Tendemos a pensar que es necesario viajar hasta la otra punta del mundo para ver lugares únicos y especiales, eso hace que en ocasiones perdamos la oportunidad de conocer otros que están mucho más cerca, pero no son menos espectaculares. En Segovia, sin ir más lejos, se esconde un pequeño refugio que ha formado parte de momentos clave de la historia.
Fuentidueña espera al visitante con los brazos abiertos, aunque sin demasiada población para darle la bienvenida, pues solo cuenta con unos cientos de habitantes. Cuenta con impresionantes murallas, un castillo con una curiosa historia y unas pintorescas construcciones que le han valido el apodo del ‘Hobbiton Segoviano’. Un pasado digno de ser contado y cuyo presente todavía nos muestra gran parte de lo que en su día fue este lugar, que en 2007 consiguió que buena parte de la villa fuera declarado Conjunto Histórico.
Fuentidueña tiene una muralla, que es lo primero que da la bienvenida al visitante y sirve para poner sobre la mesa que se trata de un lugar cargado de historia. También tiene un castillo, con una historia sorprendente y con final un tanto agridulce.
Antaño, esta villa fue el centro de una de las Comunidades de Villa y Tierra más importantes, por ella y su fortaleza pasaron grandes reyes, tras la batalla de las Navas de Tolosa, aquí otorgó testamento Alfonso VIII en 1204, tal y como recuerdan en National Geographic. También recibieron las visitas de Alfonso X, el Sabio, y de Sancho IV. Un lugar cargado de historia que, en los años 70 del siglo XX, fue subastado por 25.000 pesetas (unos 32 euros, aunque el valor actual de la moneda no es el mismo).
La iglesia de San Martín que allí construyeron también tiene su propia historia, convertida en emblema del lugar, John D. Rockefeller Jr. la adquirió en 1958, fue trasladada pieza a pieza y hoy, el ábside de esta iglesia se puede visitar en el The Met Cloisters de Nueva York. El traslado del ábside llevó a la iglesia a un estado de ruina, pero da acceso a la necrópolis, otro de los lugares imprescindibles que hay que ver aquí, más de doscientas tumbas excavadas directamente en la roca caliza.
Esta no es la única iglesia del pueblo, de hecho las otras más notables tienen una curiosa forma de actuar, pues abres seis meses cada una. En los meses más calurosos, es la iglesia de San Miguel, toda una belleza románica, la que acoge a los feligreses, el resto del año es la de Santa María la Mayor, junto al río Duratón, considerada la más antigua del pueblo.
Lugares llenos de historia, que no despejan la duda de cómo ha conseguido ser considerado el ‘Hobbiton Segoviano’. Esto se debe a sus bodegas subterráneas, excavadas en la roca y cuya estética recuerda a las casas de los hobbits. Se emplean desde el siglo XIX para almacenar y fermentar el vino. Son de carácter privado y también se usan para las reuniones entre amigos.