Entramos en el edificio okupado más peligroso de Madrid: "Nadie quiere vivir en esta situación"
Dos patrullas de Policía vigilan en la puerta del edificio que iba a ser un hotel cercano al aeropuerto de Barajas
En unos días han muerto dos personas y otra ha resultado herida en el edificio
A la inseguridad se suma la insalubridad: hay basuras, ratas y aguas fecales en el garaje
En Madrid, un complejo hotelero abandonado se ha convertido en el edificio okupado más conflictivo de la capital. Hace una semana una mujer murió por inhalación de gases, un día antes un hombre fue asesinado y este lunes otro joven ha sido herido con un machete. Nuestra compañera Sandra Mir ha entrado en el edificio.
El edificio, Aragón suites -así se iba a llamar- se encuentra a solo un minuto del aeropuerto de Barajas.
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En el edificio hay decenas de familias con niños conviven con esta violencia una límite. En solo unos días han muerto tres personas.
Hace una semana una mujer murió por inhalación de gases, un día antes un hombre fue asesinado y este lunes otro joven ha sido herido con un machete.
Un edificio, vigilado por la Policía
Al entrar en Aragón suites lo primero que se ve es basura, pintadas y ventanas tapiadas. Dos patrullas vigilan la zona.
Mariana vive aquí con sus dos hijos de dos años y cinco meses de edad. Atravesamos con ella el laberinto de pasillos llenos de basura y ratas. Solo nos ilumina una linterna, una doble cerradura blinda su puerta.
Casi un centenar de familias con niños conviven con delincuentes, clanes de drogas y bandas criminales.
Ana es otra vecina que vive en el pasillo más conflictivo.
En el último mes, sus hijas han sido testigos de dos secuestros, un asesinato y una mujer muerta por inhalación de gases. A las tres de la mañana se escuchan voces, gritos, peleas y da miedo salir porque, a veces, tienen machetes, se lamente.
Cuando recorremos las zonas comunes vemos que a la inseguridad se suma la insalubridad. La basura se acumula en cada rincón.
El aparcamiento subterráneo del hotel está inundado de aguas fecales y el hedor es insoportable. La pista de paddel es un vertedero, lleno de ratas e insectos.
“Nadie quiere vivir esta situación. Lo que nos ha traído aquí es la necesidad”, sentencia una vecina.
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