La Bombonería Santa, es uno de los negocios míticos que hasta ahora han pervivido entre las calles del barrio madrileño de Salamanca. Cerca de 100 años abierta al público que el próximo 10 de mayo concluirán con el cierre definitivo del espacio de dulces.
Sus propietarios, el productor de cine Enrique Lavinge y su hermana, tercera generación que regentaba la mítica pastelería, han decidido poner fin al negocio familiar, tras disolverse el contrato de alquiler de renta antigua con la muerte de su madre, Marie Martine.
"Ahora mismo estamos en una mezcla de sentimientos, por un lado, muy agradecidos por todas las muestras de cariño que recibimos a diario en la tienda, y por otro, muy apenados porque, aunque nosotros quisiéramos, que queremos, no podemos mantener el negocio aquí, asumiendo el coste que supone ahora", cuenta Enrique en conversación con informativos telecinco.
Su abuelo, José López, fundó el negocio en 1932, con una tienda en Leganés. Más tarde, sus padres abrirían tres espacios más en la calle Espoz y Mina, en Preciados y Serrano, de los cuales, ya solo persistía este último.
Con el fin de la actividad del negocio, el miedo de los Lavigne era que todo el mobiliario creado ex profeso para el local terminara en un “vertedero”, y ese fue el motivo por el que Enrique anunció el pasado jueves, a través de su cuenta de X, que la familia vendía todos los enseres de la tienda, una publicación que generó un gran revuelo y conversación y curiosidad en las redes sociales.
“Hay a gente que le interesa, pregunta, incluso algunos nos los quedaremos nosotros, cosas pequeñas, si no se venden”, cuenta Enrique. "Aunque siempre existe la posibilidad de hacerlo con alguien del rastro, profesionales de las antigüedades, por ejemplo, ya estamos en contacto con algunos" explica, sobre cómo dar salida objetos de otra época, que desde siempre han permanecido en el local.
El productor cinematográfico reconoce que “ha sido difícil” entrar en la bombonería desde la marcha de su madre, ya que, cuando era pequeño, el local fue “su segunda casa”, un lugar ahora “habitado por la nostalgia de tiempos en los que no era capaz de apreciar las cosas”, pues allí acudía todas las tardes para estudiar y hacer los deberes, según él mismo cuenta.
En este mismo sentido, reflexiona sobre cómo ha influido este negocio familiar en lo que tanto él, como su hermana son en la actualidad. “No sé hasta que punto una bombonería tiene algo que ver con el cine, la idea de estar en un cuento, de vivir en esa fantasía desde que eres pequeño", narra. "Mi hermana no se dedica al cine, ni tampoco a la bombonería, pero si que creo que el ecosistema en el que uno vive influye en lo que después vas a ser", afirma nostálgico.
"Lo que si nos hemos dado cuenta en estas 24 horas de reflexión es que al final no puedes escapar de tus orígenes, ni de quién eres". "Mi hermana y yo siempre hemos intentado huir del trabajo de mis padres, hacia otros derroteros, y al final te das cuenta de que tú eres de donde sales, y eso es una lección de humildad que los dos hemos aprendido en estos días, y eso es muy bonito", añade emocionado.
Pese a que se acerca el final, los hermanos Lavigne no tiran la toalla, y aunque ahora “haya que dar este paso”, mantienen la ilusión por “reformular” el negocio y volver a abrir un espacio que represente la emblemática bombonería. “Quizá en un mercado, o un sitio más cerca, que os permita quedarnos con la conciencia tranquila de llegar al siglo y de pelear por ello”, cuenta.
"Nos hemos encontrado con gente tan fiel a la marca, que no queremos dejarlo pasar, ha sido todo muy rápido", apunta. Un lugar clásico, con cuyo cierre también desaparece una parte de la historia de la capital de España.
Suscríbete a las newsletters de Informativos Telecinco y te contamos las noticias en tu mail.
Síguenos en nuestro canal de WhatsApp y conoce toda la actualidad al momento.