El caos ferroviario en Atocha comenzó el sábado nada más volcar el convoy. Miles de pasajeros se quedaron sin poder viajar , molestos, enfadados por la suspensión de sus trenes, otros atrapados a oscuras en el interior de algunos vagones por la amenaza de suicidio de un hombre. También hubo quienes se dejaron llevar por el espíritu de un sábado noche.
El descarrilamiento del tren provocaba retrasos de horas en Cercanías y Alta Velocidad. Tras horas de espera en el vestíbulo de Atocha, una estación en la que vivían pendientes de las pantallas, un grupo de personas se animó a bailar una conga al ritmo de una popular canción.
Por otro lado, el corte de electricidad en la catenaria para rescatar al hombre que amenazaba con tirarse desde un puente dejaba atrapados a los pasajeros que ya estaban en los trenes.
“Llevamos dos horas ya en el tren. Estamos sin luz, sin aire, sudando, no viene nadie. No es broma, empieza a costar respirar”, comentaba un pasajero.
Hubo aglomeraciones en los pasillos, vestíbulos y mostradores, caos en el metro y en el tráfico de la zona. Cinco horas de bloqueo en la capital madrileña.
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