventiva de antibiótico. En cualquier caso, ve al médico si la zona se inflama (podría indicar que existe infección), si notas fiebre o dolor articular.