Nos citamos para charlar el día de San Juan, fiesta muy celebrada en su Levante y mi Galicia; el conjuro de los fuegos, de los rescoldos y brasas purificadoras del día después. Abrimos una botella, luego diré cuál, ya que no es Belén muy de beber alcohol, aunque ello no quiera decir que no le interese aquello que rodea al vino y que enseguida contará.
Nos conocimos hace 30 años cuando andaba en Telecinco a la búsqueda de todos los sueños del mundo. Era la sonrisa eterna, y de un positivismo contagioso. Capaz de desdramatizar conflictos, de apaciguar sinsabores y siempre dispuesta a aportar. Así la recuerdo.
“Son inevitables los recuerdos que van y vienen sobre el arranque de las televisiones privadas. Y en esos recuerdos, Belén siempre está presente. Su compañerismo y profesionalidad eran sus señas de identidad. La gente veía la parte divertida de esa época: tomas falsas, risas y buenos momentos. Pero detrás de aquello, había muchas horas de trabajo y esfuerzo, y a eso no había quién le ganara. Su interés por todo era absoluto: iluminación, cámaras, decoración... Siempre tenía una pregunta. Creo que lo que hace grande a Belén no es solo su profesionalidad, sino su enorme dimensión como persona”. Así la define Emilio Aragón, con quien compartió escenario en el VIP Noche VIP Nochey luego reapareció a su lado en Médico de Familia. Médico de Familia.
La historia es muy curiosa: Belén estaba en plena preproducción de la serie Periodistas, en donde encarnaba el papel de la fotógrafa Clara Nadal. En Médico de familia se había producido la baja de Ana Duato, y al ser la misma productora, incorporaron como episódico el personaje de Belén para cubrirla. De esta forma queda aclarado el equívoco de que Clara nació primero en la serie protagonizada por Emilio Aragón para dar el salto a Periodistas.
Ya estaba creado y a punto de salir y sirvió para solucionar un problema puntual. Belén siempre ha sido persona de soluciones.
Periodistas Periodistasfue la chispa que encendió su mecha, se mantuvo en ella las nueve temporadas que concluyeron en el verano del 2002. Y su maleta empezó a llenarse de papeles. Apenas un año después aparecía como protagonista en Los Serrano, encadenaba un nuevo éxito, hacía de la suma una palpable multiplicación: “Uno más uno son siete”. Diego Serrano (Antonio Resines) me cuenta esto de aquella época: “En septiembre de 2003 no conocía a Belén Rueda, en octubre de ese mismo año me casaba con ella. A esto se le llama empezar por todo lo alto. Fue el principio de una gran amistad que espero dure para siempre, y que llegó a tal nivel de confianza, que me permitía meterme en la cama con los zapatos puestos”.
La serie se convirtió en uno de los hitos de la ficción española; duró cinco años, ocho temporadas. Un referente de la comedia, un éxito rotundo. En medio de este clamor televisivo multitudinario vino su incursión en el cine: como tantas historias fue un día de verano. Le llamó Alejandro Amenábar para ofrecerle un papel en la película Mar Adentro; el de Julia, la periodista autora del reportaje Eutanasia: morir para vivir sobre la lucha de Ramón Sampedro.
Llamo a Alejandro para que me cuente el porqué de la elección. Está desbordado de trabajo y pese a ello me atiende con amabilidad extrema: “Belén llena de luz y humanidad todo lo que hace. Por eso no dudé ni un segundo en ofrecerle ese papel. Su tránsito de la televisión al cine y viceversa ha sido además natural y asombrosamente sencillo, como es ella”.
Suponía un problema el no poder compaginar serie y película pero ¿cómo negarse ante la llamada de Amenábar? A entrar en el cine por esa puerta tan grande. Paolo Vasile fue tajante en la respuesta a Dani Écija: “Tendrás que inventarte algo”. Y el personaje de Lucía viajó a Estados Unidos durante unos cuantos episodios; aunque eso sí, tuvo alguna que otra presencia telefónica en la serie y una secuencia de lo más aparatosa rodada en un centro comercial que fingía ser una zona de tránsito de un aeropuerto americano. “Haz lo que quieras y tengas que hacer”, dice un viejo proverbio popular. Belén ganó el Goya a la mejor actriz revelación por su participación en esta película.
Y unos años después llegó Laura, el personaje al que dio vida en El Orfanato, una película apadrinada por Guillermo del Toro, ópera prima de Jota Bayona que tenía como base un cortometraje de su guionista Sergio G. Sánchez (El Secreto de Marrowbone). Un exitazo de taquilla. Un ejemplo de rentabilidad, que, para no olvidarlo, su póster está colgado en el despacho del consejero delegado de Mediaset, Paolo Vasile. Belén se involucró mucho en el personaje desde los comienzos, en el proceso de guión. Era su segunda película. Era como estrenar el mundo.
Los trabajos cinematográficos y televisivos han ido sucediéndose. Muchos, y casi todos contados por éxitos. El último es la serie Madres, producida por Aitor Gabilondo (Alea Media) y estrenada hace poco más de un mes en Amazon Prime Video. En ella, Belén da vida al personaje de Marián, una madre que compagina una complicada vida familiar con el cuidado de una hija anoréxica.
