Tras meses de desacuerdos con su casero por unas averías domésticas, hace unas semanas Pilar de 55 años, junto a su madre anciana y todos sus gatos, tuvo que abandonar su vivienda en el madrileño barrio de San Isidro.
El propietario de la casa en la que vivían de alquiler desde hace dos décadas “ejerció su derecho y las desahució”, cuenta Marcos, un vecino de la zona que desde que conoció la situación de Pilar ha hecho todo lo posible por ayudarla a salir adelante.
“Se han visto en la calle, ella sola, en silla de ruedas y sin ayuda más la que la gente que está donando y yo podemos brindarle”, asevera el joven de 28 años, que ha denuncia una situación que considera “totalmente injusta” para su vecina.
Por su edad más avanzada y su situación considerada “de vulnerabilidad”, la madre de Pilar sí que fue amparada por la Administración, y actualmente se encuentra en una residencia en Palencia. Pero esta ayuda no ha llegado para su hija, que achacada por varias enfermedades y una situación de movilidad reducida se encuentra en la calle sin ninguna ayuda.
Según cuenta Marcos, “ella no ha pedido las ayudas que le corresponden”, ya sea por “desconocimiento o por falta de asesoramiento”, tampoco la minusvalía que el joven de 28 años cree que “le debe ser reconocida por su problema de coxis” y que la tiene postrada en una silla de ruedas.
“Pero eso no justifica que la Administración se desentienda por completo de la situación de Pilar”, señala. “Hemos tratado de hablar con el Samur Social y los servicios de emergencias pero nadie se hace responsable y todos se pasan el balón de unos a otros”, añade.
Él mismo ha creado incluso un crowdfunding a través de su perfil de Instagram para recaudar dinero para ayudar a Pilar. “Me la encontré en la calle, sola, sin poder moverse, he hecho todo lo que he podido, pagarle hostales, alojamientos, albergues, pero ella necesita una solución definitiva” reclama Marcos.
Por eso pide a las estructuras públicas que “brinden a su vecina, la ayuda que no le han dado hasta el momento”. “No se puede quedar así”, reclama.
La situación especial de Pilar, de delicada movilidad, hace imposible que se aloje en un albergue normal, pues no puede dormir en literas al no tener la autonomía necesaria para moverse con facilidad.
Para Marcos el problema está en la saturación de los servicios públicos, a quienes pide ayuda. “Está durmiendo en la calle, lejos de su madre, y no tiene familia, al menos cercana, que se quiera hacer cargo de ella, ni de sus animales”.
“Necesitamos encontrar un sitio, un hogar para Pilar, que la vuelva a incluir en la sociedad y pueda ampararse en los recursos y ayudas sociales que le corresponden como ciudadana, si no va a perder la capacidad de andar, se va a quedar totalmente atrofiada. Ha envejecido muchos años en los últimos meses, es otra persona”, lamenta el joven de 28 años.
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