Charlando con el hombre que usurpó mi identidad en WhatsApp: "Soy hacker, no mala persona"

Apenas da tiempo a sospechar, todo ocurre en cuestión de minutos. De repente miras el móvil y hay un mensaje extraño de WhatsApp. "Si no fuiste tú, no compartas el código", te advierte. Y como no fuiste tú ni llega ningún código, no haces nada. Sin embargo, un minuto después ya no tienes WhatsApp, te lo han robado.

Mientras intentas entender qué está pasando, tu cuenta ya está en manos de otra persona que empieza a escribir a tus contactos como si fueras tú pidiéndoles dinero: "Necesito mandar una transferencia inmediata urgentemente a un familiar para que pueda comprar un vuelo e ir al hospital, han ingresado a un familiar en la UCI, era por si podías hacérsela tú y te hago Bizum".

El mensaje, enviado de forma masiva y de madrugada, intenta coger desprevenido a todos tus conocidos. "Claro, hombre, ¿cuánto necesitas?", le contesta uno de ellos. "Son 380". La cantidad está calculada al céntimo, por debajo de los 400 euros, así el delito es hurto y no un robo, castigado con una pena mayor. "Te mando el número de cuenta", le insiste el hacker.

La situación levanta tantas sospechas que varias de las personas que han recibido el mensaje ya se han dado cuenta de que se trata de una presunta estafa. Sin embargo, en el momento que eres consciente de que tu WhatsApp, tu identidad y todos tus contactos están en manos de otra persona, poco se puede hacer... salvo intentar hablar con él.

La conversación

Escribimos a nuestro propio WhatsApp para ponernos en contacto con el hacker y lo primero que hacemos es advertirle de que va a ser denunciado. Poco o nada le ha importado saberlo. "Payaso, muy bien...", nos empieza a responder, "tengo cientos de denuncias, una más no me preocupa".

Tengo cientos de denuncias, una más no me preocupa

Cuando le preguntamos por qué lo hace la respuesta es clara. "Por dinero, creo que es más que obvio", dice y por dinero nos ofrece una solución rápida al problema. "Te doy la opción de terminar ya con esto e irme a dormir yo también". Son ya las dos de la mañana y en este momento el hacker ha puesto precio al final de la pesadilla: 300 euros.

"Si me das el dinero te doy tu cuenta y te explico cómo hacer para que no te pase esto más", dice, "si no, eliminaré tu cuenta y perderás absolutamente todo". Además amenaza con seguir intentando estafar a todos los contactos durante la noche. "Y sacaré más, ya verás", añade.

Advertimos que es difícil fiarse de alguien que ha usurpado nuestra identidad. "Ya... bueno. Es tu decisión. A mi no me importa", nos responde e inmediatamente después vuelve a insistir, "créeme que lo sacaré (el dinero). Estafaré a tus contactos. O sea, que no me preocupa. Si cambias de opinión antes de que sea demasiado tarde me avisas".

Mientras espera nos da algunas pistas sobre lo que nos ha pasado. "Soy hacker, pero no mala persona", dice y nos cuenta que ha podido robarnos la cuenta de WhatsApp porque no teníamos activada la doble verificación en la aplicación.

"¿Quieres seguridad? No la hay"

"Mira, esto es fácil", nos explica a la vez que está intentando estafar a nuestros contactos en otras conversaciones. "La verificación puedo quitarla ahora mismo. Si tú después pones una, ya nadie podrá quitarte el WhatsApp", nos aconseja, "soy buena persona y hasta te explico cómo prevenir. Te daré acceso de nuevo y os dejaré en paz".

Sin intención de pagar, pedimos tiempo y la respuesta no se hace esperar. "¿Qué te crees que te voy a esperar? No lo llevas mal amigo. Es ahora o nada. Mañana habré sacado más (dinero)", insiste de nuevo. Pedimos cierta seguridad y a cambio recibimos más amenazas. "¿Quieres seguridad? No la hay. Te estoy dando mi palabra. Si no te fías mala suerte. Tengo toda su agenda completa. Así que vosotros veréis. El WhatsApp no va a poder recuperarlo ya, de hecho, solo por joder eliminaré la cuenta del WhatsApp".

Después de negociar, el hacker hace una nueva oferta y rebaja en 100 euros el pago por liberar nuestra cuenta de WhatsApp, pero empieza a estar cansado de tanta pregunta y quiere abandonar con urgencia la conversación. "Dame 200 y ya está, ahora. Si no vete a dormir, bloquéame y olvídame".

En un último intento de seguir con la conversación le preguntamos por qué nos ha elegido a nosotros como víctimas de esta usurpación de identidad, pero su paciencia se ha agotado. " No, si lo que estás consiguiendo es que la próxima sea tu mujer. Le va a tocar a ella por tu culpa, que lo sepas", dice y termina amenazando de nuevo, "son ganas de complicarte, me han respondido varias personas ya encima. Buenas noches".

El hacker se equivocó y afortunadamente ningún contacto llegó a creer su historia... No consiguió ninguna transferencia de dinero, pero tenía razón en una cosa. La denuncia no llegó a ninguna parte, se sumó a los cientos de denuncias que aseguraba haber recibido ya y que no le preocupaban.

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