Hay en esta serie una confluencia emocional entre autor e intérprete: el deseo de Aitor de contar su experiencia infantil, de su tránsito hospitalario y su estrecha relación con su madre en aquellos días de enfermedad, incertidumbre y desamparo. La implicación de Belén, que en el pasar de los años guarda en su memoria los cuidados de su hija María, a la que perdió cuando iba a cumplir un año después de una travesía hospitalaria que marcó aquella etapa de su vida y que sigue vigente en el paso del tiempo.
“Madres ha sido un regalo. Tiene la capacidad de transmitir una idea, de contar la solidaridad de unas mujeres que se encuentran en situaciones análogas, al cuidado de sus hijos enfermos. El enfoque es un punto de vista muy nuevo. Se detiene mucho en las emociones, en las relaciones madres/hijos. Todo está muy humanizado y maravillosamente contado”, dice Belén desde una implicación absoluta con el trabajo del personaje.
En esta serie, además del reencuentro con Aitor (fue guionista de Periodistas), se produce otro muy celebrado, con Mar Olid (Los Serrano, B&B) directora de unos cuantos episodios. La llamo y le pido que me hable de esta nueva coincidencia: “Belén Rueda es la mujer perfecta. Una persona maravillosa. Es entregada, muy profesional, ayuda mucho a todo el equipo, siempre a favor, a sus compañeros/as de escena les da todo lo que tiene y es bondadosa, es una actriz que siempre crece, crece y crece. Cuando Belén sufre en escena, sufrimos todos porque transmite sensaciones muy vivas. Es divertida, amable, compañera, es la actriz con la que sueñas trabajar siempre. Entiende los problemas del día a día del rodaje y rema siempre a favor, cuida mucho de todos, a los actores más jóvenes les sirve de guía y de ayuda. Es una mujer increíble. Estaría horas hablando de ella”. Madres es una serie encarnada en el eterno femenino: protagonizada por mujeres, dirigida por mujeres.
Estamos a una semana de que comiencen los ensayos y la preparación de sus dos nuevos trabajos: La mujer perfecta, una comedia cinematográfica dirigida por Arantxa Etxevarría (Carmen y Lola y que protagoniza con su buen amigo Jose Coronado, un nuevo reencuentro.
Y prepara una obra de teatro, Penélope, dirigida por Magüi Mira, para el Festival de Teatro de Mérida. Está entusiasmada con este proyecto: “Me encanta la vuelta de tuerca que Magüi ha dado al personaje: al mito por excelencia de la fidelidad y la sumisión lo convierte en una heroína contemporánea. Acentúa ese aspecto de Penélope como dueña de su destino, que supo entretener la espera de los veinte años que Ulises tardó en regresar a Ítaca. Que supo convencer y engañar, enredar a quienes querían destronarla y obligarla a entregarse a otros. Penélope es la voluntad de hierro. Hay un fragmento del texto que lo define todo: 'De mi dirán que es justa labor la espera sumisa. De él que es un héroe, hijo de dioses, hombre cabal. Mi guerra no ha tenido nada que envidiar a la de Troya”. Penélope, los hilos inagotables de la espera.
Es muy sincera desde el comienzo: “Apenas bebo, Manuel. Casi nunca”. Le digo que esta no es una charla de bebedores sino de gentes que quieran entender el vino, que se interesen por él y sus periferias. Y ahí nos encontramos: “Vivo rodeada de gente que les gusta el vino y he de confesarte que a mí hay muchas cosas de su entorno que me interesan: los paisajes en los que se produce, que son pura geografía e historia de este país. El vino está presente en mucha literatura, por deseo de sus autores o porque cruza la vida de sus personajes. Y desde luego en el cine, hay un montón de películas que tienen al vino como protagonista o como compañero de viaje. En una de las últimas películas que hice, Perfectos Desconocidos, Perfectos Desconocidos,el vino está presente de principio a fin. Eso sí, el que nos vamos a beber hoy lo eliges tú”.
Eso hago. Pensaba en descorchar uno de los vinos de esa película de referencia: Pazo San Mauro (Rías Baixas), o Marqués de Vargas (Rioja) pero me inclino por un vino delicado, rosado, riojano, de corte provenzal, Flor de Muga Rosado 2019, producto de una larga investigación, cultivado en cepas viejas de garnacha en altitud, en los dos primeros valles de ese deslumbrante territorio, los de los ríos Oja y Najerilla.
Seis meses en madera de roble francés. Sabe a frutas blancas, tiene también toques aromáticos de flores blancas.
“Es un rosado insinuante con idea de fragancias florales. Tiene la semejanza de los vinos de Bandol en la Provenza. Transmite sensaciones de peonia, de frutas carnosas, insinuaciones de cereza y un juego de rosas”. Esto dice el maestro de maestros, Josep Roca.
Le cuento a Belén una hermosa historia que le escuché al bodeguero de este vino, Isaac Muga: “La etiqueta es un homenaje a nuestra abuela Aurora. Es un cerezo japonés, era su árbol preferido, y cada febrero, en la primera floración, cortaba una ramita que adornada primaveras en su casa”. ¡Ah, la memoria!
Traigo al final de la conversación unos versos de un poeta maravilloso de mi Galicia, Xosé María Díaz Castro, y su monumental poema Penélope: “...Y la tela de tus sueños no se mueve/ la esperanza de tus ojos se despereza”. Belén sonríe. Brindamos por su éxito en la geometría romana de la escena, en Mérida, en la que tejerá y destejerá su madeja luminosa. Palabra de vino.