Viajar es para muchos un placer, descubrir nuevos lugares, sabores diferentes y personas que pueden cambiar nuestra vida para siempre, pero además de disfrutar del destino, también importa el trayecto. Quienes viajan en avión son conscientes de lo importante que es que todo el mundo ponga de su parte para que el viaje sea agradable.
Un mal pasajero puede amargarle el viaje a todas las personas que están sentadas a su alrededor, pero sobre todo al personal de cabina, que tienen que lidiar con ello más veces de las que les gustaría. El sentido común que nos lleva a respetar las normas de convivencia cuando estamos en tierra parece que no embarca con todos los pasajeros y piensan que pueden hacer lo que quieran en el avión, estropeando así la experiencia de todos los demás.
Sentido común y respeto son básicos en todos los aspectos de la vida, también cuando nos subimos a un avión, independientemente de la ansiedad que esta experiencia pueda generarnos. No son pocos los viajeros que pagan su malestar con el personal de cabina y eso hace que nadie pueda disfrutar de la experiencia. La violencia nunca es una opción, pero tampoco deberían serlo otras opciones como el alcohol o el tabaco.
Fumar está prohibido en espacios cerrados, hace mucho que no se puede fumar en bares, oficinas y, por supuesto, aviones, porque además, aquí puede ser peligroso. Aumenta el riesgo de incendio, puede interferir en las válvulas de presurización de la cabina y dañar la salud de otros pasajeros. El alcohol es otra de las sustancias que no es aconsejable, porque el nivel de oxígeno en cabina hace que la sensación de mareo al consumir alcohol aparezca antes.
El personal está para ayudar a los pasajeros cuando tienen dudas y problemas, pero no para solucionar disputas a causa del espacio, por ejemplo. Si el pasajero de delante reclina el asiento, poco pueden hacer, pues solo tienen potestad para que vuelva a ponerlo recto en casos concretos y no por molestar a quien se sienta detrás, esto forma parte de la convivencia. Tampoco se debería usar el botón de llamada si no es una urgencia.
Parece de sentido común, pero los pasajeros no deberían quitarse los calcetines, por respetos y también por higiene, o apoyar los pies en reposabrazos o reposacabezas. No deberían bloquear pasillos, sobre todo a la hora de embarcar o salir, además nadie tiene derecho al espacio para guardar la maleta que está sobre su asiento, por lo que mover las maletas de otros para poner la nuestra no debería producirse.
Tampoco quitarse el cinturón y levantarse antes de que la luz que indica que tenemos que llevarlo puesto se apague. Esto no solo es una falta de respeto para el personal, que necesita poder desplazarse de un lado a otro, también puede ser peligroso para el pasajero. Por supuesto, no podemos no nombrar las normas de limpieza, deja todo como lo encontraste, tanto en tu asiento como en el baño y, si tienes que tirar algo, guárdalo hasta el final del viaje y entrégalo al personal para que se deshagan de ello.