Son más de 150 en Madrid y su objetivo es prevenir situaciones de riesgo que afectan a los menores de edad. Este mes de octubre se han sumado al operativo de la Policía Municipal que controla el botellón en parques, plazas y calles de la capital para evitar el consumo de alcohol en la vía pública de los más jóvenes. De producirse intoxicaciones etílicas en menores, y tras ser atendidos sanitariamente por el Samur-Protección Civil, el cometido de estos agentes es iniciar expedientes de protección y remitirlos a la Fiscalía de Menores, además de avisar a los padres o tutores de los jóvenes. Asimismo, los agentes tutores podrán pedir más efectivos, si fuera necesario, a la Unidad de Atención y Protección de la Mujer, el Menor y el Mayor.
Es solo una de las muchas tareas a las que se dedican estos policías especiales cuyos esfuerzos están dirigidos siempre a la protección de la infancia y la adolescencia. Su servicio está cada vez más demandado e implantado en los municipios españoles.
Realiza una labor de escucha, apoyo, intervención y prevención con el menor y las familias. Su misión es velar por los chicos y chicas, meterse en su mundo y avisarles de los peligros que les pueden acechar, darles herramientas para que sean capaces de solucionar un problema por sí mismos y para que no sean quienes lo provoquen con sus comportamientos.
Los agentes tutores acuden a las escuelas para hablar a los menores de acoso escolar, de absentismo, de drogas, de tabaco, de alcohol, de violencia de género, de redes sociales, de relaciones personales, etc. De todo lo que interesa y afecta a la infancia y a la juventud.
Como aspiran a desarrollar una tarea integral, después de las horas lectivas, acuden a las zonas de ocio, a los parques, a las plazas donde se reúne la gente joven. Y siguen hablando con los menores, advirtiéndoles de lo que puede suponer un riesgo, de cómo divertirse sin caer en una adicción o en una relación tóxica.
Cuidan de las personas menores que pueden meterse en líos, de la mano de profesionales de la educación social, del trabajo social, de la salud comunitaria, de las asociaciones y de la administración que trabaja con adolescentes.
Su objetivo es evitar las situaciones de riesgo en los menores, pero si ocurren, si hay un peligro social o personal, los Agentes Tutores intervienen recurriendo a la ley y a las instituciones de la manera que sea más conveniente para la protección del menor afectado. Si el conflicto ocurre porque la familia no lo atiende correctamente, los agentes contactan con los servicios sociales municipales para que actúen.
En caso de que la Fiscalía tenga que intervenir porque se ha producido un delito, los Agentes Tutores siguen velando por los derechos de la infancia y la juventud. Casos de abandono o de infracciones legales son también de su incumbencia.
Además de las actividades en las clases, con los escolares, los Agentes también hablan con las AMPAs, con el profesorado, con cualquier adulto que tenga participación en la vida educativa, social o familiar de niños, niñas y jóvenes para inculcarles conocimientos y habilidades que contribuyan a mejorar su situación.