Con las vacaciones de verano tan próximas que ya casi podemos tocarlas con la punta de los dedos, son muchos los que se plantean qué destino elegir. En estas fechas de rigor estival el cuerpo pide agua a buena temperatura, descanso, paz y gloria ociosa, y, a ser posible, espacio suficiente para no morir aplastados por la masificación turística o el sobrecoste de unas vacaciones que empequeñecerán temporalmente las preocupaciones del día a día.
Lo cierto es que decidir el viaje soñado no resulta nada sencillo. Por suerte, todavía podemos salir del clásico plan de playa masificada para buscar rincones más selectos repartidos por todo el continente europeo, donde la combinación de paisaje de naturaleza y descanso se alían para ofrecer algunos rincones que premian nuestro deseo de belleza.
El lago más cálido de los Alpes Italianos se ha convertido en uno de esos destinos golosos para locales y para turistas gracias a la belleza del paisaje a la temperatura del agua, que puede llegar a los 28 º en algunas épocas del año. Está ubicado en el Tirol del Sur, a menos de 20 km de Bolzano, otro reclamo turístico imperdible. La zona es famosa por sus viñedos y la producción de vino, especialmente el vino blanco conocido como "Kalterersee Auslese", y en torno a él se organizan recorridos como el ‘Weinwanderwerg’ o ‘sendero del vino’, una ruta por los viñedos y las bodegas locales. La ruta puede rematarse durante algunos días más con la visita a Castelchiaro, un castillo que ofrece las mejores vistas del lago y sus alrededores.
Una joya de la biodiversidad en el entorno de los Alpes Julianos que cubre 880 km de picos, valles y lagos en los que darse un chapuzón helado. Escalar esta montaña es un rito de paso para muchos eslovenos, pero es que la zona no se queda atrás en cuanto a dádivas para el turista. Los amantes del aire libre tienen aquí múltiples rutas de senderismo y ciclismo para disfrutar durante todo el verano.
Le dieron nombre de viejo cuento a este rincón de Turquía, un auténtico oasis de blanco puro que moldea el paisaje. Allí lo llaman ‘Castillo de algodón’ o ‘la maravilla blanca’, en honor a sus fuentes termales y al característico color de la piedra de las terrazas escalonadas de Travertino y las piscinas naturales. Un paisaje con el aspecto de una cascada congelada en el tiempo en el que no es posible el baño. Si lo prefiere, el visitante puede darse una remojada en las piscinas artificiales. El viaje puede completarse con una visita a las ruinas de Hierápolis, en lo alto de las terrazas, una antigua ciudad grecorromana del siglo II a.C, patrimonio de la UNESCO.
En cuanto a belleza y 'marco incomparable', no se queda atrás esta joya, una piscina natural en el cráter de un volcán. Se localiza en la región de Eifel, al oeste de Alemania. Este fenómeno geológico creó una cuenca casi perfectamente circular, con un diámetro de aproximadamente 700 metros y una profundidad que alcanza los 72 metros. El plan es perfecto para el que quiera darse un baño rodeado de un impresionante bosque de hayas, o bien se puede alquilar un bote en la zona recreativa y explorar el lago. Más allá queda un buen trecho de senderos y bosques en los que se pueden hacer algunas caminatas y rutas ciclistas.
La clásica belleza alpina hace honor a su nombre en uno de los lagos más bonitos de Suiza, y eso que tiene unos cuantos para quien no se conforme solo con este rincón de bosque, tan idílico como lleno de actividades al aire libre para disfrutar en los meses de verano: aguas cristalinas, tiempo de relax y multitud de actividades para todos los perfiles, desde una sesión de piragüismo, natación salvaje o windsurf a la visita a Lungern, un pueblo situado a orillas del lago con las tradicionales casas de madera, tan reconocibles en miles de cuentas de Instagram.