Trasmoz, el único pueblo excomulgado por culpa de las brujas

  • Las disputas entre el pueblo y los habitantes del monasterio de Veruela son las culpables de la excomunión de la localidad

  • Gustavo Adolfo Becquer escribió desde el monasterio "Cartas desde mi Celda" en la que narra la muerte de la última bruja de Trasmoz

  • Alcalde de Trasmoz (Zaragoza) denunciará el robo de una estatua de Bécquer de 300 kilos, valorada en 20.000 euros

Trasmoz, un pequeño enclave zaragozano al pie del Moncayo, que ya cuenta con menos de 100 habitantes ostenta la singularidad de ser el único pueblo de España oficialmente excomulgado y maldito por la Iglesia Católica. Este dudoso honor, cimentado en altercados históricos y envuelto en leyendas de hechicería, ha convertido a Trasmoz en un punto de interés tanto para historiadores como para aficionados al ocultismo.

El origen de la excomunión

El conflicto inicial que llevó a la excomunión de Trasmoz data del siglo XIII, cuando las tensiones entre los aldeanos y los habitantes del Monasterio de Veruela, representantes de la orden cisterciense en Aragón, alcanzaron su punto álgido. En el corazón de la disputa yacía el derecho a la leña del Monte de la Mata, que culminó en 1255 con la excomunión de toda la villa por parte del abad de Veruela.

Las aguas del enfrentamiento volvieron a agitarse una vez más en el año 1511, esta vez por el control del agua, sumiendo nuevamente al pueblo bajo una maldición eclesiástica, acto que fue marcado con una ceremonia nocturna durante la cual se recitó el salmo 108, signando a Trasmoz con un estigma de maldición hacía el señor de estas tierras, Pedro Manuel Ximénez de Urrea, que permeó en todo el pueblo y además perdura todavía en nuestros días.

Leyendas y brujería

Antiguamente se decía que los habitantes de este pueblo tenían las puertas del cielo automáticamente cerradas, gracias a la historia de disputas de Trasmoz. A esta narrativa se suma su reputación como santuario de brujería, alimentada tanto por la práctica de falsificación de moneda por sus habitantes en la Edad Media como por los rumores estratégicamente esparcidos para encubrir estas actividades. Estas historias de brujas y hechiceros nocturnos han dotado a Trasmoz de una atmósfera mística que ha sobrevivido a lo largo de los siglos. De hecho aún hoy en día se escoge cada año a una bruja y se celebran las fiestas de la brujería cada 1 de julio. 

Esta combinación única de conflicto histórico y folclore sobrenatural ha sido inmortalizada en la literatura, particularmente por Gustavo Adolfo Bécquer, cuyas obras realzan aún más la aura misteriosa de Trasmoz. Tanto es así que escribió desde el Monasterio de Veruela “Cartas desde mi Celda”, en la que cuenta la muerte de la última bruja de Trasmoz.

Patrimonio y turismo

Lejos de ocultar su peculiar legado, Trasmoz ha sabido capitalizar su herencia única, atrayendo a turistas y curiosos fascinados por su historia y leyendas. El pueblo celebra su enigmático pasado a través de eventos culturales que honran su rica tradición oral y su estrecha vinculación con el misticismo y lo paranormal

A pesar de, o quizás debido a, su pasado turbulento y la excomunión, Trasmoz ha logrado convertirse en un atractivo turístico que ofrece algo más que historias de brujas y maldiciones. La apertura de un museo dedicado a la brujería y las supersticiones, junto con eventos culturales que celebran el patrimonio único del pueblo, atrayendo a turistas y curiosos fascinados por su historia y leyendas. Todo esto ha ayudado a redefinir a Trasmoz como un destino de interés para aquellos que buscan experiencias fuera de lo común. Este enfoque en el turismo cultural y temático, estrechamente relacionado con el misticismo y lo paranormal, no solo ha revitalizado la economía local, sino que también ha permitido una reevaluación y apreciación del patrimonio histórico y cultural de Trasmoz 

Excomunión perdurable

A pesar de los cambios sociales y culturales a lo largo de los siglos, la excomunión de Trasmoz se mantiene vigente a falta de una revocación papal, consolidando su estatus como un caso único en la historia eclesiástica y cultural española. Mientras que algunos argumentan que la excomunión es una reliquia del pasado que debe ser levantada, otros ven en ella una parte integral de la identidad de Trasmoz y una fuente de orgullo local. La coexistencia de la vida cotidiana del pueblo con este singular legado subraya una fascinante intersección entre la fe, la historia y el folclore en la España rural.

La historia de Trasmoz se erige como testimonio de cómo los conflictos medievales y las creencias populares pueden contribuir de una manera única al tejido social de un lugar, confiriéndole una identidad distintiva que trasciende el tiempo y las generaciones. En Trasmoz, el pasado no solo es recordado; se vive y se celebra, ofreciendo un espejo en el que se reflejan las complejidades de la historia humana y su propensión a la leyenda.