Dentro de las delicias típicas que consumimos cada Navidad, el marisco es el rey, y por eso es tan importante tener claro cómo debemos cocerlo (o cómo prepararlo de cualquier otro modo) para sacarle el máximo partido y potenciar todo su sabor y textura. Aunque existen reglas universales, lo cierto es que es mejor aplicar técnicas concretas a cada producto, de forma que tengamos en cuenta sus características intrínsecas como tamaño, sabor, tipo de carne... Y es que, lógicamente, no es lo mismo cocinar una nécora que un langostino. En este artículo analizamos un clásico que debe cocinarse con sumo cuidado y cuyo sabor se vuelve mucho más intenso si lo pasamos por la plancha. ¿Cómo hacer una gamba roja a la plancha? ¿Por qué es la mejor preparación posible para este tipo de marisco?
Con la gamba ocurre lo mismo que con otras muchas materias primas de calidad: no hace falta añadir mucho más para que su sabor destaque en la mesa. Eso sí, su preparación debe ser impecable: el resultado ideal será una gamba jugosa y tierna, que encierre todo su sabor, con el punto perfecto de sal. Ten en cuenta que, precisamente porque no habrá nada que la oculte o la disfrace, cualquier fallo arruinará el resultado y, en este sentido, el tiempo y la temperatura son clave en cualquier tipo de preparación, incluyendo por supuesto el uso de la plancha.
Conocer qué es la gamba roja puede ayudarte en el proceso: también es llamada gamba alistada o rayada, y está emparentada con el camarón y con el langostino. Su sabor es, en general, muy intenso, yodado y con un punto dulce. Además, se dice que la mayor parte del sabor se concentra en su cabeza, de tamaño mayor que el de otras gambas, y donde guardan huevos y corazón. Se trata de una especie muy apreciada, autóctona del Océano Atlántico, y su precio suele ser mayor que el de otros tipos de gamba, especialmente durante la Navidad, momento en que su consumo se dispara. Un dato curioso sobre la gamba roja es que nace siempre macho y puede cambiar de sexo al cabo de un par de años, predominando la población hembra.
En cuanto a cuál es la mejor forma de cocinar la gamba roja, lo primero que deberás hacer es lavarlas con agua y secarlas bien, manteniéndolas a temperatura ambiente antes de cocinarlas, así como descongeladas en caso de que esa sea su procedencia. A continuación, en una sartén o plancha, añade aceite de oliva (basta con un pequeño chorrito) y un puñado pequeño de sal gorda (también puedes colocarlas sobre una cama de sal). La plancha debe estar bien caliente para cocinar las gambas, a fuego vivo, sin que el aceite llegue a humear, y bastará con pasarlas durante un minuto aproximadamente por cada lado para que queden jugosas y carnosas.
Es importante servirlas rápidamente y, si lo deseas, puedes añadir jugo de limón, aunque bastará con el toque de sal y aceite para que queden deliciosas. Un truco para saber cuándo debes sacarlas es controlar el momento en que comience a salir jugo de la cabeza: cuando esto ocurra, retíralas y emplata.
En cuanto a la forma de consumirlas, olvídate de protocolos: la mejor forma de degustar una gamba roja a la plancha es comerla con tus manos. Si usas cuchillo y tenedor, se perderán gran parte de las características que la hacen tan especial. Por último, no olvides que su cabeza es la parte más sabrosa.