Cinco museos secretos y gratuitos que desconoces, escondidos entre las estaciones de Metro de Madrid

La llegada del metro a la capital de España supuso la transformación radical de la ciudad durante los primeros años del siglo XX. La integración del suburbano madrileño ha seguido influyendo en las estructuras sociales, culturales y económicas de la región a lo largo de los años, hasta hoy.

Uno de los atractivos de este subterráneo son sus museos que sumergen al visitante en la historia de este medio de transporte revolucionario para la ciudad de Madrid.

En este sentido, Metro cuenta con espacios de un valor histórico incuestionable diseñados por el famoso arquitecto Antonio Palacios: la Nave de Motores, el vestíbulo de Pacífico, Opera y la estación de Chamberí, además de la exposición de trenes en la Estación de Chamartín y Los caños de Peral.

Nave de Motores de Pacífico

Construida entre 1922 y 1923 y restaurada en 2008, la Nave de Motores de Pacífico conserva su aspecto original. En esta impresionante nave están ubicados tres enormes motores diésel y el resto de la maquinaria, como alternadores, transformadores, etc., que en su momento sirvieron para generar y transformar la energía con la que funcionaban los trenes.

Durante la Guerra Civil, debido a las restricciones, llegó a proporcionar energía eléctrica a la ciudad a través de la compañía Unión Eléctrica Madrileña. Con el paso del tiempo y a medida que las compañías fueron capaces de asegurar un suministro cada vez más regular, la central, que en su momento fue la de mayor potencia instalada en España, quedó obsoleta y dejó de generar energía en la década de los 50, siendo definitivamente clausurada en 1972.

El edificio destaca por la claridad de su concepción, la atención al detalle y la buena ejecución que caracterizan todo el trabajo de uno de los grandes artífices de la imagen de la ciudad de la primera mitad del siglo XX, Antonio Palacios. Las obras de mantenimiento y conservación que se han acometido, según proyecto del arquitecto Carlos Puente, han devuelto a la nave su aspecto original, tanto exterior como interior, y han ido acompañadas de la limpieza y restauración de la maquinaria.

Estación de Chamberí

Entrar en la estación de Chamberí es volver al Madrid de los años 50 y 60 tan solo bajando unos escalones. La antigua estación de Chamberí pertenece a la primera Línea de Metro inaugurada en Madrid en 1919.

A principios de los 60, la Compañía Metropolitana decidió aumentar la longitud de los trenes y ante la imposibilidad de alargar esta estación, la clausuró. El cierre definitivo tuvo lugar el 22 de mayo de 1966.

El diseño, también de Antonio Palacios, optó por una solución funcional muy simple en cuanto a recorridos y organización, y por unos acabados sencillos. Incorporó la luz natural mediante un lucernario en el vestíbulo. Para el interior eligió un recubrimiento cerámico con juegos ornamentales.

La bóveda de la estación va recubierta de azulejo blanco biselado y sus estribos estaban decorados por grandes recuadros de azulejos sevillanos que limitan el contorno de los carteles anunciadores, también de cerámica, en encintado ocre y azul. Estos carteles publicitarios son uno de los grandes atractivos de la estación, ya que se conservan prácticamente tal y como fueron creados en la década de los años 20.

Para facilitar el acceso de personas con alguna discapacidad se han instalado las medidas de accesibilidad adecuadas. El proyecto de restauración y construcción de nuevo acceso es obra de los arquitectos Pau Soler y Miguel Rodríguez.

Exposición trenes históricos de Metro en la Estación de Chamartín

Esta muestra, ubicada dentro de la estación de metro de Chamartín, supone un recorrido detallado del nacimiento y evolución del material móvil del suburbano.

Con el ánimo de recuperar el patrimonio histórico de la compañía, el metro madrileño ha hecho un importante esfuerzo por restaurar una muestra de sus trenes clásicos, puestos en servicio entre los años 1919 y 1965.

Junto a estos trenes, principales protagonistas de la exposición, se pueden contemplar cerca de 100 elementos propios del suburbano y evocadoras imágenes de un tiempo pasado que hoy se rescata y que hace posible el recorrido hasta el metro moderno de nuestros días.

Los Caños del Peral

A diez metros bajo la plaza de Isabel II, la estación de Metro Ópera (L2, L5 y Ramal Norte) alberga la recreación museística de la histórica fuente de los Caños del Peral. La visita nos permite conocer la fuente que recogía el agua de manantial junto al arroyo del Arenal durante la segunda mitad del siglo XVI, y que tenía en origen 34 metros de longitud; la galería de abastecimiento en bóveda de cañón y la alcantarilla de la zona; y el acueducto que, salvando al barranco del arroyo del Arenal, surtió de agua al Palacio Real desde el siglo XVII hasta prácticamente el siglo XX.

A principios del siglo XVI el agua no llegaba a las casas de Madrid, a pesar de ser un elemento indispensable en el desarrollo de la ciudad, y el abastecimiento se realizaba mediante aljibes o pilas instaladas en las plazas o junto a puertas y murallas. En la Edad Moderna, las fuentes públicas sustituyeron a los aljibes, y parte de esas fuentes es lo que encontramos hoy en Ópera.

La Fuente de los Caños del Peral contaba con seis caños y sus correspondientes pilas. El agua procedía del manantial de aguas gordas existentes en la plazuela de los Caños. El Acueducto de Amaniel se remonta a comienzos del siglo XVII, nacía en la actual Dehesa de la Villa y surtía agua al Palacio Real.

La Alcantarilla del Arenal vino a paliar el problema de la evacuación de las aguas sucias, por eso se canalizó para que desembocara en el arroyo de Leganitos, en algún punto de la actual Cuesta de San Vicente. Estos elementos hidráulicos acercan la historia a todos los visitantes, que además tienen la posibilidad de acceder a la sala de audiovisuales para conocer más detalles de los vestigios expuestos.

Vestíbulo de Pacífico

El antiguo vestíbulo de Pacífico ha sido rehabilitado y conserva el mismo aspecto en el que se encontraba en el año 1923, momento en el que se inauguró la estación, hasta su cierre definitivo en 1966. La decoración del espacio ha sido restaurado conservando todos y cada uno de los elementos arquitectónicos originales que el arquitecto Antonio Palacios dispuso para el diseño de la estación.

El antiguo vestíbulo de la estación de Pacífico es un espacio original de 1923, año en que se inaugura esta estación de la Línea 1 con la prolongación de Atocha a Puente de Vallecas. Se encuentra situado en el andén con dirección a Valdecarros.

El proyecto arquitectónico del complejo de Pacífico fue realizado por Antonio Palacios e incluye la Nave de Motores, la estación subterránea, oficinas, talleres, almacenes y la vivienda del ingeniero responsable de las instalaciones. El proyecto original contemplaba un vestíbulo abovedado con lucernario central, que se modificó por el actual de planta rectangular con fuertes machones que los dividen en tres tramos y tres bóvedas más, tendidas con lucernarios más pequeños en sus centros. Existía un único acceso desde la entonces calle del Pacífico, hoy Avenida Ciudad de Barcelona, esquina a la calle de Caridad.

En 1961 se proyectó la ampliación de andenes de 60 a 90 metros con motivo de la modificación de la composición de los trenes de cuatro a seis coches, y se incluyó la apertura de dos nuevos vestíbulos, uno con acceso a Doctor Esquerdo pares y otro a la calle de Sánchez Barcaiztegui, cerrándose el vestíbulo original. Posteriormente fue restaurado para su reapertura al público, formando parte del conjunto de museos suburbanos de Metro de Madrid.

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