El método del descuido, ese es el que utilizaban los autores de varios hurtos que tuvieron lugar en el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas durante los últimos 12 meses. Así, se hacían con ordenadores, teléfonos móviles, tablets, vídeo consolas, relojes o joyas. 30 personas han sido ya detenidas y otras 56 están siendo investigadas por la Guardia Civil.
Las investigaciones para dar con estos llamados 'descuideros' partían de las denuncias presentadas por los pasajeros afectados en las oficinas de atención al ciudadano que la Guardia Civil tiene en las terminales 1 y 4 del aeropuerto madrileño. Con ellas en mano fueron agentes de la Unidad Fiscal y de Fronteras quienes desarrollaron las indagaciones. También el visionado de las cámaras que Aena tiene distribuidas por el recinto aeroportuario fueron claves a la hora de identificar a los autores materiales de estos actos delictivos.
Los 'descuideros' medían milimétricamente el momento de actuar, aprovechando instantes puntuales en los que los pasajeros perdían de vista momentáneamente sus pertenencias. Por eso el punto negro de estos actos vandálicos era el control de seguridad, lugar donde los pasajeros dejan irremediablemente en las bandejas y a la vista objetos de valor como dispositivos electrónicos o relojes.
En este punto, se realizó una de las últimas intervenciones, donde unos padres instigaron a una menor de edad para que cogiera en el filtro de seguridad un reloj valorado en más de 10.000 euros, cuando este se encontraba a la vista en las bandejas. La propietaria se percató y lo comunicó rápidamente a la Guardia Civil, por lo que los agentes pudieron localizar a tiempo a la familia, que se encontraba a punto de embarcar, logrando recuperar el reloj y su devolución.
Situaciones como esta permiten ejemplificar las recomendaciones que desde la Guardia Civil instan a seguir a los viajeros, pues la puesta inmediata de una denuncia permite el inicio de la investigación. Aunque este no es el único consejo, también insisten en no perder de vista las pertenencias personales en ningún momento, tampoco cuando el pasajero se encuentra en la zona restringida a la espera del avión. Los descuideros aprovechan esos momentos en los que abandonan sus pertenencias para hacer uso de los baños o comprar un tentempié.
La colaboración de las aerolíneas que operan en este aeropuerto ha sido crucial para poder devolver a la mayor parte de los afectados los objetos que les habrían sido sustraídos, puesto que las compañías pueden facilitar datos que permiten la devolución de los efectos a sus dueños y la situación de los autores para que se produzca la acción policial.
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